Como parte del cuerpo técnico de la selección universitaria, entrenamos regularmente en el estadio de la UAT. En ocasiones, debemos esperar algunos minutos debido a la Copa UAT, donde los más pequeños practican en una cancha reducida adaptada a su edad.
Es inspirador ver cómo estos chiquitines comienzan a desarrollar su pasión por el fútbol. Para algunos, este interés nace de su propio gusto, mientras que para otros puede ser el resultado del impulso de sus padres para estimular su participación en actividades deportivas.
En mi experiencia entrenando a futbolistas profesionales de todas las divisiones, suelo recordarles con frecuencia la importancia de alimentar a su niño interior.
Les digo que no deben olvidar esa etapa en la que jugaban más allá de todo lo que involucra el entorno en el juego profesional. En esas edades no existen representantes, altos sueldos, egos; etc. Con el paso del tiempo terminan desplazando lo verdaderamente esencial “Divertirse”
Hoy el fútbol pasa por diversas situaciones que nos cuesta creer que son ya una realidad, cuando veo a los niños jugar pienso cómo te explico que hoy el fútbol tiene otros intereses, cómo le enseño la lealtad si se pueden vender al mejor postor, cómo les explico la justicia si priorizamos el ganar a cualquier costo pasando por encima de la moralidad, cómo le explico el tener palabra cuando un club que ganó su pase futbolísticamente le dicen que siempre no puede competir por otros asuntos internos desconocidos, cómo le explico que les van a mentir; no todos, claro; pero existirán presidentes que te mentirán cuando dieron su palabra, cómo explicarles todo lo que puede venir si quieren seguir desarrollándose en lo deportivo y no solo hablaremos del plano profesional, veamos el fútbol amateur, el hartazgo de un colegio de árbitros tras no ver un cambio radical en incentivar a la cultura del respeto.
No los defiendo con esto porque también existen jueces que puedo discrepar por su forma de hacer su trabajo, pero en fin podría mencionar muchas cosas que no sabría cómo explicarle al niño en todo lo que se está convirtiendo nuestro fútbol nacional, que está en la peor crisis de la historia rodeada de antivalores en la competencia.
Si realmente queremos cambiar esta realidad, no basta con mirar hacia las canchas. El cambio debe comenzar en casa. Debemos formar niños que compitan, sí, pero que lo hagan con respeto, con humildad, con sentido del juego limpio.
Enseñarles a ganar con honor y a perder con dignidad. A respetar al rival, al entrenador, al árbitro y, sobre todo, al deporte que tanto amamos.
Porque solo así, sembrando valores desde la raíz, podremos recuperar el verdadero espíritu del fútbol.
Soy fiel creyente que los niños y los jóvenes son el futuro,pero para esto hay que prepararlos para que el día de mañana hagan un mundo mejor, de eso somos responsables familia, amigos, entrenadores, profesores para fomentar una educación en el ámbito que nos topemos con ellos. Nos vemos y gracias por leer.
Por Francisco Cortez
