Es cierto que Donald Trump nos ha acostumbrado a lanzar amenazas que después no cumple o cumple a medias.
Pero también es cierto que el Trump que tendremos de vecino a partir del próximo mes viene recargado, con un poder que nunca amasó en su primer periodo como presidente de los Estados Unidos.
Por eso, nadie debería echar en saco roto sus bravuconerías.
Principalmente en dos grandes temas que definen la relación binacional: el intercambio comercial y la migración.
En el primero, Tamaulipas tiene poco por hacer que no sea procurar que se mantengan las condiciones para dar garantía a la inversión privada de todo tipo.
Acaso el asunto más espinoso sea el relacionado con la migración, particularmente con la amenaza trumpista de llevar a cabo una deportación masiva que desafortunadamente no tendría como destino el país de origen de los repatriados, sino el territorio mexicano.
Queda la impresión, al menos en algunos casos, de que a diferencia de la anterior administración de Trump en Estados Unidos, ahora las autoridades locales y federales están conscientes de lo que puede venir para la frontera mexicana.
Ayer, en su participación en el podcast Tertulia de Expreso, la alcaldesa de Nuevo Laredo, Carmen Lilia Canturosas, dejó claro que está al pendiente del futuro inmediato para la región.
El gobernador Américo Villarreal Anaya ya ha participado en reuniones con la Secretaría de Gobernación para preparar un plan de contingencia que permita atender a los miles de migrantes que llegarían a la entidad si Trump cumple su amenaza al pie de la letra.
Y la misma presidenta Claudia Sheinbaum ha instruido a su gabinete a preparar un equipo abocado a diseñar estrategias para evitar que el país vuelva a sufrir una crisis migrante como las que se vivieron apenas hace unos años.
Tamaulipas sabe bien la trascendencia del tema: según datos del Instituto Nacional de Migración (INM), en los últimos cinco años la entidad ha recibido más de 250,000 migrantes deportados desde Estados Unidos.
En 2023, las cifras alcanzaron un nuevo pico con más de 75,000 deportaciones, representando un aumento del 30% respecto al año anterior.
Los municipios fronterizos como Nuevo Laredo, Reynosa y Matamoros son los principales puntos de recepción, con lo que eso significa para las autoridades locales que enfrentan grandes retos para brindar atención humanitaria, alojamiento temporal y transporte para los migrantes que buscan regresar a sus países de origen o establecerse en México.
Se estima que si Trump cumple su amenaza de deportar a más de un millón de migrantes durante el primer año de su nuevo mandato, Tamaulipas podría recibir entre 150,000 y 200,000 personas en un periodo muy corto: el desafío es monumental.
POR MIGUEL DOMÍNGUEZ FLORES