Seguramente habrá más de un tema por abordar en la reunión que se celebrará el 6 de enero de 2015, entre Enrique Peña Nieto, presidente de México, y Barack Obama, presidente de Estados Unidos, aunque públicamente se ha dicho que el leitmotiv será la agenda migratoria entre ambas naciones. Sin embargo, todo parece indicar que en dicho encuentro binacional se tratarán asuntos energéticos toda vez que la Reforma Energética abre la posibilidad a la inversión extranjera como cualquier otro país con políticas públicas de avanzada en el sector.
La precipitosa caída de los precios internacionales del petróleo, que pareciera no tener un pronto final, está provocando serios descalabros en algunas economías nacionales como por ejemplo a México esta crisis le está costando a las arcas federales dejar de percibir 392 millones de dólares por cada dólar que baje el precio de crudo en el mercado internacional, es decir, aproximadamente cinco mil 258 millones de pesos.
Esta nueva crisis petrolera tiene condiciones muy diferentes con las anteriores. A mediados de este año el precio del crudo alcanzó su nivel más alto, 102.41 dólares por barril, y en contraste la precipitación que se está viviendo para finales de este mismo año remonta a la anterior petrocrisis del 2008 cuando la tuvo la misma cotización que este diciembre de 2014. Empero, ahora existen otras características que el mercado mundial tiene y adicionalmente las nuevas perspectivas que también tiene México.
En tanto algunos analistas continúan apuntando como el autor de la desestabilización del petromercado mundial a la Organización de Países Exportadores de Petróleo (OPEP), particularmente Arabia Saudita, de forma inflexible realizarán su encuentro hasta el primer mes de 2015 porque aseguran que no hay una emergencia como tal y que toda esta crisis es producto de especuladores del mercado. ¿O será porque la OPEP se está beneficiando de alguna forma de la petrocrisis, por lo que envía su reunión hasta 2015?
Para comprender mejor estimado lector que estas situaciones están concatenadas, actualmente el auge energético en Estados Unidos lo ha llevado a liderar el sector al grado que justo en el pico más alto de este año —tal como expuse en párrafos anteriores— dejó de importar de Nigeria ni un solo barril de crudo, cuando desde la década de los 70 su flujo era de un millón de barriles al día. ¿Es casualidad o es causalidad?
De forma muy sintomática, mientras redactaba esta columna editorial están reunidos en Washington los tres hombres más importantes de la energía pública nacional de Norteamérica. Pedro Joaquín Coldwell, Secretario de Energía de México; Ernest Moniz, Secretario de Energía de Estados Unidos; y Greg Rickford, Ministro de Recursos Naturales de Canadá; están congregados con la finalidad de encontrar mecanismos de intercambio de información y construir un mapa energético trilateral. Claro, desde luego que ya pusieron en la mesa la posibilidad de integrar a los tres países en una misma infraestructura energética. ¿Una especie de Tratado Libre de Comercio en versión energética? ¿Usted qué opina?
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