15 junio, 2025

15 junio, 2025

Papá bombero e hija rescatista: un legado de servicio

Raúl Bernal, bombero y padre dedicado, sembró en su hija Alexia la pasión por servir a los demás. Hoy, ella también es paramédico, bombera y licenciada en enfermería

CIUDAD VICTORIA, TAM.- En el marco del Día del Padre, pocas historias resuenan tan hondo como la de Raúl Bernal, un hombre cuya vocación por el servicio se entrelaza con su papel más entrañable: el de papá.

Con el uniforme de bombero, la mirada firme y el corazón dispuesto, Raúl ha sido por décadas un salvavidas en medio del caos; pero su mayor logro no está en las sirenas ni en los incendios apagados, sino en haber sembrado la semilla de la vocación en su propia hija, Alexia.

Desde niño, Raúl soñaba con ser bombero. Su madre aún recuerda cómo corría a la puerta cada vez que escuchaba una sirena. Ese impulso se convirtió en destino en 1997, cuando se unió a la Cruz Roja gracias a su hermana, y más adelante a Protección Civil, donde finalmente pudo subirse a un camión de bomberos por primera vez. “Era lo máximo”, recuerda, con la emoción intacta de aquel día en que se le abrieron las puertas de su más anhelado sueño.

Pero la vida de los héroes no es fácil. Con turnos extenuantes y emergencias impredecibles, Raúl enfrentó uno de los mayores sacrificios que puede hacer un padre: perderse momentos clave de la infancia de su hija.

“Hubo incendios forestales que me mantuvieron lejos de casa por semanas. Pedía que me llevaran a la niña, aunque fuera unos minutos… solo para verla y darle un beso”, dice con la voz entrecortada.

Mientras él combatía llamas en la sierra, sus padres ayudaban a criar a Alexia, explicándole que su papá no estaba ausente, sino ayudando a salvar vidas. Esas palabras sembraron en ella algo profundo: la certeza de que quería seguir sus pasos. “Era difícil no tenerlo en casa, pero también era motivo de orgullo saber que estaba haciendo el bien”, dice Alexia.

Hoy, Alexia no solo es paramédico y bombero: también es licenciada en enfermería. Lo que empezó como admiración infantil creció con ella en las aulas de Cruz Roja, donde aprendió valores, primeros auxilios, historia humanitaria y, sobre todo, vocación.

“Mi primer servicio con mi papá fue inolvidable”, cuenta. Fue en un accidente, él ya estaba atendiendo a la víctima y al llegar ella le dijo: “¿Qué necesitas, papá?”. Al escucharlo, Raúl volteó, la vio y se hizo a un lado. “El paciente es tuyo, yo te apoyo”, le dijo con orgullo.

Para Raúl, verla uniformada por primera vez fue como un espejo al pasado. “Me recordó cuando yo empecé. Verla subir a una ambulancia, portar una camiseta de bombero… es algo que no se olvida. Me sentí más que orgulloso, como un pavo real”, bromea con ternura.

Más allá del uniforme y los turnos, hay algo que este padre ha sabido inculcar con firmeza: la libertad de elegir. “Mi papá siempre nos dijo que no importaba si queríamos ser profesionistas o albañiles, lo importante era ser los mejores, enamorarnos de lo que hacíamos. Y yo le dije eso a Alexia también”, comparte.

Hoy, este dúo de rescatistas no solo comparte una profesión, sino un vínculo indestructible. Han aprendido que el amor también se demuestra con valentía, que hay abrazos que se dan en forma de apoyo y que, a veces, la mejor herencia no es material, sino espiritual: el ejemplo.
A los padres que desean inspirar a sus hijos, Raúl les deja un consejo claro: “Apóyenlos. Siéntense a platicar con ellos, escúchenlos. Que no sigan tus pasos si no quieren, pero que sepan que tú estarás ahí, caminando a su lado, sea cual sea su camino”.
Porque ser padre, al final del día, también es un acto de heroísmo.

POR RAÚL LÓPEZ GARCÍA

Facebook
Twitter
WhatsApp