No es algo nuevo, porque la descomposición social ya existía en la Ciudad de México desde hace décadas, pero durante los últimos veinte años se agudizó la problemática.
La impunidad de los distintos grupos criminales que operan en ese territorio y que creció en el sexenio del compañero Andrés Manuel, ha marcado la vida de los habitantes de la capital porque a pesar de los esfuerzos realizados en el gobierno local que encabezó Sheinbaum y que descansó en Omar García Harfuch.
La más reciente muestra de ello es el asesinato de la secretaria particular de la jefa de Gobierno de la Ciudad de México, Clara Brugada y de uno de sus principales asesores, cimbró desde ayer temprano la estructura del poder en la capital del país.
A muy temprana hora, un grupo de pistoleros mató a los cercanísimos colaboradores de Brugada y hasta anoche, la impunidad prevalecía. No había datos precisos de los responsables del doble homicidio.
Es más que un golpe mediático en contra de Brugada, un mensaje durísimo, de una brutalidad impensable en contra de la Cuatroté, que ha gobernado la Ciudad de México hace más de una década, primero a través del compañero Andrés Manuel y luego, con Claudia Sheinbaum, actual presidenta.
Ambos colaboradores de la jefa de Gobierno de la Ciudad de México fueron asesinados sin motivo aparente. Las dudas en torno al homicidio prevalecen y las especulaciones crecerán conforme pasen las horas y los días, además de la manera en que fluya la información oficial.
De entrada, el impacto mediático expone la vulnerabilidad del primer círculo de integrantes del gobierno de la Ciudad de México. También, la facilidad con la que los criminales -pensando en que las bandas organizadas sean las responsables- operan con total impunidad.
El mensaje o, mejor dicho, los mensajes son diversos: Puede ser una advertencia a Brugada para que disminuya la fuerza de los operativos de seguridad, podría ser también algo relacionado con su desempeño como alcaldesa de Iztapalapa -la delegación más violenta de la capital- o hasta una simple acción para dejar claro que la inseguridad es tal, que puede alcanzar a quien sea sin importar si es ciudadano común o funcionario.
La descomposición social, el aumento en los índices de violencia y la operación en la Ciudad de México de grupos criminales que antes solo lo hacían en provincia, es una señal de que la falta de una política pública de combate a los delincuentes en el gobierno del compañero Andrés Manuel, se tradujo en una situación que hoy le revienta en el rostro a la Jefa de Gobierno y de paso, a la presidenta Sheinbaum.
Finalmente, si hoy el problema se agravó es consecuencia directa de lo que se hizo o dejó de hacer durante el gobierno local anterior, sí, ese que encabezó Claudia y que en materia de seguridad, descansó en García Harfuch.
El doble homicidio causó sorpresa, indignación y preocupación entre ciudadanos y autoridades, pero también generó dudas acerca de la forma en la que el actual gobierno capitalino ha gestionado el tema del combate a los delincuentes, la situación en la que recibió la ciudad y los temas pendientes de resolver que el actual Secretario de Seguridad federal ya no alcanzó a cerrar.
De cualquier manera, haya indicios o detenciones de los responsables de los dos asesinatos, el golpe al corazón político del principal círculo de la Hefa de Gobierno y de la Cuatroté en la capital, es seco, directo, crudo.
La sensación de que nadie está a salvo ya prevalecía entre millones de habitantes de la Ciudad de México, pero lo de ayer por la mañana hizo que se encendieran más las alertas en el oficialismo y puso en guardia a la población.
No se trata de dos asesinatos más, porque los fallecidos eran parte del equipo gobernante, parte del partido en el poder en la capital y en el país, pero también, eran de quienes gozaban del afecta de la Jefa de Gobierno.
Una mezcla de mensajes que tiene como común denominador las señales de la impunidad con la que se mueven libremente los criminales en la misma capital, una muestra de que esa indolente política del compañero Andrés Manuel de repartir abrazos a los delincuentes, antes que combatirlos aplicando la ley, tiene consecuencias graves que hoy todos pagan. Y en esta ocasión, dos de los miembros de la élite gobernante.
Ahora, lo peor que podría pasar es que desde el mismo oficialismo se quiera desviar la atención y se evite exigir a las autoridades de la Fiscalía General de Justicia de la Ciudad de México que trabajen rápido y eficazmente en las investigaciones para tratar de encontrar a los responsables.
Porque así como en otros estados y en anteriores gobiernos, personajes del ahora oficialismo demandaron respuestas satisfactorias y exigieron a las autoridades hacer su trabajo, así debería de ser ahora.
Otro aspecto que sería lamentable y mezquino ver, es que personajes como Gerardo Fernández Noroña quieran desviar la atención y querer acusar a “la derecha” -típico argumento cuando no se pueden justificar las cosas- de querer aprovechar esto para golpear políticamente a la Cuatroté.
Nada más falaz y mezquino: La demanda de respuestas rápidas y eficaces a la Fiscalía General de Justicia de la Ciudad de México debería ser ahora y durante los siguientes días la principal causa que mueva a los políticos morenistas, porque en la medida en que se avance en la aclaración del doble homicidio y en la aplicación de la ley contra los responsables, se afianzará la confianza en las autoridades.
No se trata de querer justificar el clima de violencia e impunidad que prevalecen en la Ciudad de México, en donde la izquierda ha gobernado por casi treinta años. No se trata de querer acusar a quienes no piensan como el oficialismo, de querer aprovechar este doble asesinato, como distracción.
Lo importante es que los compañeros de los fallecidos, sus correligionarios, sus amigos sean quienes se coloquen al frente de la exigencia a las autoridades para que enfrenten y resuelvan este problema incubado en la impunidad alentada por la indolencia del compañero Andrés Manuel.
La oposición no gobierna la Ciudad de México hace décadas y tampoco tiene el control de la política de seguridad pública, de la inteligencia y de la fuerza del Estado mexicano en los últimos seis años y medio. Así que los únicos responsables son los gobernantes actuales y los inmediatos anteriores. Nadie más es culpable de que la impunidad criminal llegue a estos niveles. Nadie.
Por. Tomás Briones
abarloventotam@gmail.com