Fue a la mitad del siglo 20, en la década de los años 50, cuando aparecieron los discos de vinyl con sólo dos canciones que permitieron, por su bajo costo, el acceso masivo de la gente a su música preferida, en ellos aparecía en el Lado A la canción de moda, que era la más importante, y una más, en el Lado B, del mismo autor y artista, pero de menor impacto y que por ello recibía menos atención. Pero las dos grabaciones estaban ligadas una a la otra para siempre porque se vendían juntos.
Uno de los grandes males de todos los tiempos, ha sido la corrupción, inherente al ejercicio del poder, quienes lo ejercen en forma permanente como los antiguos monarcas, o temporalmente como los gobernantes de las democracias actuales, en algunos casos incurren en la practica indebida de ejercer sus funciones a cambio de sobornos por el cumplimiento rápido de lo que se espera de ellos, por inclinar el sentido de la ley, o por omitirlo completamente.
También desde hace largo tiempo existe la persecución de la corrupción, porque daña la imagen del poder, le hace perder credibilidad y erosiona su efectividad frente a la población general, viene normalmente asociada a la impunidad, lo que hace más grande el agravio a la sociedad que se siente burlada por quienes deben de servirla, para obtener dinero a cambio de favorecer a unos cuantos que pueden tener acceso a esos privilegios.
De esta manera identificamos en nuestras sociedades a múltiples personajes que en cada generación aparecen en el ámbito de lo público, y en un lapso muy corto se convierten en dueños de grandes patrimonios, casas, edificios, ranchos, negocios y abultadas cuentas bancarias. Estos personajes normalmente son vistos con desdén y reprobación por los ciudadanos que sospechan de la forma en que los adquirieron.
Algunos de ellos han sido perseguidos y a veces encarcelados para cumplir condena por los delitos cometidos, lo cual es una forma de restaurar o recuperar la confianza de los gobernados. Sin embargo, siempre ha sido una constante ver sólo un lado, el Lado B de la corrupción, estamos acostumbrados a conocer la identidad de los corruptos, y las dimensiones de los daños que le ocasionan al patrimonio público.
Pero, también es frecuente omitir el Lado A, el más importante, que es saber quién y cómo corrompen, quién tiene interés en que se le brinde una atención más rápida de la que está prevista en la ley, quién quiere torcer la aplicación de las normas o que se omitan por completo para favorecer a sus intereses, hemos oído siempre que se lucha contra la corrupción y contra los corruptos, pero casi nadie tiene registro de qué ha sucedido con los corruptores.
Son corruptores los grandes empresarios que pagan abogados muy caros para comprar beneficios y sentencias que los ayuden a no pagar sus grandes adeudos fiscales, son corruptores los que pagan para obtener un permiso o un documento sin tener derecho o sin cumplir los requisitos, son corruptores los que construyen obras con materiales de baja calidad y comparten la utilidad con quien los contrata, y corruptores son también quienes dan dinero a los policías o los agentes de tránsito para que no apliquen la ley o el reglamento, y al empleado de la ventanilla para que haga o deje de hacer algo.
Estamos tan acostumbrados a sólo ver el Lado B de la corrupción, que por eso vemos como algo normal que la hermana de una secuestradora haya sido candidata a presidenta de la república, que la madre de un hombre acusado de secuestro haya encabezado un organismo no gubernamental encargado de perseguirlo, y que la dirigente de una organización contra la corrupción y la impunidad haya obtenido recursos públicos por más de 20 años para ella y su familia sin tener derecho a ello.
Una característica de los corruptos es que viven de la mínima parte de lo que el corruptor obtiene por entregar sobornos. El disco es la corrupción, el Lado A lo representan los corruptores, sin que esto haga menos importante el Lado B que son los corruptos y su persecución, el hecho es que los dos vienen juntos y forman parte de un mismo fenómeno. Quizá este sea el tiempo en que todos aprendamos a ver los dos lados de la corrupción y que debamos reflexionar y hacer conciencia de que la corrupción y la impunidad, los corruptores y los corruptos son las partes de una subcultura que requiere más que la aplicación de penas carcelarias para extirparla por completo de nuestra sociedad.
POR JESÚS COLLADO MARTÍNEZ