15 junio, 2025

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Una tradición de antaño

Caty no podía salir de su asombro ante la propuesta que recibió de un adulto mayor

CIUDAD VICTORIA, TAM.- Caty es madre soltera desde hace 11 años. Por alguna razón, su entonces novio decidió irse para los Estados Unidos al enterarse de que estaba embarazada de Ibsen, su pequeño hijo.

Con sus estudios técnicos en contabilidad, Caty se sostiene trabajando para una empresa del ramo de la papelería y equipo para oficina, sin embargo, su puesto laboral se encuentra en riesgo de desaparecer y podría ser reemplazada por una rutina de Inteligencia Artificial.

Ahora vive en la incertidumbre de qué pasará el día de mañana. Una de las cuestiones que más le preocupa es quedarse sin seguridad social, pues su hijo tiene una condición de salud en su sistema respiratorio que le exige tomar medicamentos permanentemente y que en las farmacias le cuesta hasta cinco mil pesos por mes, lo que le resultaría imposible solventar al quedarse ‘sin seguro’ o peor aún, sin trabajo.

Hace un par de meses, Caty tomó sus vacaciones y decidió visitar a su tía Lourdes en Ciudad Mante.

A pesar del intenso calor en la urbe cañera, al pequeño Ibsen le sentó muy bien el clima y se la pasó jugando en la calle todo el tiempo con los demás niños del barrio.

Uno de esos días, Doña Lulú paso a darle la vuelta a su vecino de enfrente, Don Benjamín, para “llevarle un taquito” al hombre de la tercera edad.

Don ‘Benja’ vive en una enorme casa de dos plantas y, tras quedarse viudo hace unos 6 años, ha quedado prácticamente solo.

La última empleada doméstica que trabajó para don Benjamín se mudó a Monterrey ya hace tiempo, y el único auxilio que el hombre tiene, viene por parte de doña Lourdes, tía de Caty.

A pesar de que Don Benjamín tiene una posición económica bastante holgada, pasa sus días en casi total soledad, excepto los lunes, que es cuando doña Lourdes le lava la ropa y hace el aseo.

Fue en este tiempo en qué Don Benjamín conoció a Caty, y lograron establecer una bonita amistad.
La mujer de 39 años y el señor de 62, empezaron a compartir “el cafecito de la tarde” casi a diario.

En una de esas conversaciones, Caty le comentó a don Benjamín su situación laboral y su preocupación de que podría ser reemplazada por un algoritmo.

Lo que pasó a continuación fue algo que Caty jamás se pudo imaginar: don Benjamín le propuso matrimonio.

Bastante sorprendida y apenada, Caty se dió “el parón” del comedor, y su primera reacción fue cortar la plática, un tanto ofendida.

Don Benjamín la tranquilizó y le ofreció una disculpa por lo abrupto de la proposición y después le explicó el porqué de esta.

Resulta que en la región de Mante y sus alrededores, es una costumbre muy arraigada que, cuando un hombre queda viudo y batalla para ser atendido y auxiliado por problemas de salud o achaques propios de la edad, suele llegarse a un acuerdo o convenio con alguna dama de mucha menor edad, para contraer nupcias con el hombre mayor, y cuidarle el tiempo que le quede de vida, atenderlo y socorrerlo en el papel de esposa aún joven, con la garantía de que el día que el señor deje este mundo, la mujer se quede con la pensión de viudez, y si fuera el caso, con el patrimonio (propiedades, pertenencias o dinero) que el ‘don’ posea al momento de su deceso.

Don Benjamín le recalcó a Caty, que este arreglo no tiene ninguna connotación de tipo sexual o intimidad de pareja (a menos que fuera consensuado, claro está).

De inicio, la propuesta dejó literalmente “helada” a Caty, pues ella simplemente no imaginaba que este tipo de acuerdos existieran. Además, como ella nunca ha estado casada, le causó una avalancha de interrogantes si llegara a aceptar: ¿Qué pensaría su familia de ella? ¿Cómo la juzgarán sus amistades? ¿Cómo lo asimilaría su hijo y qué consecuencias tendría en el desarrollo del pequeño? Y al mudarse de Victoria al Mante, ¿Se adaptaría a una ciudad más pequeña? ¿Al calor intenso?.

El hombre le aseguró que sus intereses eran perfectamente decentes y legales, además, con su estabilidad económica (es dueño de varias parcelas de caña, dos casas, locales comerciales, terrenos, vehículos, una refaccionaria, y un par de changarros más) nada le faltaría a la mujer y a su hijo y tendrían su futuro asegurado.

Ya tranquila, Caty le dijo a Don Benjamín que tendría que pensar muy bien en la proposición.
“Entiendo y respeto tu impresión, eso me dice que eres una buena mujer decente, pero no tardes mucho en darme respuesta” le expresó.

Caty no ha decidido nada aún. Su madre y su padrastro le aconsejan que acepte, incluso su mejor amiga también la anima a casarse con Don Benjamín. Ella lo sigue pensando para decidir sin presiones. Esperemos que elija con sabiduría.

Demasiada pata de perro por esta semana.

POR JORGE ZAMORA

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