Los primeros dos días de las nuevas administraciones municipales han ayudado a conocer el estilo personal de gobernar de los alcaldes.
Falta verlos en las horas más complejas, pero por lo pronto, han desplegado ya la narrativa de sus gobiernos.
En la zona conurbada por ejemplo, hay dos presidentes municipales que se estrenan en el cargo y había mucha expectación por conocer sus prioridades y su visión sobre las políticas públicas que propondrán.
Erasmo González llega a la presidencia municipal de Ciudad Madero después de perseguirlo durante muchos años.
Con el paso del tiempo, la alcaldía de su ciudad se convirtió en una suerte de fijación, tanto así que no dejó de sorprender su renuncia a las grandes ligas de la política mexicana -tenía la oportunidad de mantenerse en el Congreso de la Unión, donde llegó a ser un poderoso presidente de la Comisión de Presupuesto de San Lázaro- para volver a Tamaulipas a competir por la alcaldía de un municipio que no está entre los más poblados ni entre los más ricos.
Ese grado de interés por un cargo viene acompañado de una gran responsabilidad, porque es de suponerse que a la par de su deseo también se preparó para que al llegar al gobierno, ofrezca soluciones a los grande rezagos de Ciudad Madero, y detone el desarrollo que históricamente se le ha negado.
Para ello eligió un gabinete que está lleno de personajes que en la mayoría de los casos provienen de la iniciativa privada y tendrán su primera experiencia en la función pública.
No deja de ser una apuesta arriesgada, pero legítima. Muy pronto la ciudadanía maderense podrá externar su juicio al respecto.
En el caso de Tampico, Mónica Villarreal Anaya también llega a una posición anhelada, y lo hace en un momento inmejorable para ella: con el respaldo de un movimiento político que se encuentra en la plenitud del poder.
También llega acompañada por un gabinete de personajes jóvenes cuya experiencia no necesariamente se ha concentrado en el sector público.
Los primeros mensajes de la alcaldesa coinciden con la línea discursiva que empleó durante su campaña y que le rindió frutos a juzgar por la votación que consiguió.
La necesidad de incluir a todos los sectores de la ciudad en el desarrollo económico que presume el puerto no es tarea fácil, pero debe ser la prioridad del primer gobierno morenista de Tampico.
Mejores tiempos para el ITCA
La llegada de Héctor Romero Lecanda al ITCA es una buena noticia para el desarrollo artístico del estado.
Se trata de un profesional de la gestión cultural, que además conoce bien el complejo entramado de los creadores tamaulipecos.
Basta echar un vistazo a los últimos directores para confirmar que hace muchos años que al frente del Instituto no había un personaje de ese calibre.
POR MIGUEL DOMÍNGUEZ FLORES