Hace algunos años, yo era el encargado de la operación de una planta petroquímica. Un día, alrededor del mediodía, llegó a mi oficina Jesús, uno de los operarios. Era chaparrito, delgado y muy trabajador.
Me dio gusto verlo, pero me sorprendió que viniera directamente a la oficina, y más aún al notar un gesto de dolor en su rostro. —Buen día, ingeniero, disculpe la molestia… necesito cortar tiempo para ir con el médico —me dijo. —¿Te pasó algo, Jesús? —pregunté preocupado. —Desde hace semanas traigo un dolor en el costado.
Me salió una bola. Ya fui al Seguro, me mandaron hacer unos estudios, y me los harán hoy a las dos de la tarde —respondió, levantándose la camiseta para mostrarme una gran protuberancia en el costado. —Está bien, Jesús, no te apures. Ve y atiéndete. Ahorita informo a Relaciones Industriales para que te lleven en la camioneta y el doctor te acompañe —le respondí. La compañía tenía una política de apoyo médico al personal, así que llamé al médico de la empresa y le pedí que me mantuviera informado. Un par de horas después, el doctor me llamó: —Jesús será intervenido mañana a las 8:00 a.m.
Está muy delicado —me dijo con seriedad. Más tarde, su esposa se presentó con la incapacidad médica. Le agradecí el gesto, pues no era urgente. Pero me respondió con preocupación: —No quiero dejar pendientes, señor.
Jesús tiene esa bola desde hace más de un año, pero no quería ir al doctor. Decía que se le iba a pasar. Le insistimos mucho, pero solo hasta ahora, con el dolor, aceptó ir. Mañana lo operan y estaré ocupada atendiéndolo.
Por eso vine. Le aseguré que estaríamos al pendiente, y que no dudara en llamarme si necesitaba algo. Al día siguiente, cerca de las 11:00 a.m., recibí otra llamada del médico. Le pregunté cómo había salido Jesús de la operación. —No lo operaron —me dijo, con un tono que jamás olvidaré—. Bueno, el cirujano lo abrió… pero el tumor estaba demasiado extendido.
Es cáncer. No hay nada que hacer. Solo lo cerraron. Mañana lo dan de alta para que se lo lleven a casa. Le darán morfina para el dolor. El tiempo que le quede… será poco.
Tres días después, Jesús murió. La realidad, fría y despiadada, le cobró un precio altísimo: su vida. Y así está hoy nuestro país. Nuestro gobierno se niega a ver la enfermedad, no enfrenta los problemas de fondo.
Especialmente en uno de los más graves: la seguridad. Aunque el actual secretario de Seguridad y Protección Ciudadana, Omar García Harfuch, ha obtenido buenos logros —principalmente impulsados por la presión de Estados Unidos—, la delincuencia organizada sigue teniendo un impacto devastador en nuestra sociedad, por el contubernio entre criminales, autoridades y políticos.
En octubre del año pasado, el alcalde de Chilpancingo, Guerrero, apareció decapitado: su cuerpo dentro de un coche, su cabeza a unos metros. En solo cinco días, relata Héctor de Mauleón en su columna México en cinco días, ocurrieron hechos que muestran hasta dónde ha llegado la impunidad: – En Culiacán, una defensora de derechos de los animales fue sacada de su casa por hombres armados y encontrada muerta horas después.
– En Morelos, el delegado de la FGR confirmó que al menos seis alcaldes estaban bajo investigación por vínculos con el crimen organizado.
– En Teuchitlán, Jalisco, el alcalde fue detenido por su presunta participación en la desaparición forzada de personas. – Se descubrió un posible nuevo campo de exterminio con huesos, ropa quemada, celulares, zapatos…
– En la Ciudad de México, la secretaria particular de la jefa de gobierno fue asesinada sin que hasta hoy se esclarezca el crimen.
En Bacalar, Quintana Roo, fuerzas federales y estatales reportan el hallazgo de huesos, ropa quemada, zapatos, teléfonos celulares… se investiga si pudiera tratarse de un nuevo campo de exterminio. Por otro lado, Sabina Berman, diputada por Morena y fiel seguidora de AMLO, denuncia que en el congreso los tiene secuestrados Adán Augusto López y Ricardo Monreal.
Y la presidenta Claudia Sheinbaum anuncia manifestaciones para eliminar el 3.5% de aranceles a las remesas. Trump le va a dar las gracias por juntarlos para eficientar la deportación. Manifestarse en contra del gobierno de los EE. UU. es motivo para revocar la visa. ¿No son estas señales suficientes de que hemos perdido el rumbo? Negarse a reconocer la gravedad de esta situación es como no querer ver el tumor. Como pensar que se nos va a pasar. Pero llegará el dolor… y entonces puede ser demasiado tarde.
La delincuencia sin el menor asomo de ocultar la impunidad acribilla a la secretaria particular y a un asesor de Clara Brugada. ¿Qué sigue? ¿Quién sigue? ¿Un gobernador? ¿La jefa de gobierno? ¿La presidenta?¿Un levantamiento armado’ Porque la realidad va a seguir golpeándonos implacablemente.