CIUDAD VICTORIA, TAMAULIPAS.- En Tamaulipas, portar un arma de fuego o incluso una réplica sin autorización puede acarrear sanciones severas, incluyendo penas de prisión y multas económicas, según lo establecido en la legislación estatal y federal . A continuación, un análisis detallado de las implicaciones legales en la entidad.
Sanciones estatales: hasta 3 años de cárcel
El Código Penal de Tamaulipas es claro al tipificar el porte de armas réplica o prohibidas en espacios públicos. Según el Artículo 169, llevar consigo un objeto que simule un arma de fuego (en color, forma o material) sin justificación puede derivar en una pena de 6 meses a 3 años de prisión, además de una multa equivalente a 15-50 veces el valor diario de la UMA (alrededor de $1,600 a $5,400 pesos, con base en la UMA 2024).
La norma aplica incluso si la réplica no es letal, pero se utiliza para intimidar o cometer delitos como robos. “La ley no distingue si el arma es real o no cuando se usa con fines delictivos. Una réplica puede agravar la situación legal del portador”, explicó el abogado penalista Alejandro Torres, consultado para este reportaje.
Federal: réplicas como instrumentos para delinquir
A nivel nacional, la Ley Federal de Armas de Fuego y Explosivos no regula específicamente las réplicas. Sin embargo, si estas se emplean para cometer un delito (como amenazas o robos), el Código Penal Federal incrementa las penas al considerarlas “instrumentos para delinquir”. Por ejemplo, en un asalto con réplica, el acusado podría enfrentar cargos por robo agravado, con penas de hasta 20 años de prisión.
“No basta con decir ‘era de juguete’. Si la víctima percibió riesgo vital, la réplica se equipara a un arma real ante la ley”, advierten expertos.
Municipios: sin normas propias, pero con aplicación estricta
Aunque no hay regulaciones municipales explícitas en los resultados consultados, autoridades locales en Tamaulipas (como en Reynosa o Matamoros) aplican sanciones basadas en el código estatal, especialmente en operativos de seguridad en zonas turísticas o centros comerciales.
Por Raúl López García