CIUDAD VICTORIA, TAMAULIPAS.- A poco más de 20 kilómetros del centro de Ciudad Victoria, en el aeropuerto internacional General Pedro J. Méndez, el ambiente ya era especial desde temprano.
A pesar del calor de la mañana, la emoción superaba todo. Familiares, amigas y amigos, y compañeros de escuela de Alejandro Avilés comenzaron a llegar con pancartas, globos y cámaras listas para capturar un instante que sabían sería inolvidable.
Faltaban aún treinta minutos para que aterrizara el avión procedente de la Ciudad de México, pero todos ya estaban ahí, ansiosos, mirando la pantalla de llegadas y esperando el anuncio por bocina que confirmara que “La Flecha” volvía a casa… como el mejor del mundo.
El reloj marcó las 9:00 de la mañana cuando finalmente, el vuelo tocó tierra en Tamaulipas. A bordo venía Alejandro Avilés, el joven atleta victorense que conquistó Europa con sus pasos: cuatro medallas de oro y dos récords mundiales en el Abierto Europeo de Atletismo para personas con síndrome de Down celebrado en Praga, República Checa.
Minutos después del arribo, acompañado por su madre, Silvia González, su compañera de vida y motor incondicional, Alex cruzó la puerta de llegadas con el pecho lleno de orgullo y las medallas colgando como prueba de una hazaña histórica.
Los aplausos estallaron de inmediato. Algunos lo abrazaban con alegría, otros simplemente lo admiraban con asombro. Incluso personas que no lo conocían aplaudían conmovidos.
“¿Cuántas medallas traes, Alex?” le preguntaban emocionados. “¡Cuatro medallas y dos récords!” respondía él con una sonrisa enorme, como quien sabe que ha hecho algo grande.
Uno de los momentos más emotivos fue cuando vio una pancarta que decía: “Bienvenido. Muchas felicidades, Alex Avilés”, acompañada de fotos y mensajes de cariño. Alex la observó con los ojos brillantes y el corazón latiendo fuerte, como si en ese instante entendiera la magnitud de lo que acababa de lograr.
En entrevista con este medio, Alex, con voz firme y emoción en el rostro, resumió su hazaña en una sola frase: “Soy Alex Avilés, soy campeón mundial y muchas gracias”.
Su madre, Silvia, también compartió sus emociones: “Fue muy bonito verlo correr, fue muy bonito verlo triunfar y cumplir sus sueños. Es algo inolvidable. En Europa lo conocían como el Rockstar, porque todas las delegaciones esperaban a verlo competir y lo saludaban. Realmente fue una experiencia muy bonita que nos dejará marcados para siempre”.
Mientras tanto, Carlos Avilés, su papá, vivió todo desde casa con el corazón en la mano: “Se podría decir que fue un doble nervio, porque era de madrugada y no sabía cómo iban en tiempo real. Pero cuando llegaban los mensajes de voz de mi esposa diciendo que Alex había roto dos récords mundiales y ganado medallas de oro… fue una satisfacción enorme”.
Tras convivir alrededor de 15 minutos con quienes lo esperaban, Alex, sus padres y sus amigos se retiraron del aeropuerto abrazados, riendo, compartiendo anécdotas de su travesía por Europa.
Luego fueron a desayunar juntos. Ahí, entre jugos, café y pan dulce, seguramente Alex siguió regalando sonrisas y reviviendo los momentos que lo llevaron a poner el nombre de Victoria, Tamaulipas y México en lo más alto.
Volvió a casa como lo que es: un campeón. Pero más allá de las medallas, volvió siendo ejemplo, alegría e inspiración.
POR. DANIEL VÁZQUEZ
EXPRESO-LA RAZÓN