Gobernantes estadounidenses, tanto demócratas como republicanos, coinciden en repudiar a los gobiernos dictatoriales, pero únicamente a aquellos que atentan contra sus intereses y se niegan a acatan sumisamente sus directrices, a los de derecha, en cambio, les toleran y respaldan todo, aunque sean dictadores y monarcas.
El ejemplo más reciente es el de Qatar.
Por una parte, el presidente Donald Trump, arremete constantemente contra el gobierno del presidente de Venezuela, Nicolás Maduro, al que acusan de dictador y enemigo de las libertades humanas.
Sin embargo, no aplica la misma regla al régimen de Qatar, a pesar de que un país es gobernado por una dinastía encabezada por la familia Al-Thani desde hace 55 años, país en el que están prohibidos los partidos políticos y se pisotean los derechos humanos.
A esa nación del del noroeste de la península arábica los mandatarios de Gringolandia los tratan como amigos y aliados. Recientemente, el presidente de los Estados Unidos aceptó el regalo de un lujoso avión Boeing 747-8 valuado en 400 millones de dólares, que le otorgó el gobierno Qatarí que será utilizado para transportar al magnate y miembros de su gabinete.
No le importa al inquilino de la Casa Blanc que el gobierno de aquella nación trate a los trabajadores extranjero como esclavos.
Según las agrupaciones Rigths Watch y Amnistía Internacional, en el 2012, cientos de miles de trabajadores migrantes contratados para la construcción de instalaciones deportivas del mundial de futbol de 2022, no solamente fueron explotados y víctimas de abusos sexuales, sino que laboraban en condiciones de esclavos, padecieron servidumbre involuntaria, restricciones de libertades laborales y abusos sexuales, entre otras barbaridades, a causa de los cuales murieron miles.
El gobierno de Washington, sin embargo, guardó silencio, igual que los representantes del PRI y el PAN de México ante las violaciones de los derechos humanos que sufren cotidianamente miles de migrantes mexicanos que radican en el coloso del norte, que tanto despotrican contra el gobierno de Maduro.
¿Cuál es la razón de esa tolerancia?
Que en Venezuela el gobierno no acepta someterse a las directrices ni a las disposiciones políticas y económicas norteamericanas, como en Qatar, hecho que evidencia que, en el fondo, a los gobernantes de los Estados Unidos no les importa quien gobierne un país para reconocerlo y tratarlo como amigo, solo que no perjudique sus intereses.
Si ahora el señor Maduro se sometiera a los designios Yankys, juren que no solo dejarían de agredirlo, seguramente lo presentarían al mundo como un ejemplo de democracia y adalid de la justicia y la libertad. Esa es la doble cara del imperio del país de las barras y las estrellas, que tanto defienden los panistas y priistas mexicanos y sus correligionarios.
POR. JOSÉ LUIS HERNÁNDEZ CHÁVEZ