CIUDAD VICTORIA, TAMAULIPAS.- En vísperas de la Navidad, una historia de amor y esperanza conmovió a toda una comunidad. Gael, un pequeño con un corazón enorme, encontró la magia navideña gracias a la solidaridad de los empleados de Elektra, sucursal Adelitas, y la bondad de quienes se unieron a esta causa.
Todo comenzó con una carta dirigida a Santa Claus que el pequeño dejó en el buzón navideño del módulo Presta Prenda. En ella, Gael no pedía juguetes ni ropa, sino una consola para compartir momentos de felicidad con sus tres hermanitos. Pero lo que más impactó fue la razón detrás de su petición: “Querido Santa, quiero pedirte una consola para poder jugar con mis hermanos, ya que a lo mejor a mi mamá no le va a alcanzar para algo porque tiene que irse a las quimios y me ha dicho que son muy caras. Con amor, Gael”.
Al leer esas líneas, los empleados de la tienda no pudieron quedarse de brazos cruzados. Encabezados por Cintia Galván, gerente del negocio, emprendieron una búsqueda incansable para encontrar al autor de tan emotiva carta. Usaron redes sociales, mensajes físicos y anuncios en diferentes medios, tocando corazones por toda Ciudad Victoria.
La magia del 24 de diciembre
La tarde del 24 de diciembre, el milagro se hizo realidad. Gael llegó a la sucursal acompañado de su madre. Conmovida hasta las lágrimas, la señora reveló la difícil situación que viven. Confesó que, debido al cáncer que padece y los altos costos de su tratamiento, no podría regalarles nada a sus hijos esa Navidad. Gael, siendo el mayor, decidió escribir a Santa en nombre de sus hermanitos.
Este gesto, lleno de amor y valentía, inspiró a los empleados de Elektra a dar más de lo esperado. La tienda entregó no solo la consola que tanto deseaba, sino también otros regalos para alegrar a toda la familia. En ese momento, el espíritu navideño brilló más que nunca, recordando que la solidaridad y la bondad pueden cambiar vidas.
Una Navidad inolvidable
Gael y su familia vivieron una Nochebuena llena de alegría, amor y esperanza. “No tengo palabras para agradecer lo que hicieron por mis hijos”, expresó la madre de Gael, mientras abrazaba a su pequeño.
Esta historia no solo ilumina la vida de una familia, sino que también nos recuerda que, cuando se trata de ayudar, cada gesto cuenta. Porque en Navidad, los milagros existen y, con un poco de amor, podemos hacerlos realidad.
Que el ejemplo de Gael y su familia inspire más corazones y nos invite a compartir lo mejor de nosotros, hoy y siempre.
Por. Raúl López García