A más de tres años de la debacle electoral que sufrieron en Tamaulipas, y poco más de 12 meses de la última paliza que recibieron en las urnas, resulta llamativo que la oposición no haya sido capaz de hilvanar una narrativa atractiva para la población.
Es verdad: tienen muchos factores en contra, empezando por su pésima reputación -concentrada sobre todo en el PRI y el PAN-, pero también es verdad que en el contexto democrático actual, ser oposición puede traducirse en una ventaja.
El mundo está lleno de ejemplos de que para los oficialismos es cada vez más complejo ganar elecciones; flota en el ambiente una constante sensación de inconformidad con lo establecido, cualquier cosa que eso signifique.
Basta echar un vistazo a las redes sociales para darse cuenta de ello. Más allá de la muy evidente utilización de bots y campañas negras, trasluce en todo tipo de plataformas un descontento generalizado. ¿Contra qué? Contra todo, o casi todo.
Ahí radica -aunque sea en parte- el éxito de productos electorales que provienen de fuera del sistema. Outsiders que enarbolan como única bandera ser diferentes al que está en el poder, sin importar que además de eso, no cuenten con más argumentos, ni bases para proponer cambios viables y perdurables en el tiempo.
Así han ganado elecciones.
La tragedia para los partidos más antiguos es que, para un amplio sector de los inconformes con la 4T, sigue siendo impensable un viraje de 180 grados para votar por ellos.
Ni el PAN ni el PRI, podrían siquiera pensar en promoverse como entes ajenos al establishment actual (recuérdese si no, el intento de nueva imagen que lanzó Acción Nacional), queda la duda -porque ni siquiera se han acercado- de saber si podrían aspirar a construir un discurso sólido que recoja el descontento ciudadano, propio del desgaste que enfrenta cualquier partido en el poder.
Ahí es donde cobran relevancia otros espacios políticos.
(En el caso de Tamaulipas el contexto es muy particular, pues algunos satélites de la 4T pueden ya ser considerados opositores, como el Partido Verde, que parece dispuesto a abrir la puerta a todos los morenistas que quiebren lanzas).
Este escenario pareciera ideal para que Movimiento Ciudadano por fin se consolide como una alternativa real, algo que no ha conseguido en este rincón del país.
Su principal ventaja es lo que los diferencia del PAN y el PRI, que es la posibilidad de pedir una primera oportunidad a la población.
Su mayor desventaja es que ni la vecindad con el Nuevo León de Samuel García, les ha ayudado a aterrizar una línea discursiva clara y coherente que comunique sus aspiraciones.
Y en política, las ventanas que no se aprovechan, se cierran.




