Conocí a Pepe Rábago cuando yo estudiaba en la escuela secundaria Prevocacional 311-6 «Francisco Nicodemo», mejor conocida como La Prevo, localizada en la avenida Hidalgo, al lado del Auditorio municipal de Tampico, a fines de 1959 y principios de 1960.
El profesor del centro de enseñanza, Gustavo Pontvianne Zoromeño, mi maestro de Educación Física, acostumbraba impartirnos las clases en tres lugares, en los patios del plantel, en el Parque Méndez y en las aguas de la Laguna del Chairel, en el primero daba las correspondientes al voleibol, en el segundo las de baloncesto y en el tercero las de natación.
En el emblemático «Parque Méndez» de la avenida Álvaro Obregón, Pepe, oriundo de la colonia Guadalupe Victoria, mejor conocida como barrio del Golfo, practicaba su deporte preferido, el basquetbol, igual que otros destacados deportistas locales, entre ellos Carlos Vega Gallegos, Rábago Castillo, los internacionales Ricardo Pontvianne Jiménez y mi paisano de Aldama, Manuel Raga Navarro, considerado el mejor jugador de baloncesto mexicano de todos los tiempos, eran parte del equipo de la famosa «Escuadra Guinda», que hizo historia en las décadas de 1950 y 1960 cuando el equipo se coronó campeón nacional infantil y juvenil y luego sirvió de base a la selección mexicana.
En el Parque de la avenida Obregón conocí y vi jugar también algunos partidos de baloncesto a David Gómez Fuentes y a Rodolfo Vega Gallegos, compañeros universitarios cuando estudiábamos, ellos en la Facultad de Comercio y Administración y yo en la de Derecho y Ciencias Sociales de la UAT.
Conformaban la docena nacional, Raga, que después brillaría en Italia y Europa, Pontvianne, Carlos Quintanar, Rafael el Caballo Heredia, Arturo Guerrero y Antonio Ayala, entre otras, quienes, además de haber destacado en los juegos panamericanos de Winnipeg 1967 en donde México consiguió la medalla de plata perdiendo la final contra Estados Unidos y los Cali de 1971 en los que finalizó en la cuarta posición, de la mano del director técnico Laster Lane, ganaron el quinto lugar de la olimpiada de 1968, solo abajo de los Estados Unidos, Yugoeslavia y Rusia.
Con todos ellos jugó Rábago, quien tenía todo el nivel para conformar seleccionado nacional, pero prefirió concluir los estudios universitarios de contador público.
En la campaña electoral del proceso por la diputación federal de Tampico de 2009, por cierto, el exalcalde se echó una «cascarita» con los vecinos en la cancha del fraccionamiento Lomas del Chairel Fovissste en la que el legislador demostró sus habilidades en el llamado deporte ráfaga.
Ricardo Pontvianne y su hermana Georgina, los dos hijos de Gustravo Pointvianne Zoromeño, fueron mis compañeros de grupo en La Prevo, igual que otra gloria del deporte, aunque en la disciplina del voleibol, también estudiaba en el mismo plantel escolar, Gloria Inzua Bolado, tampiqueña de la que poco se habla a pesar de que fue estrella del seleccionada nacional en la Olimpiada de México 1968.
Ricardo Pontvianne se parecía físicamente a su padre en la estatura, mientras que otros de sus hijos, Gustavo, era más bajito, pero su semblante era muy similar al de su progenitor. Gustavo Pontvienne padre, también fue figura mundialista del deporte, como en los juegos de la XIX Olimpiada en los que se desempeñó como juez de la máxima justa deportiva.
Otro de los atributos de este último es que con solo verte jugar una vez sabía para cuál práctica deportiva eras más apto. A mi me dijo, tu puedes brillar en la natación y el atletismo, si quieres destacar como atleta de alto rendimiento, dedícate a ellos en cuerpo y alma. Otro maestro de La Prevo, el profesor de la clase de Biología, Jesús Salazar Martínez, me dijo una vez que ya tenía potencial para la investigación y la escritura.
La cancha de basquetbol del Parque Méndez se localizaba entonces en el centro de la unidad, pegado a la calle en la que se encontraban las oficinas de la Octava Zona Militar, antes de mudarse a Tancol, donde noche a noche se concentraban los aficionados del puerto a disfrutar de los emotivos encuentros basquetobolistas que tenían lugar en el popular centro deportivo de la ciudad.
En varias ocasiones Pepe Rábago Castillo me comentó que uno de sus objetivos o metas en la vida, tanto en la actividad deportiva como en la de servidor público que le apasionaban, era trascender los años que le había tocado vivir y en ambos casos lo consiguió.
Un abrazo solidario para su esposa, hijos y demás familiares
Hasta luego Pepe, descansa en paz.
POR. JOSÉ LUIS HERNÁNDEZ CHÁVEZ
jlhbip2335@gmail.com
En memoria de Pepe Rábago, amigo desde la época de oro del Parque Méndez de Tampico.




