Desde que Ricardo Anaya asumió las riendas del PAN en el 2015 se inició el declive del albiazul.
Margarita Zavala, quien buscaba la candidatura presidencial de Acción Nacional, abandonó la agrupación. La Causa, según externó entonces, porque “Ricardo Anaya canceló la vida democrática del partido”.
A pesar de que, a decir de las encuestas, era la mejor posicionada entre los votantes, tanto de adentro como de fuera de la agrupación política, dejó al instituto porque el dirigente nacional, que controlaba el partido, le había cerrado el paso para impedir que consiguiera la postulación.
En vez de aprovechar la posición para fortalecer a la organización partidista y recuperar el terreno político perdido tras la derrota que sufrió ante el PRI en la elección presidencial de 2012, el entonces llamado joven maravilla utilizó el cargo para construir su propia candidatura presidencial.
El único que tenía la fuerza para pelear la nominación al queretano, el extinto Rafael Moreno Valle, declinó a cambio de que Anaya otorgara a su esposa, también fallecida, Martha Erika Alonso, la candidatura a gobernadora de Puebla.
Las renuncias de Calderón y Margarita al partido fracturaron al PAN y, como consecuencia, el principal organismo político de oposición perdió la elección presidencial del 2018 ante el candidato de Morena, Andrés Manuel López Obrador.
Sin embargo, antes de dejar la dirigencia para aceptar la postulación, Anaya entregó la presidencia del CEN a su amigo Marko Cortés, historia que ha vuelto a repetirse.
No obstante las graves acusaciones que pesan contra quien le sucederá al senador panista en la cúpula nacional, el aún jerarca ha dejado la estafeta a Jorge Romero, factor que ahondará las pugnas y divisiones que se padecen al interior del partido pro empresarial de la derecha.
Los liderazgos panistas han acerrado filas en torno al dirigente electo, sin embargo, la candidata perdedora, Adriana Dávila, denunció que fue una contienda carente de transparencia, antidemocrática, que, dijo, construyó un modelo simulador y corrupto que no representa los valores del panismo.
La baja participación en la competencia, alrededor del 45 por ciento del padrón panista, señalo la exsenadora, es una clara señal del rechazo de la militancia a esas prácticas.
Hay que aclarar, por otra parte, que la acusación más grave contra Romero, al que señalan como el jefe del cártel inmobiliario de la Delegación Benito Juárez de la ciudad de México, que gobernó el panista, no fue formulada por la 4T, sino por Felipe Calderón Hinojosa.
En el capítulo 12 del libro “Decisiones difíciles”, escrito por el expresidente, este dice que un familiar suyo dejó de trabajar para Romero cuando este le confesó que las asociaciones de ambulantes le dejaban ganancias de 7 millones de pesos mensuales, extorsiones y fraudes inmobiliarios que, sin duda, van a impactar fuertemente a la causa del PAN.
En los comicios intermedios de 2027 se verá si, con Jorge Romero al frente, Acción Nacional resurge o sí, como muchos simpatizantes de la derecha temen, sigue en picada.
Por. José Luis Hernández Chávez
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