La comunidad científica de todo el mundo ha alertado ante el deshielo que ha ocasionado el calentamiento global; según los expertos, esto ha acelerado que se derrita el permafrost, una capa de suelo que permanece congelada durante todo el año y se encuentra en regiones muy frías como Alaska, Canadá, Siberia o el Ártico.
De acuerdo con los científicos la preocupación gira entorno a que el deshielo del permafrost ha «despertado» a microbios que permanecieron congelados durante miles de años. Este fenómeno preocupa porque esos organismos antiguos empiezan a consumir materia orgánica atrapada en el suelo y liberan gases que contribuyen al calentamiento global.
El interés científico aumentó cuando un grupo de investigadores analizó muestras tomadas en un túnel de permafrost ubicado cerca de Fairbanks, Alaska. Este sitio permite acceder a capas profundas del suelo que no se ven afectadas por el deshielo estacional de cada verano. Las muestras se recogieron con cuidado para evitar que el oxígeno del aire cambiara el comportamiento de los microbios presentes. Después se almacenaron en cámaras especiales y se incubaron durante varios meses a temperaturas que imitan veranos suaves y periodos cálidos como los que ya se presentan cada vez más en el norte del planeta.
El seguimiento reveló que en las primeras semanas casi no había actividad. La renovación celular avanzaba a un ritmo muy bajo, lo que daba la impresión de que los microbios seguían en reposo. Sin embargo, conforme pasaron los meses, las células comenzaron a reparar sus membranas, reorganizarse y formar estructuras conocidas como biofilms. Estas estructuras permiten que los microorganismos trabajen de manera coordinada y procesen con mayor eficiencia la materia orgánica disponible. Es un comportamiento común en suelos actuales, lo que indica que esas habilidades se conservan incluso después de miles de años de congelación.
¿Qué está ocasionando el «despertar» de los microbios?

El estudio también mostró que algunos de los gases detectados al inicio no se originaron por la actividad microbiana. Se trataba de burbujas atrapadas en el hielo desde tiempos antiguos. Identificar esta diferencia es fundamental para no confundir las emisiones antiguas con las que se generan por el metabolismo de los microbios reactivados. Conforme el proceso avanzó, los científicos confirmaron que la actividad microbiana sí estaba liberando dióxido de carbono y metano, dos gases reconocidos por su capacidad para atrapar calor en la atmósfera.
Uno de los aspectos más relevantes es que el Ártico se calienta más rápido que el resto del planeta. Esto significa que las estaciones cálidas duran más tiempo y permiten que las capas profundas del permafrost permanezcan descongeladas durante periodos que antes no existían. Según especialistas de agencias climáticas, este alargamiento estacional es más determinante que los picos de calor de un solo día. Lo que realmente impulsa el despertar microbiano es el tiempo continuo en el que la temperatura se mantiene por encima del punto de congelación.
¿Cómo afectará a la salud humana?
El riesgo global está en la cantidad de carbono almacenado en esos suelos. Se estima que es el doble del carbono presente actualmente en la atmósfera. Mientras el permafrost permanece congelado ese material no representa un problema. Cuando se descongela, los microbios tienen acceso a él y lo transforman en gases que amplifican el calentamiento. Esto crea una posible cadena de retroalimentación. Más calor provoca más deshielo. El deshielo expone más carbono. El carbono se convierte en gases y esos gases calientan aún más el planeta.
Además de las implicaciones climáticas, el deshielo afecta de forma directa a los ecosistemas del norte. El terreno pierde estabilidad, los ríos cambian su recorrido y se alteran humedales que son esenciales para la fauna local. Las comunidades indígenas que dependen del hielo y de un suelo firme para cazar o desplazarse enfrentan un entorno que se transforma con rapidez. También se afectan carreteras, viviendas y tuberías que se construyeron sobre un terreno que solía ser estable y ahora empieza a hundirse o deformarse.
Los investigadores señalan que por ahora no existe evidencia de que estos microbios representen un riesgo para la salud humana. Su comportamiento se relaciona principalmente con el procesamiento del carbono del suelo.
CON INFORMACIÓN DE EL HERALDO DE MÉXICO




