La consejera política de Morena en Jalisco, Melissa Cornejo, pasó de ser considerada por las autoridades estadounidenses como una incitadora a la violencia y promotora del desacato a las leyes de ese país, entre los mexicanos que residen en California, a ser tachada de vulgar y objeto de burlas.
Ayer temprano, Cornejo publicó en la red social X una foto con un llamado a los mexicanos residentes en Los Ángeles para que continuaran con las manifestaciones violentas que se han registrado en los últimos días. Cerró su breve comentario con una alusión a su visa y una acción corporal relacionada con el documento.
La respuesta llegó pronto por parte del subsecretario de Estado, Christopher Landau, quien le informó que, por instrucciones suyas, se le cancelaría la visa. Sin embargo, después se supo que la consejera política de Morena en Jalisco ni siquiera cuenta con el documento vigente que pueda serle quitado.
Landau la calificó primero de vulgar por sus expresiones al despreciar la posibilidad de usar el documento. Pero cuando confirmó que la morenista no figura en el listado de quienes sí tienen visa para ingresar a Estados Unidos, el asunto terminó por evidenciar la ignorancia en la que navegan muchos fanáticos.
El episodio va de lo cómico a lo reflexivo, pues es uno más en la larga lista de casos en los que personajes de todos los niveles de la administración pública, en prácticamente todo el país, se enfrentan con el gobierno estadounidense.
No es que le hayan quitado la visa por vulgar -si así fuera, Fernández Noroña tampoco la tendría ya-, sino por incitar a la violencia y llamar a no respetar las leyes del país vecino. Simple y sencillamente por eso. Tampoco se la cancelaron por estar bajo sospecha de vínculos con criminales, como ocurre con la mayoría de quienes hoy están en esa situación.
Es paradigmático que, conforme pasan los días, aumente el número de políticos y funcionarios públicos -todos morenistas- a quienes las autoridades estadounidenses les han cancelado sus visas.
Aunque en muchos casos los afectados aseguran que es mentira porque no existen comunicados oficiales -como en el caso del alcalde de Matamoros, Alberto Granados-, la realidad es que se ha convertido en una tendencia que, a la larga, tendrá un impacto negativo en la percepción pública sobre numerosos servidores morenistas, de todos los niveles.
La tónica parece ser que entre más días pasa Morena en el gobierno, menos visas para sus integrantes, sin importar su jerarquía ni el estado donde radiquen. Hasta ahora, el ejemplo más relevante es el de la gobernadora de Baja California, Marina del Pilar Ávila, y su esposo, a quienes las autoridades estadounidenses les cancelaron definitivamente el documento.
La falta de claridad en las explicaciones ofrecidas por la gobernadora morenista y su esposo, abonó a la especulación y no ayuda a la imagen que el partido fundado por el compañero Andrés Manuel quiere proyectar como modelo de honestidad.
En Tamaulipas, como decía, el alcalde de Matamoros, Alberto Granados, fue objeto de cuestionamientos por la presunta cancelación de su visa hace más de un mes. Aunque tardó horas en desmentirlo, su versión no fue convincente y, por el contrario, alimentó aún más los rumores, que fueron aprovechados por sus adversarios.
Quienes aseguran que el matamorense ya no es bien recibido en Estados Unidos afirman que es por las sospechas de presuntos vínculos con el crimen organizado, y dan argumentos sólidos para respaldar esos señalamientos.
Hasta ahora, el alcalde de Matamoros es el único mencionado cuando se habla de políticos morenistas de Tamaulipas a quienes no se les permite ingresar a Estados Unidos por presuntas relaciones con delincuentes. No obstante, el funcionario lo ha negado, aunque sin lograr convencer.
Como decía antes, entre más días pasan en el gobierno de la presidenta Sheinbaum, menos visas tienen los integrantes del movimiento fundado por el compañero Andrés Manuel. Pero lo más llamativo -y preocupante- para Morena, es que todos a quienes Estados Unidos les ha cancelado el documento pertenecen a ese partido y, además, son servidores públicos.
Si no se le presta atención a ese hecho, conforme pasen los meses el tema escalará en proporción y llegará al punto de un mayor escándalo si se confirman más cancelaciones de visas a personajes que, para las autoridades estadounidenses, están bajo sospecha de vínculos con delincuentes.
AMÉRICO INICIA EL PROGRAMA DE SALUD “CASA POR CASA”
Ayer, el gobernador Américo Villarreal Anaya inició formalmente las acciones del programa “Salud Casa por Casa”, con el que se busca llevar atención médica a los hogares de quienes más lo necesitan.
Es una estrategia coordinada entre los gobiernos federal y estatal, a la cual la presidenta Claudia Sheinbaum le ha dado especial atención, por el impacto que tendrá en el bienestar de la población.
Este programa se aplicará en todo el país y, en el caso de Tamaulipas, la meta es realizar más de 6 mil visitas domiciliarias en las ocho regiones del estado, con la participación de 500 profesionales de la salud. El objetivo es atender a un universo de 411 mil personas, en su mayoría adultos mayores y personas con discapacidad.
El esquema asistencial fue puesto en marcha en las instalaciones de la Unidad de Salud IMSS-Bienestar “Enrique Cárdenas”, donde Villarreal presentó los avances de este esfuerzo, que él mismo definió como una gran cruzada a favor del pueblo.
“Salud Casa por Casa” ofrecerá consultas médicas, educación en salud preventiva, creación de historiales clínicos digitales y acceso garantizado a medicamentos gratuitos, en una segunda etapa que comenzará en agosto.
La idea es mejorar la calidad de vida, detectar enfermedades antes de que se agraven y garantizar una atención más eficiente cuando los pacientes acudan a los centros médicos.
Siendo Américo médico de profesión, destacó desde el conocimiento técnico que educar es prevenir, y prevenir es poder hacer más por quienes menos tienen. A diferencia de programas temporales o de impacto mediático, esta estrategia tiene el potencial de consolidarse como una política de Estado, con visión de largo plazo.
POR TOMÁS BRIONES
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