CIUDAD VICTORIA, TAMAULIPAS.- La violencia escolar es un problema social que al paso de los años se ha venido incrementando en los entornos educativos, viéndose ya como una parte del deterioro de una sociedad.
En Tamaulipas es más común ver los videos que circulan en redes sociales de alumnos peleándose fuera de la escuela, dentro de los mismos salones y han trascendido casos de maestros que golpean y hasta abusan de alumnos y alumnas.
La violencia escolar vista como la acción u omisión intencionadamente dañina ejercida entre miembros de la comunidad educativa, ya sea alumno, profesor, padre, o personal subalterno; que se produce dentro de los espacios físicos o en otros espacios directamente relacionados con lo escolar; como alrededor de la escuela o lugares donde se desarrollan actividades extraescolares.
Los registros de la Secretaría de Salud en Tamaulipas, señalan que en el año 2023, fueron atendidos 26 casos de niños y adolescentes de 1 a 17 años agredidos en planteles educativos.
Las atenciones en 2022 fueron solo 11 casos, en 2021 no hubo casos, -las escuelas estaban cerradas por la pandemia de COVID-19- en 2020 fueron 3 casos, -iniciaba la pandemia- y en 2019 fueron 18 casos, en años anteriores la cifra llegó a las 33 atenciones, 2024 está por actualizar datos, pero se estima una tendencia a la alza.
De acuerdo con la Encuesta Nacional sobre Discriminación (ENADIS) 2022 publicada por INEGI, de las 11.7 millones de personas de 12 a 17 años que asistían a la escuela en México durante 2022, el 28 por ciento dijo haber sido víctima de acoso escolar.
Mientras que los Registros de Lesiones 2019-2022 de la Secretaría de Salud, en 2022, a nivel nacional 557 personas de entre 1 y 17 años fueron atendidas en hospitales por violencia física en escuelas.
De esa cifra, el 38.4 por ciento de las víctimas eran mujeres y 61.6 por ciento hombres; además siete de cada 10 víctimas eran adolescentes de entre 12 y 17 años lo que representa el (70.6 por ciento, una de cada cuatro tenía entre 6 y 11 años, es decir el 24.4 por ciento y una de cada 20 eran niñas y niños de 1 a 5 años, un 5 por ciento.
Datos del Instituto Nacional de Estadística, Geografía e Informativa (INEGI) señalan que la incidencia de violencia física en escuelas del país había aumentado 813.1 por ciento con respecto a los 61 casos reportados a nivel nacional en 2021, en 2022 la cifra fue de 557.
Lo que se traduce a que el retorno a las escuelas después de las medidas de confinamiento se llevó a cabo sin un más efectivo plan para crear un ambiente libre de violencia en las instituciones educativas.
ANÁLISIS DE ESPECIALISTAS
La violencia escolar es un fenómeno que debe ser asumido de manera conjunta, las autoridades educativas, los docentes, los padres de familia y los propios alumnos que tienen derecho a ejercer su voz, para establecer acciones preventivas, más que correctivas, advierte la Psicóloga Verónica López.
Desde muy temprano los niños aprenden que la violencia es una forma eficaz para
«resolver» conflictos interpersonales, especialmente si la han padecido dentro del hogar, ya sea como víctimas o como testigos.
En ese sentido, señala que la violencia se transforma paulatinamente en el modo habitual de expresar los distintos estados emocionales, tales como enojo, frustración o miedo; situación que no se constriñe exclusivamente al seno familiar, sino que invariablemente se verá reflejada en la interacción de cada uno de los miembros de la familia con la sociedad.
Dentro de la violencia escolar se pueden ubicar tres tipos diferentes; la violencia de alumnos hacia otros alumnos, -Bullying- que se traduce tanto en lesiones de diversa índole como en hurtos de objetos personales, en ataques sexuales o incluso en homicidios, en algunos casos las humillaciones puede llevar al límite al acosado y caer en el suicidio.
En segundo lugar, se ubica a la violencia escolar que es ejercida por alumnos sobre el personal docente; en donde hay manifestaciones a nivel físico, a través de lesiones de distinta categoría y a nivel psicológico haciendo uso de insultos y humillaciones de muy variada tipología.
Ya en un tercer lugar se puede ubicar a la violencia escolar que es ejercida por el propio personal docente hacia otros compañeros, hacia alumnos, padres de estudiantes o incluso miembros del plantel que trabajen en el ámbito de la administración o de los servicios.
Como cualquier otra violencia, la escolar se puede manifestar de distintas maneras, puede ser verbal, física o psicológica, lo que varía es el “quien la ejecuta” o es el agresor y “quien la recibe” que es la víctima, pero en la actualidad, ningún miembro de la comunidad educativa está exento de ser víctima de la violencia escolar.
LO NUEVO: LA EXCLUSIÓN
Exclusión y aislamiento, son las nuevas formas de la violencia escolar, este tipo de violencia se presenta cuando un grupo de alumnos deciden “hacer a un lado” a un alumno, dice la especialista.
Actúan como si esta persona no existiera, haciendo que se aislé, “es una violencia psicológica y puede llegar a ser una de las causas más comunes del suicidio”.
La exclusión se estudia en la actualidad como un fenómeno que no sólo tiene que ver con la pobreza, puede caer sobre cualquier persona porque no sólo es observable en los sectores estructuralmente pobres sino que afectos a la población escolarizada y no escolarizada, aunque de diferentes formas.
“En ocasiones, tiene mucho que ver con la percepción y el sentimiento que muchas personas experimentan de no ser valoradas ni tenidas en cuenta en la sociedad por lo que son”.
Explica que el concepto de exclusión implica un proceso de separación entre grupos distintos entre sí y supuestamente homogéneos dentro de sí mismos.
La intimidación se ve como acción para infundir miedo mediante amenazas y valerse de él para que las víctimas hagan lo que el victimario desea, cayendo en el bullying cuando se realiza de forma reiterada, ese maltrato puede ir desde las burlas, el maltrato físico, el emocional y otros.
Además está la violencia sexual, la constituyen todas las insinuaciones sexuales, desde un contacto físico sin consentimiento, mostrar los genitales, hasta forzar el acto sexual.
Por Nora Alicia Hernández Herrera
Expreso-La Razón