En la última “mañanera” de doña Claudia apareció como invitado especial Saúl “el canelo” Álvarez del que todos sabemos, se gana la vida literalmente a golpes y con tanto éxito, que está considerado como uno de los más ricos en el negocio de “los guamazos”. Se le reconoce porque ha sabido manejar el oficio con inteligencia aliándose, además, con organismos internacionales que, dedicados a lo mismo, de alguna manera lo protegen. En este sentido ni como negar que el deportista está convertido en ídolo popular “por ser muy macho” y además de Jalisco.
Hasta aquí vamos bien, pero sucede que en la citada conferencia La Jefa ponderó y hasta exageró, digo yo, el box, al grado de aceptar que el campeón encabece lo que podría ser la clase más grande del mundo a llevarse a cabo el 6 de abril en el Zócalo capitalino. Usted dirá que se trata de inculcar entre niños y jóvenes el amor al deporte y tiene razón, sin embargo, existen otras formas y no precisamente a través de la violencia.
“Me explico”, como dijo aquel. México vive tiempos difíciles de inseguridad y muchas son las partes donde grupos delictivos hacen de las suyas con tamaña impunidad que rebasa los esfuerzos de las autoridades para combatir lo que sin duda daña seriamente a la población. ¿No parece ilógico utilizar el box como ejemplo cuando sale de los límites humanos para convertirse en feroz combate bajo el objetivo de liquidar al adversario?.
No olvidéis que ha habido multitud de muertes en el ring. Dos casos: en 1963 Ultiminio Ramos, cubano nacionalizado mexicano, mató a Davey Moore indefenso ya ante la golpiza recibida e ignorada por el referee que no hizo caso de los gritos del público pidiendo detener la pelea. Recordad también al compatriota Guadalupe Pintor quien en 1980 acabó con la vida de Johnny Owen.
En esta ocasión el columnista no está de acuerdo con doña Claudia porque la violencia es inaceptable en cualquiera de sus manifestaciones. Es más, sostiene que el box desaparezca como el espectáculo que es, no muy lejano a los realizados en el Coliseo Romano donde se confundía la sangre de gladiadores, fieras y hasta seguidores de la doctrina cristiana. Ahora debiera mantenerse solo el concepto olímpico con participantes debidamente protegidos y alentados por la gloria del triunfo y no por dinero. En este aspecto cabría el argumento de que se trata del arte de defensa personal, aunque con sus asegunes en una sociedad como la nuestra donde el uso de la fuerza es prioridad informativa en la casi totalidad de los medios de comunicación.
Por otra parte, creo que la Señora Presidenta no requiere utilizar la fama de “el canelo” comprometiendo al gobierno en afán de obtener un récord intrascendente. ¡A quién jijos le importa una masiva clase de box!. Pero eso sí, los negociantes cobrarán tarde o temprano. Y esos no reciben abrazos, tampoco abonos “chiquitos”.
SUCEDE QUE
José Ramón Gómez Leal y Olga Patricia Sosa Ruiz, inéditos en el senado de la república, pero doctorados en apropiación de méritos ajenos. Presumen con el trabajo de sus compañeros(as) y ni crea que les remuerde la conciencia. Pobre Tamaulipas si cualquiera hace realidad sus ambiciones políticas del futuro.
Y hasta la próxima
POR MAX ÁVILA