2 junio, 2025

2 junio, 2025

Escuelas sin violencia: asunto pendiente

CULPA IN VIGILANDO / NOHEMI ARGÜELLO SOSA

Hoy, 23 de mayo, Día del y la Estudiante, reconocemos el entusiasmo, la creatividad y la esperanza que niñas, adolescentes y jóvenes imprimen cada día en las aulas. Sin embargo, esta fecha también debe servir para mirar de frente una realidad dolorosa que afecta a muchas de ellas: la violencia de género en el entorno escolar.
Aunque el ámbito comunitario es el que registra mayor violencia contra las mujeres en México, las escuelas tampoco son espacios seguros. De acuerdo con la Encuesta Nacional sobre la Dinámica de las Relaciones en los Hogares (ENDIREH 2021), el 32.3 por ciento de las mujeres de 15 años y más ha vivido algún tipo de violencia durante su trayectoria escolar. Y una de cada cinco estudiantes la sufrió en los últimos 12 meses.
Esta violencia adopta diversas formas: el 18.3 por ciento ha sufrido violencia física, el 17.9 por ciento sufrió violencia sexual y el 17.5 por ciento reportó ser víctima de violencia emocional o psicológica. Lo más alarmante es que, en 4 de cada 10 casos, los agresores son otros estudiantes, sus propios compañeros. Es decir, no hablamos solo de fallas en las autoridades escolares, sino de una convivencia cotidiana marcada por el acoso, la burla, la exclusión y la reproducción de estereotipos sexistas.
Estos no son hechos aislados. Son expresiones de una cultura escolar que normaliza la desigualdad y silencia las denuncias. Cuando se minimizan las agresiones con frases como “no aguanta nada” o se encubren como “bromas”, se está perpetuando la violencia.
Este silencio institucional y social tiene consecuencias graves: algunas estudiantes se aíslan; otras, incluso, abandonan sus estudios. Todas ellas vulneradas en su derecho a una educación libre de violencia.
Callar ante la violencia de género es convertirse en cómplice; la violencia se ejerce por acción u omisión. Por eso, no basta con contar con protocolos escritos. Es necesario aplicarlos con seriedad, capacitar al personal educativo con perspectiva de género, construir entornos de respeto desde la primera infancia y, sobre todo, creerles y acompañar a quienes se atreven a denunciar.
Garantizar que las niñas y adolescentes estudien sin temor no es un privilegio ni un favor: es una obligación del Estado, de la comunidad escolar y de la sociedad en su conjunto. Por lo que, el próximo Consejo Técnico Escolar tiene como uno de los temas a abordar a la violencia contra las niñas, adolescentes y mujeres en el ámbito escolar. Su propósito es promover en el colectivo docente la reflexión crítica sobre los distintos tipos de violencia de género presentes en su comunidad y escuela, para fortalecer su capacidad de identificación, prevención y actuación ante dichas violencias.
Este 23 de mayo, más allá del festejo, debe ser un llamado urgente a la acción. Porque celebrar a las y los estudiantes también implica proteger su derecho a hacerlo en un ambiente digno, libre de violencia y en condiciones equitativas. Porque cada niña, cada adolescente y cada joven tiene derecho a aprender sin miedo, a soñar sin límites y a vivir una vida plena y a ejercer su derecho a la educación en una escuela sin violencia.
¿Usted qué opina?

POR NOHEMI ARGÜELLO SOSA

Facebook
Twitter
WhatsApp