Apenas hace algunos días fue publicada la convocatoria para elegir al nuevo titular de la Fiscalía General de Justicia de Tamaulipas; un puesto de mucha importancia para la vida jurídica y política de nuestro Estado.
Los responsables de elegir al nuevo fiscal serán nuestras diputadas y diputados locales quienes, desde la semana pasada ya se encuentran operando el tema (por que trabajando es otra cosa). Trascendió que fueron recibidas 40 solicitudes, de las cuales, solo una se desestimó falta de documentación.
Hay que decirlo como es. Esta labor no es algo menor y convendría que nuestras legisladoras y legisladores tamaulipecos dimensionaran la magnitud de la labor que tienen en frente.
Y es que, para empezar, hay que dejarlo muy claro: en cualquier democracia que aspire a ser funcional, la autonomía de las instituciones encargadas de la procuración de justicia no es un lujo, es una condición indispensable.
Quienes integran la Legislatura local deben entender que esta decisión trasciende coyunturas políticas, simpatías partidistas e intereses de gobierno; se trata, en esencia, de definir si se optará por un modelo donde la Ley sirve como herramienta de control político o por uno donde la justicia se ejerce como un contrapeso real al poder.
La tentación de designar a un perfil cercano al régimen que gobierna siempre está ahí. Es natural; a ningún gobierno le agrada la posibilidad de verse limitado por una Fiscalía que investigue con plena independencia.
Sin embargo, precisamente por eso, la elección de un fiscal ajeno al poder en turno se vuelve tan importante. Un fiscal autónomo protege no solo a la oposición, sino también a la ciudadanía y, paradójicamente, al propio gobierno, porque dota de legitimidad a las instituciones y evita que las decisiones de justicia se interpreten como venganzas políticas.
Además, un fiscal con vínculos partidistas o de complicidad política estará siempre bajo sospecha, será incapaz de generar confianza social y de sostener investigaciones que incomoden al poder. En cambio, un perfil verdaderamente independiente enviaría un mensaje claro: la Ley no depende del color del gobierno.
Las diputadas y diputados locales tienen una gran oportunidad para sacudirse esa imagen de servilismo que los ha aquejado desde el inicio de su encomienda; en este momento pueden tomar una decisión con visión de Estado y enviar un mensaje de renuncia a la tentación de controlar cada órgano público.
Nuestro Congreso local tiene la oportunidad (y la responsabilidad) de construir un equilibrio institucional real. Elegir a un fiscal autónomo, profesional y ajeno al partido en el poder no solo fortalecería la división de poderes, además, abonaría a generar un piso parejo para todos y reafirmaría el compromiso con una justicia libre de presiones.
Porque al final, la pregunta no es qué fiscal conviene al gobierno en turno, sino qué fiscal conviene a la sociedad y a la democracia.
Al respecto, es muy interesante resaltar que uno de los perfiles que se registró para ocupar este puesto, es la diputada Mercedes del Carmen Guillén. Una persona más que calificada para ocupar el puesto; una mujer de excelente criterio jurídico, capacidad profesional y los tamaños para garantizar la aplicación de la justicia en Tamaulipas.
Indudablemente, las y los diputados locales tienen un perfil más que probado que considerar… Y hablando de mujeres capaces, esta semana también fue designada como titular del Órgano Interno de Control del Instituto Electoral de Tamaulipas la maestra Frida Gómez; sin duda alguna, un perfil altamente competente y profesional que abonará a la transparencia y eficacia del OPLE local.
En fin; tremenda tarea que tienen nuestros diputados locales, esperemos que esto sea un verdadero ejercicio democrático y no solo una simulación ordenada desde el tercer piso de Palacio de Gobierno…
Estamos en la recta final de este Periodo Ordinario de Sesiones, ya nada más les falta el Paquete Económico… ¿habrá algo que logre sorprendernos?
Por. Josué Sánchez Nieto.
