Va a ser muy difícil para Erick Silva Santos salir bien librado del golpe que le propinó ayer la justicia norteamericana al acusarlo directamente de “lavar dinero”, producto de sobornos y malversaciones y defraudar al sistema bancario de Estados Unidos.
El proceso no será corto, y el ex alcalde matamorense podrá defenderse como considere necesario. Nada está dicho, y claro, está la posibilidad de que al final el caso se caiga.
Pero el golpe a su imagen política, bastante maltrecha de por sí, es demoledor porque llega a unas cuantas semanas de que en su partido se definan las candidaturas por las diputaciones federales, su nuevo proyecto.
Viniendo de atrás y con la imagen de ser el candidato sin apoyo del centro, desempolvó parte de su estructura y en poco tiempo logró posicionarse como un aspirante serio a la par de Mónica González García, secretaria de Desarrollo Económico y Turismo del estado, que también ha mostrado interés por la candidatura.
La nota hecha pública por una fiscalía estadounidense da cuenta de una larga investigación contra Silva Santos, a quien se le acusa de depositar en Estados Unidos dinero sucio, producto de sobornos y malversación de fondos públicos.
Cuelga decir que esta acusación allana el camino de González García hacia la candidatura, pues ante la muy posible “baja” del exalcalde como aspirante, ella —con todos los retos que todavía tiene que vencer— queda como el único personaje del tricolor con peso para soportar la candidatura.
Incluso, antes de que se conocieran las broncas de Silva Santos con la justicia “gringa”, la funcionaria estatal podía presumir de varias ventajas: la más importante es que si como todo hace indicar, el Partido Revolucionario Institucional (PRI) decide aprovechar en Matamoros una de sus fichas para cumplir con la equidad de género, González García sería la única opción.
Más allá de la competencia interna, ahora el Comité Directivo Municipal del PRI tiene la responsabilidad de lograr que esta noticia no afecte también a quien resulte ser candidato. Pero no será fácil para Víctor García Fuentes por ejemplo, desmarcarse de Silva Santos.
En todo caso, si lo quieren ver por el lado amable, deberán reconocer que este golpe llega a tiempo para poder maniobrar y hacer un control de daños medianamente eficaz.
LA RADICALIZACIÓN DE LA PROTESTA
A nadie debe sorprender que día con día, las manifestaciones por el caso Ayotzinapa se tornen más violentas. ¿De verdad alguien esperaba que los grupos más combativos del país de pronto se volvieran más “modositos” cuando por lo que pelean es uno de los crímenes más graves de los que se tenga memoria?
Es cierto que sus métodos no ayudan de ningún modo a solucionar la crisis ni a recuperar lo perdido. Eso hay que decirlo con claridad. Pero pedirles que hagan protestas “light” demuestra una visión muy corta del momento que vive el país. Ojalá que las autoridades no se queden en ese nivel de entendimiento.
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