Bernie Sanders es un senador norteamericano progresista que ha denunciado el alejamiento del partido demócrata de la base trabajadora. El 13 de diciembre dijo que los oligarcas mil millonarios de los Estados Unidos manipulan la economía global, compran las elecciones, no pagan impuestos y tienen un control creciente sobre el gobierno. Duda que Estados Unidos siga siendo una democracia y advierte que transita hacia una oligarquía autoritaria; el gobierno de muy pocos, los super ricos del país.
Los resultados electorales norteamericanos son fuertemente influenciados, incluso decididos, por los donativos que reciben las campañas electorales. La industria del armamento pesado o doméstico, la de la salud, la de alta tecnología, la de la distribución comercial y el cabildeo judío son todos actores de gran peso económico en las elecciones. Es una democracia de grandes donantes.
En 2024 150 familias gastaron cerca de dos mil millones de dólares en pagar campañas y comprar candidatos. No es extraño que Trump esté nombrando a cerca de tres docenas de grandes donantes, que aportaron un promedio de un millón de dólares cada uno, como integrantes de su gobierno. Esto siempre ha ocurrido, solo que ahora en mayor cantidad y en posiciones de mayor peso. Los super ricos habrán de controlar las instituciones gubernamentales regulatorias esenciales: salud, educación, medio ambiente.
Destacan otros donantes; como la señora Miriam Adelson que al darle 100 millones de dólares le pidió a Trump que apoye la anexión por parte de Israel de los territorios palestinos ocupados. El campeonato lo gana Elon Musk con 262 millones de dólares de donativo electoral. A continuación fue nombrado jefe del Departamento de Eficiencia Gubernamental que formalmente no existe y que, sin necesidad de sueldo y sin tener que rendir cuentas porque no será empleado, podrá revisar y recortar el gasto público a placer.
Pasaron pocos días para que la advertencia de Sanders contra los oligarcas se hiciera una evidente realidad. El miércoles 18 de diciembre a las 4:15 de la mañana Elon Musk inició una andanada de mensajes en su plataforma X en contra la resolución del presupuesto negociada desde septiembre pasado y acordada por representantes y senadores republicanos y demócratas de las dos cámaras del congreso. En septiembre se había hecho un acuerdo bipartidista para permitir que el gobierno siguiera funcionando hasta el 20 de diciembre con el objetivo de que en ese tiempo se diera una negociación que permitiera la continuidad de la operación gubernamental.
Tal acuerdo fue torpedeado por Musk debido a que contenía lo que en su opinión era la continuidad de demasiados apoyos sociales; desde 30 mil millones de dólares para los agricultores, 100 mil millones para los afectados por desastres naturales hasta los programas alimentarios para adultos y escolares. Solo que en sus twits también inventó gastos inexistentes como 60 mil millones para Ucrania o 3 mil para construir un estadio deportivo.
Musk inició la campaña de último minuto y horas después se le sumo Trump con mayores exigencias. Aparte de los recortes, el futuro presidente pedía incluir en el proyecto de ley que su futura administración podrá elevar el nivel de endeudamiento de manera ilimitada durante dos años. Es decir que la propuesta republicana puede parecer paradójica, por una parte, recortar el gasto público y por otro lado eliminar los límites al endeudamiento público de la futura administración.
Trump se propone prorrogar la importante reducción de impuestos a los grandes capitales que hizo en su pasada administración e incluso crear nuevas e importantes exenciones fiscales a las empresas. Solo que la reducción de impuesto implica menos ingresos y eso requiere en contraparte mayor endeudamiento.
Las amenazas de un cierre de gobierno son frecuentes en los Estados Unidos porque la ley prohíbe el gasto público si no hay presupuesto disponible autorizado por el Congreso; lo que incluye de manera principal el permiso para endeudarse. Ante ello todos comentan que esta amenaza es recurrente y siempre se resuelve en el último minuto. Excepto cuando no se resuelve y el gobierno cierra; como ocurrió en diciembre de 2018 bajo la administración de… precisamente Trump.
Ahora, tras el caos inducido por Elon Musk y Trump, negociaciones de último minuto, y una espera dramática para muchos millones, el viernes a pocas horas del límite se logró un acuerdo presupuestal bipartidista en la Cámara de Representantes. Eso dejó unas cuantas horas para que el Senado haga su propia votación y lo apruebe. El acuerdo permitirá el funcionamiento del gobierno hasta el 14 de marzo de 2025 y en lo esencial retoma con algunos recortes más bien menores el acuerdo anterior torpedeado por Musk.
Parte del conflicto fue intensamente mediático. Lo esencial era culpar a los adversarios políticos del posible cierre gubernamental y esa lucha la iban perdiendo los republicanos; ellos cargarían con la responsabilidad del cierre.
Trump no obtuvo lo que más deseaba; eliminar el limite al endeudamiento. Lo que le origina un riesgo futuro. Los republicanos tendrán mayoría en las dos cámaras del congreso en 2025 y es con los de su propio partido que tendrá que negociar una elevación substancial del endeudamiento que le permita mantener y aumentar las exenciones de impuestos a los muy ricos y a las empresas. Esto es parte esencial de la estrategia que supuestamente llevará al resurgimiento de la industria norteamericana. El problema es que los republicanos son muy reacios al endeudamiento porque saben que tarde o temprano conducirá a elevar los impuestos.
La situación se enreda con un doble liderazgo en el que Elon Musk parece ir más lejos que el propio futuro presidente. Trump tiene una fortuna de 6.61 mil millones de dólares y su respaldo político es importante para cualquier futuro candidato republicano. Solo que Elon Musk tiene una fortuna incomparablemente mayor, de 486 mil millones de dólares. Los seguidores de Trump son 96.2 millones en X; los de Musk son 207.9 millones.
Musk tiene un gran poder mediático gracias a que compró Twitter (ahora X), en 44 mil millones de dólares y le sobra el dinero. Puede determinar el futuro político de cualquier futuro candidato con propaganda o donativos electorales.
Por. Jorge Faljo.