La inseguridad es problema serio que toca a los mexicanos resolverlo. En este sentido rechazar la intervención gringa es defender la soberanía, eso lo deben entender más allá de actitudes colonialistas que remiten a experiencias de enorme costo como el robo de más de la mitad de nuestro territorio.
En el confuso escenario creado por las elecciones en el vecino país de nueva cuenta aparece Ken Salazar (quien como embajador está a punto de largarse), emitiendo críticas “a toro pasado” que solo tienen valor provocativo. Decir que AMLO no aceptó ayuda significa que somos malagradecidos e ingratos. Para él, bonito hubiera sido ver instalado el ejército imperial a lo largo y ancho de la república, así como la bandera extranjera en los edificios públicos, como en el pasado.
Tales declaraciones suenan cual invitación a invadir bajo el pretexto de combatir el crimen organizado. Que lo hagan en su país donde las mafias controlan el consumo de drogas sin noticias de detenciones importantes. Señalar a México como culpable del daño no es otra cosa que evadir la responsabilidad de su gobierno que no parece dispuesto a terminar lo que debe ser gran negocio avalado desde la pirámide del poder. No hay otra explicación.
Ken Salazar no tiene ningún derecho de atacar al ex presidente. Lo hace para sumarse a la locura que padece Donald Trump y en afán protagónico, cuando restan unos días para que abandone el cargo conferido por su amigo Biden. Por otra parte, se gana el aprecio de la minoría rapaz que no se cansa de aplaudir el triunfo del desquiciado que tiene al mundo al filo de la navaja.
Ni como negar que los adversarios de la 4T, medios “de desinformación” y “analistas” respectivos, felices están debido a las bravatas lanzadas por el magnate. (Disfrutan húmeda fantasía). Ya se les hace que las cumple al minuto de rendir hipócrita protesta ante la Biblia. Claro que tampoco hay que ignorarlas sabiendo que provienen de alguien que debiera estar ingresado en algún centro de rehabilitación mental y no a punto de encabezar el nuevo régimen en la poderosa nación. “Del dicho al hecho hay mucho trecho”, dicen, y en cualquier circunstancia se impondrán los intereses económicos que no dependen de los abruptos de Trump ni de sus complejos fascistoides y racistas.
El asunto es que el embajador Salazar lamenta que AMLO rechazara “la ayuda” gringa. De paso el “sombrerudo” descalifica la política de “abrazos y no balazos”. Lo que no comprende es el actuar contra los orígenes de la violencia. En este caso suman millones de jóvenes apoyados para alejarlos de tentaciones que pudieran marcar su existencia. Reciben becas estudiantiles o bien salarios por el tiempo necesario al aprendizaje de un oficio. También empleos directos en programas como “sembrando vida” y una serie de incentivos para no convertirse en infractores de la ley.
Por su parte el columnista propone que el mentado Ken Salazar (por las mentadas mexicas), sea vergonzosamente expulsado ipsofacto, no sin antes recibir el afectuoso saludo de la porra de sol con el consabido baño de agua de riñón “pa’ que el bato se vaya contento. (Chingao, creo que ahora si me mandé, disculpen, pero es que estoy muy encabronado, je, je).
SUCEDE QUE
Respecto del predio en el poblado “La Pesca” presuntamente a utilizar como desarrollo turístico, no entendí lo que pasó o ya pasó lo que entendí. Decir que todo se complica por el manipuleo judicial es poco. (Favor de pensar en los intereses del sexenio anterior)…Mientras tanto, la pensión de AMLO será de 23 mil pesos equivalentes al tiempo que sirvió en la administración pública desde diversos cargos. Nada que ver con el millón de pesos mensuales que recibían por varios conceptos, el resto de los ex presidentes. Pero llegó la 4T y se les acabó la fiesta. Pelaos estos.
Y hasta la próxima.
Por. Max Ávila