Tamaulipas se encuentra en la antesala de un desafío importante.
La amenaza de las deportaciones masivas desde Estados Unidos a partir del 20 de enero, al inicio del segundo mandato de Donald Trump supone un reto para autoridades de todos los niveles.
En ese contexto, hay una diferencia clara respecto a otros momentos en los que la situación migratoria ha hecho crisis en el territorio nacional.
Dentro de la gravedad de lo que pudiera ocurrir, la buena noticia es que esta eventual ola de deportaciones no debería tomar a nadie por sorpresa, pues desde hace meses, el presidente electo de Estados Unidos ha insistido en su advertencia, y no parece tener en el horizonte, motivo alguno para echarse para atrás.
Tamaulipas, por lo que dijo ayer el gobernador Américo Villarreal Anaya,
apostará a mantener un flujo constante de migrantes hacia sus lugares de origen.
El objetivo principal es evitar que las personas deportadas se queden estacionadas en la frontera, lo que podría derivar en contingencias humanitarias, que ya se han vivido en el pasado.
“Si en un momento estamos hablando de repatriados, lo que estamos diciendo es que son connacionales, son mexicanos y que tenemos que alentarlos a que regresen a sus entidades, a sus municipios, a sus comunidades”, destacó Villarreal Anaya.
El estado tiene listos nueve albergues en los municipios de Matamoros, Reynosa y Nuevo Laredo. Estos espacios cuentan con una capacidad inicial de seis mil lugares para recibir a los deportados.
Pero además, el gobierno federal ha acondicionado aproximadamente siete mil 500 espacios adicionales en la frontera tamaulipeca y cinco mil más en el interior del estado, elevando el total a cerca de 18 mil 500 plazas disponibles.
La preocupación clave es la protección de los derechos humanos de los repatriados.
El gobernador, por ejemplo, hizo un llamado al gobierno de Estados Unidos para que las deportaciones se lleven a cabo en horarios seguros y no durante la madrugada, como ha ocurrido en otras ocasiones.
La intención es reducir los riesgos y la vulnerabilidad de las personas durante su traslado y recepción.
“Pedimos que no sean en las horas de la madrugada, porque eso les confiere inseguridad a las personas que están repatriándose o deportándose, y que también tengamos horarios específicos para que la autoridad mexicana los pueda recibir”, explicó Villarreal Anaya.
Los preparativos son entendibles y necesarios.
Tamaulipas será un punto clave en este fenómeno migratorio, ya que se calcula que al menos el 30% de los connacionales deportados por Estados Unidos ingresarán al país a través de esta entidad, pero la cifra podría ser mayor.
Como puede verse, una vez más, la situación geográfica del estado lo pone en una posición compleja. El reto ya está en el horizonte.
POR MIGUEL DOMÍNGUEZ FLORES