CIUDAD VICTORIA, TAM.- Don Felipe le da un sorbo a su café mañanero y vuelve a mirar su reloj dorado. – Pues si amigo, la verdad es que en este negocio ya solo aspiramos a sobrevivir – cuenta un tanto desanimado al Caminante.
– ¿Se ha sentido mucho el ‘bajón’ de clientes, jefe? – pregunta el vago reportero – Pues ya veníamos cojeando de una pata… los tiempos buenos fueron en los años ochenta y noventa, hasta a los primeros ‘dosmiles’ – agrega. Desde hace más de treinta y tantos años, Don Pipe se dedica a la fabricación, reparación y venta de alhajas, relojes y bisutería fina.
“Yo me acuerdo en los tiempos de Cavazos Lerma, cuando trabajar en Gobierno del Estado era algo asi como ser de la alta sociedad, tenía un chorro de clientes, sobre todo maestros, me llovía bastante chamba: collares, gargantillas, cadenas, anillos, pulseras, brazaletes, esclavas, uy nombre, me quedaba a veces toda la noche trabajando… eran los tiempos de vacas gordas” narra con un aire de nostalgia
– Imagínese, si antes estaba difícil la cosa, ahorita con esta recesión, pues la cosa se ha puesto peor – comenta el joyero al tiempo que enciende una pantalla. – ¿Les bajó mucho la demanda? – Prácticamente quedó en ceros, porque mire, desde antes de la pandemia ya la cosa estaba difícil, y pues eso prácticamente paralizó las escuelas y de ahí pa’l real ya nada fue igual, la economía se apachurró y las ventas del día de la madre y el padre ya es muy poco, también decayó la actividad de las graduaciones, yo trabajaba con varias escuelas para la venta de anillos de graduación y pues a partir de la pandemia creo que hasta se perdió esa costumbre.
La cosa empezó a apretar y tuvimos que cerrar. Cuando pasó lo gacho del Coronavirus ya andábamos muy descapitalizados, incluso las bodas ya no se hacen como antes. Yo conozco a muchas personas que incluso siguen posponiendo el bodorrio, y eso baja la venta de argollas.
Pero no solo eso, también había una costumbre de que a las bebés recién nacidas les colocaban sus ‘dormilonas’ (aretes) y quien sabe en que consiste pero eso también como que ya está en desuso” – ¿Y la relojería también se vio afectada? – pregunta el Caminante – Eso ya no es negocio desde hace añales, para empezar porque el reloj volvió a ser ‘de bolsillo’ – ¿Cómo esta eso? – comentó con curiosidad el andarín. – Pues que la gente ya no usa relojes de pulsera para checar la hora, todos usan el relojito del celular que siempre traen en el bolsillo o en la mano. Además, la gente ahora se conforma con cualquier chuchería, no entiende, no sabe lo que es un reloj fino, las calles esta atestadas de productos chafas, o las tiendas de chinos, de esas que hay por todo el centro, esos relojes solo les duran un par de meses, ¡ah y no se diga por internet! mi sobrino tiene de esas aplicaciones de ‘aliexpress’ o como se llama y el ‘Temu’’ y venden un montón de relojes piratas, pura basura china, pero como se ven idénticos a los originales pues ya se imaginará.
Aquí me han traído a reparar relojes de esos y pues muchas maquinarias vienen hasta selladas, osea que no se pueden arreglar, yo es digo que esos relojes son desechables, y si les llego a ofrecer uno bueno se espantan, porque no pueden creer que un buen reloj cueste más de 50 mil pesos, ya son muy pocas las personas que desean un producto de calidad.
– Y si no hay venta, ¿de que subsiste el negocio? – Puras reparaciones, al día hago una o dos, pero luego a los clientes se les hace dolor pagar 200 o 300 pesos, ah pero eso si, quieren estar sobre de uno, la total desconfianza. – ¿Y eso por qué? – Porque ya se los han transado, esto del oro es muy fácil que te sustituyan eslabones o partes de una esclava por material con chapa, por eso se les hace difícil confiar, a pesar de que ya tengas muchos años en esto o que otras personas te recomienden.
Luego me caen también a que les avalúe sus alhajas, ahí también hay bronca, porque para darle el valor que se merece cada pieza hay que tomar en cuenta el peso, el kilataje, la marca, las huellas de uso como raspones y descaste o si está libre de inscripciones. Porque me traen un anillo o una gargantilla y pues resulta que ni de oro es, que les dieron ‘gato por liebre’ y el que la lleva es uno, se enojan porque piensan que te los quieres transar, y pues no es así, todavía habemos gente honrada en ese país. Don Felipe se disculpa pues ya es hora de iniciar su jornada, esperemos que la próxima temporada de fin de año se recupere su changarro. Demasiada pata de perro por esta semana.
POR JORGE ZAMORA