Si la actual dirigencia estatal no recurre a alguna triquiñuela, en un par de meses tendría que estar convocando al proceso para su renovación.
En agosto del 2025 se cumplen los tres años del periodo que actualmente encabeza Luis René Cantú, tras ser reelecto en el 2022 como candidato único.
Aquello fue un despropósito.
El partido venía de sufrir la derrota más dolorosa de su historia reciente, cuando perdió la gubernatura. Y un año antes, habían resignado la mayoría en el Congreso y el control de los municipios más importantes del estado.
Una debacle política por los cuatro costados.
A pesar de eso -o quizás por eso- los Cabeza de Vaca se aferraron a mantener su dominio sobre el Comité Estatal, a través del más fiel de sus operadores.
Así, contra toda lógica, Luis René Cantú “El Cachorro” fue ungido por tres años como dirigente, cargo que dejó solo por unos meses para ir a hacer el ridículo a la campaña por la presidencia municipal en el 2024, en la que una vez más fue vapuleado en las urnas.
Las cosas al interior de Acción Nacional no han cambiado gran cosa desde aquel 2022 en que perdieron el poder.
A nivel institucional, la dinámica interna del partido está todavía dominada por el cabecismo, aún desde el exilio.
A lo que apuestan quienes buscan que la dirigencia cambie de manos, es al evidente hartazgo de la militancia que se siente cansada del dominio del grupo Reynosa, que si bien consiguió el mayor éxito político de la historia del partido en Tamaulipas, muy poco tiempo después también lo llevó al nivel más alto de descrédito.
La merma gradual de la influencia cabecista en el panismo es evidente, por ejemplo, en su bancada en el Congreso del Estado.
Sobran evidencias de que el diputado Ismael García Cabeza de Vaca ha sido relegado por sus compañeros, a quienes en un principio pretendió dominar, y ahora el grupo parlamentario del PAN ya no responde a las órdenes que se generan desde Texas.
Pese a eso, con el poder de operación que aún conservan por su muy peculiar estilo de hacer política, a los cabecistas les va a alcanzar para pelear por mantener la dirigencia del Comité Estatal.
Sobre todo, si como pretenden, logran imponer un método a modo para la renovación que evite la elección abierta con participación de la militancia.
Para ello, buscan que la selección se realice a través del Consejo Estatal que siguen controlando o incluso que sea por una designación directa desde el Comité Nacional.
A sus oponentes no les va a quedar de otra más que unirse en un solo bloque para hacer fuerza y proponer una planilla conjunta que les gane en unas elecciones abiertas.
¿Estarán dispuestos personajes como Chucho Nader y el “Truko» Verástegui a sumar esfuerzos? Difícil saberlo, pero queda claro que esa es una de sus pocas alternativas si quieren seguir pesando en el panismo estatal, de cara a lo que viene.
Porque en sus cálculos deben tener bien claro que será la dirigencia emanada de esta convocatoria, la que conduzca el proceso del PAN en el 2027 y el 2028, fechas decisivas si las hay, para su futuro político.
POR MIGUEL DOMÍNGUEZ FLORES