Desde la madrugada del viernes Israel lanzó un ataque múltiple a centenares de objetivos militares, civiles y personas específicas en Irán. Más de 200 jets lanza misiles causaron importantes daños a la infraestructura militar de Irán. Sin embargo el mayor impacto lo causó la estrategia de decapitación de la cúpula militar y científica del país. Más de 20 jefes militares de alto rango y al menos seis científicos notables fueron muertos.
Israel empleó tres formas de ataque simultaneas; aviones militares, activación de drones estacionados cerca de instalaciones militares y cuadrillas infiltradas para efectuar asesinatos selectivos aprovechando el desconcierto. El asesinato de personajes relevantes es una forma de ataque usual de Israel, por ejemplo en el ataque a la embajada de Irán en Damasco, contra un dirigente de Hamas en Teherán, la dirigencia de Hezbolá en Líbano haciendo explorar sus dispositivos de comunicación alterados.
Decapitar la dirigencia enemiga rompe las líneas de mando, crea confusión y retarda la respuesta contraria. Además intenta en este caso promover la caída del gobierno. Esto es muy claro en el mensaje del premier israelita, Netanyahu, al pueblo de Irán donde le pide unirse… en una insurrección contra su gobierno y les dice que la operación militar de Israel les abre el camino para que alcancen su libertad y derriben al régimen que los oprime y empobrece.
No es claro si es un mal chiste o de verdad Netanyahu cree que puede promover una insurrección popular contra el gobierno de Irán. Lo más probable es que ocurra lo contrario, una reacción nacionalista que exija venganza contra Israel y también contra Estados Unidos, al que se percibe como cómplice del ataque y autor de décadas de sanciones económicas.
El ataque a Irán ocurre una semana después de que Rusia e Irán anunciaron un contrato para construir o mejorar ocho plantas nucleares en Irán con tecnología Rusa. El contrato especifica usos estrictamente pacíficos. Rusia ofreció retirar el uranio enriquecido más allá de lo necesario para usos médicos y de generación de electricidad. Esto hace que el ataque pueda ser interpretado desde una perspectiva geoestratégica más amplia.
Un día antes del ataque el presidente Trump declaró que su gobierno estaba comprometido con una solución diplomática con Irán. Sin embargo, al día siguiente declaró que los ataques israelitas fueron “excelentes” y que habría muchos más ataques ya planeados que serían mucho más brutales. Dijo que le había dado a Irán la oportunidad de un acuerdo y no la aprovechó; Estados Unidos fabrica las mejores y más letales armas del mundo e Israel tiene muchas de ellas y va a tener muchas más y ciertamente sabe cómo usarlas. Se negó a comentar si Estados Unidos había participado directamente. Irán debe hacer un acuerdo antes de que no quede nada.
Trump e Israel exigen de hecho la rendición total de Irán; comprometerse a no emplear energía nuclear para fines pacíficos, médicos y de generación de electricidad y un desarme casi total. Israel llama a esto la opción “Libia”; pero los iranies no olvidan que esa opción terminó con la muerte de Gadafi, Libia destruida y en guerra civil permanente.
Trump cambió del discurso de la negociación al del apoyo total a Israel y al compromiso de defenderlo ante cualquier respuesta de irán. No es extraño que Trump cambie de posición de un momento a otro; pero en este caso algunos sospechan algo más. El periódico The Times Of Israel, publicado en Jerusalén, señala la posibilidad de que sus comentarios antes del ataque fueran parte de una artimaña para crear en Teherán una falsa sensación de seguridad antes del ataque israelí. Tal tipo de engaños han sido frecuentes en guerras pasadas.
El hecho es que Irán estaba descuidado y a la expectativa de una supuesta negociación que iniciaría en solo un par de días más. Su dirigencia militar fue más que diezmada aunque inmediatamente substituida por personal ascendido desde el segundo plano. Su defensa antiaérea fue claramente inadecuada; su habilidad para contrarrestar la operación de agentes israelíes dentro de su territorio revela fallas en su control interno y recibió daños importantes en su capacidad militar. Pero no se conoce que tantos recursos militares le quedan.
