Desde el norte de Tamaulipas, en la franja costera donde el Golfo de México conecta a México con Texas, una serie de problemas ambientales, legales y sociales han surgido como consecuencia directa de las operaciones de la empresa SpaceX, propiedad del empresario Elon Musk. La cercanía de la base de lanzamiento Starbase, ubicada en Boca Chica, Texas, con la Playa Bagdad y otras zonas del litoral mexicano, ha convertido al área en un escenario de vigilancia militar, contaminación por basura espacial y crecientes tensiones diplomáticas por el uso de aguas y territorio nacional.
El 21 de julio de 2025, la Secretaría de Marina Armada de México (SEMAR) desplegó un buque de vigilancia de 88 metros de largo frente a las costas de Playa Bagdad. El objetivo de esta operación es evitar que buques de SpaceX u otras embarcaciones extranjeras ingresen a aguas mexicanas con la intención de recuperar fragmentos del cohete Starship 8, cuyos restos cayeron en la región tras un fallido lanzamiento.
La medida, respaldada por la organización ambientalista Conibio Global, responde a preocupaciones crecientes por la seguridad ambiental y la soberanía territorial. Se ha reportado que barcos estadounidenses intentaron extraer restos del cohete sin los permisos correspondientes, violando la legislación mexicana sobre protección de recursos naturales.
La Marina realiza patrullajes constantes al norte y sur de la playa, con la intención de disuadir cualquier intento de extracción ilegal. Según Conibio Global, SpaceX solo ha recuperado el 10% de los motores del Starship 8, mientras que el resto del cuerpo permanece sumergido a unos 15 metros de profundidad. Se ha advertido que estos materiales, compuestos en su mayoría por aleaciones metálicas y compuestos industriales, podrían liberar contaminantes al ecosistema marino si no se manejan bajo estrictas medidas de seguridad ambiental.
Contaminación en playas mexicanas
La presencia de basura espacial en las costas de Tamaulipas se ha convertido en un problema constante. Jesús Elías Ibarra, director del Programa de Tortugas Marinas de Conibio Global, ha documentado la llegada de restos de cohetes desde noviembre de 2024. Estos materiales incluyen plásticos, adhesivos, aluminio, gomas industriales, tubos de acero e incluso tanques metálicos de gran tamaño.
Una de las principales preocupaciones se centra en los efectos sobre la vida silvestre, particularmente la tortuga lora, especie en peligro de extinción que anida en Playa Bagdad. Ibarra denunció que las vibraciones generadas por los lanzamientos compactan la arena, dificultando la emergencia de las crías desde los nidos. Según sus datos, al menos 300 crías murieron por este fenómeno.
En mayo de 2025, tras otro lanzamiento, Conibio Global recolectó más de una tonelada de residuos en tan solo 500 metros de playa. La limpieza completa es inviable con el pequeño equipo que tiene la organización. La acumulación de desechos ha generado preocupaciones tanto por su impacto ecológico como por el riesgo a la salud pública.
Además de la contaminación visible, se han registrado impactos indirectos como la quema de vegetación en la ribera del Río Bravo y la caída de árboles tras la explosión de un cohete en junio. En algunas poblaciones fronterizas de Tamaulipas, también se reportaron daños menores en viviendas causados por las vibraciones de los lanzamientos.
El costo de enfrentar estas afectaciones ha superado los 26,000 dólares, según la organización ambiental, principalmente por el uso de combustible, materiales y salarios del personal de limpieza y monitoreo.
Tensión con SpaceX y respuesta gubernamental
Conibio Global ha entregado los residuos a la Procuraduría Federal de Protección al Ambiente (PROFEPA), que junto con la Secretaría de Marina ha realizado inspecciones en el área. Durante estas actividades, se documentó el hallazgo de un tanque metálico de cuatro metros y una tubería de acero inoxidable de cinco kilogramos, entre otros restos.
Sin embargo, la interacción con SpaceX ha sido limitada. Aunque la empresa ha afirmado en redes sociales que ha ofrecido apoyo para la limpieza y ha solicitado cooperación a los gobiernos local y federal de México, la organización ambiental denunció actos de vigilancia y hostigamiento por parte de drones presuntamente operados por SpaceX durante sus actividades de monitoreo.
La problemática ha captado atención nacional. El 25 de junio, la presidenta Claudia Sheinbaum abordó el tema durante su conferencia matutina. Reconoció la existencia de contaminación ambiental por los lanzamientos y anunció una revisión de su impacto conforme a leyes internacionales, sin descartar acciones legales.
Sheinbaum destacó que cualquier actuación deberá realizarse dentro del marco legal y se comprometió a proteger tanto el medio ambiente como la soberanía del país. En tanto, la vigilancia marítima se mantiene activa con la advertencia de que cualquier intento de extracción ilegal será sancionado.
Problemas laborales en SpaceX
Además del impacto ambiental y territorial, SpaceX enfrenta crecientes críticas por las condiciones laborales en sus instalaciones, particularmente en Starbase, Texas, donde se desarrollan los lanzamientos que afectan al lado mexicano de la frontera.
Recientemente, dos exempleados interpusieron demandas ante un tribunal federal por condiciones inseguras de trabajo. Robert Markert, quien trabajó como supervisor durante 13 años en la empresa, afirmó haber sido despedido tras advertir sobre peligros mortales en los procedimientos de recuperación de cohetes. Asegura que sus advertencias fueron ignoradas por razones de costo.
Markert denunció que los trabajadores enfrentan jornadas de hasta 20 días consecutivos, sin tiempo suficiente para recibir capacitación y bajo presión constante para evitar reportar lesiones por miedo a represalias.
A su testimonio se suma el de David Lavalle, fontanero de 60 años, quien acusó a la empresa de discriminación por edad. Según su demanda, fue despedido tras pedir una licencia médica luego de sufrir múltiples lesiones. Atribuye su salida a la llegada de un nuevo gerente de 28 años.
Estas denuncias se respaldan con datos oficiales. La Administración de Seguridad y Salud Ocupacional de Estados Unidos (OSHA) reporta una tasa de lesiones en Starbase de 4.27 por cada 100 trabajadores, casi el triple del promedio de la industria aeronáutica. En otras instalaciones de SpaceX, como las de la costa oeste, esa cifra asciende a 7.6, la más alta de la compañía.
Hasta ahora, SpaceX no ha emitido declaraciones sobre estos casos, pero el contraste entre su acelerada expansión tecnológica y los reclamos laborales ha generado cuestionamientos en medios estadounidenses y organizaciones sindicales.
Por Staff Expreso-La Razón