Israel lanzó oleada tras oleada de ataques masivos sobre todo el territorio iraní y Netanyahu declara que la ofensiva durará semanas mientras sea necesaria. Se sabe que Israel no se limita por ninguna restricción legal o actitudes de caballerosidad durante la guerra. Lo prueban sus ataques en Líbano, Siria y los continuos asesinatos, incluyendo la muerte por hambre, de la población de Gaza. Está también el reciente asalto y secuestro en aguas internacionales de una pequeña embarcación que intentaba llevar fórmula para bebés y antibióticos a Gaza. No pasó a mayores por la alta difusión mediática del asunto.
Israel no ha dañado las instalaciones petroleras de Irán debido al parecer a un acuerdo con Estados Unidos para que no elevar demasiado los precios del petróleo. Ya subieron entre 7 y 12 por ciento; pero un ataque a esas instalaciones, seguida de una represalia Iraní contra todas las instalaciones petroleras de la región podría disparar el precio del petróleo por arriba de los 100 dólares el barril y eso le crearía un fuerte problema político a Trump dentro de Estados Unidos.
La gran incógnita es la capacidad de respuesta de Irán y la de milicias aliadas en Líbano, Irak y Yemen. Ha amenazado atacar las bases militares de Estados Unidos, Inglaterra y Francia en la región si estos países colaboran en la defensa de Israel.
Trump llegó a presidencia norteamericana prometiendo que no entraría en más guerras, fue promovido como el presidente de la paz. Pero se ha enredado y ha caído gustoso en una trampa suya y de Israel. Se compromete a defender a Israel, pero puede ceder a la tentación de un ataque directo a Irán. Y entonces habrá iniciado otra guerra interminable, como la de Viet Nam o Afganistan duraron décadas.
Una de las peores consecuencias de esta nueva guerra es que Irán levante la prohibición religiosa y moral que le prohíbe a si mismo fabricar bombas atómicas y en adelante las considere esenciales para su supervivencia. De otro modo está a merced de Israel que si las tiene.
Trump está comprometido a defender a Israel; sería un grave error que Irán ataque sus bases militares. La opinión pública en Estados Unidos haría inevitable su participación directa en el conflicto.
Se inicia una guerra muy desigual; la superioridad militar es de Israel y Estados Unidos. No obstante Irán tiene elementos a su favor. Israel apuesta a una rápida victoria. Irán está respondiendo con una respuesta limitada, en principio 100 misiles contra instalaciones militares israelitas. Eso es suficiente para que Israel tenga que cerrar su espacio aéreo a la aviación civil y para que los israelitas tengan que entrar a refugios constantemente. Con ello se desestabiliza su economía; además que su defensa con antimisiles sofisticados le va a resultar muy cara a Israel y Estados Unidos. Esto puede convertirse en una guerra prolongada en la que la impaciencia israelita no pueda triunfar sobre la paciencia iraní.
Los iranies llevan décadas sufriendo sanciones que les han hecho la vida muy difícil, pero no se rinden. Tal vez comparten con los yemenitas una gran capacidad de resistencia y sufrimiento. Por otro lado, aunque estén mucho mejor protegidos es posible que los pueblos de Estados Unidos e Israel tengan la piel más sensible a los costos económicos y humanos que tendrá la guerra.
Lo mejor a esperar es que sean los pueblos de Estados Unidos e Israel los que presionen por un acuerdo duradero. Está en duda si sus gobiernos estarán dispuestos a permitir el ascenso económico de Irán asociado sin duda al del conjunto de los países BRICS, al de China y Rusia. Es decir que este conflicto no se limita a esa región del mundo; es parte de la confrontación global.