6 diciembre, 2025

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PVEM y PANAL: los números

El Kiosko
Nada mejor que consultar las estadísticas, los números fríos, para evaluar si algo aporta, si es (o no) redituable, eficaz o productivo.
En materia de política electoral sucede lo mismo: checar los datos recientes, los votos obtenidos por cada uno de los partidos, es determinante para un análisis que se ubique en los terrenos de la objetividad.
Además, se debe partir de una premisa elemental de la asistencia ciudadana a las urnas: cada elección es distinta, diferente, marcada por las circunstancias del momento (influyen los factores nacionales, estatales y locales, así como el perfil de cada candidato, sin olvidar el marketing y la promoción mediática).
Son días en que todavía algunos priistas radicales (de Ciudad Madero y Altamira, principalmente) aseguran que la coalición con el Partido Verde y Nueva Alianza no servía para nada y que lo mejor que les pasó es que la alianza se cayó (si bien todavía existen por ahí algunas negociaciones, no se esperan avances concretos).
Se reitera: eso sucede en terruños como el altamirense, donde el priismo se encuentra ‘sobrado’, ya que en ese tipo de municipios no existe una sociedad civil altamente participativa, ni tampoco la mirada de los medios de comunicación tradicionales (e incluso, las redes sociales) observa con lupa lo que ahí acontece (cuestión que no sucede con ciudades como Tampico, Reynosa o Nuevo Laredo).
Al grano: la elección federal 2015 se pronostica compleja para el Partido Revolucionario Institucional a partir del mal manejo político y mediático del caso Ayotzinapa, donde el gobierno federal y todo el sistema priista salió ‘raspado’ (aún y cuando los 43 estudiantes normalistas fueron secuestrados y desaparecidos por un cartel del narcotráfico apoyado por la Policía de un municipio gobernador por el PRD).
Lo que parecía el momento para que México dejara atrás la ola de inseguridad en varios estados que arrastran la problemática desde el sexenio panista de Felipe Calderón, se complicó no solamente por lo que sucedió en Guerrero, sino por una serie de factores económicos que no estaban contemplados: la devaluación del peso frente al dólar en casi 10 por ciento y la estrepitosa caída del precio del barril de petróleo en el mercado internacional.
Hasta inicios de septiembre, las cosas parecían pintarle bien al priismo en el escenario electoral de 2015. Sin embargo, la perspectiva se complicó. Por supuesto, todavía faltan 5 meses y medio para la elección y, en un panorama tan cambiante, las proyecciones para el tricolor pueden mejorar (la organización de sus estructuras es su principal fortaleza).
Por ello, una de las recetas que podía aplicar el PRI para afrontar la elección federal del próximo año era el establecimiento de las alianzas con el Partido Verde y con Nueva Alianza. En otros estados, las coaliciones se pactaron. Eso no pasó en Tamaulipas, donde el tricolor se la va a jugar en solitario.
Se reitera: municipios como Altamira son relativamente sencillos para la tradicional maquinaria priista, pero… ¿qué va a pasar en las ciudades que registran una dinámica política, económica y social más compleja como Nuevo Laredo, Reynosa, Matamoros y Tampico? En 2015 se juega algo más que las 8 diputaciones federales: se encuentra en disputa el efecto psicológico para ganar (o perder) la gubernatura de Tamaulipas en 2016.
Para comenzar, ¿sabe usted estimado lector cuántos votos sacaron el PVEM y el PANAL juntos en la elección a diputados federales de 2012? Si se suman los sufragios de ambas fuerzas partidistas el resultado es más que interesante: 117 mil 613 votos. ¿Qué tal? Muy buenos, ¿verdad?
¿Y sabe por cuántos votos de diferencia perdió el PRI frente al PAN en esa elección por las 8 diputaciones federales? La cifra: la derrota en las urnas distritales fue, en suma, por 55 mil 232 sufragios.
Es decir, si el PRI hubiera ido en alianza con el Partido Verde y Nueva Alianza, solamente habría perdido dos diputaciones federales: Nuevo Laredo y Tampico. El resultado al revés: El PRI hubiera ganado 6 diputaciones federales (Reynosa, Río Bravo, Matamoros y Madero estarían en sus manos) y el PAN sólo se habría llevado dos distritos. Pero no hubo alianza y el resultado fue un desastre para el tricolor (las dos senadurías también se las llevó Acción Nacional).
Un caso concreto: el Séptimo Distrito, con cabecera en Ciudad Madero. El PAN ganó con 63 mil 206 votos. El PRI perdió al quedarse con 52 mil 060 sufragios. Es decir, la diferencia fue 11 mil 146 votos.
Si el PRI hubiera pactado la alianza electoral con el PVEM y el PANAL, el resultado habría sido diferente. Los ecologistas obtuvieron 6 mil 450 votos en las urnas, mientras que los profesores captaron 6 mil 067 sufragios. Si se suman esas cantidades, la cifra es de 12 mil 517 votos… los que necesitaba el PRI para superar al PAN en el Distrito Siete.
Otro ejemplo: en Reynosa, el PRI perdió por solo 3 mil 388 votos de diferencia frente al PAN. Si el priismo hubiera ido en coalición con ‘El Tucán’ y el magisterio, la derrota se habría convertido en victoria con relativa facilidad. El Partido Verde alcanzó 6 mil 208 votos y Nueva Alianza consiguió 6 mil 873 sufragios. Pero, bien dicen, el hubiera no existe.
Y ojo: el PVEM logró 7 mil 740 votos en el Séptimo Distrito en la elección de 2009 y obtuvo 7 mil 692 sufragios en el Distrito Ocho, con cabecera en Tampico, en un proceso electoral donde el PRI apenas superó por 5 mil 100 votos al PAN. De hecho, es la única victoria priista en las últimas cinco contiendas en las urnas por la diputación federal porteña.
Es cierto: cada elección es distinta. El PRI ganó las alcaldías del sur de Tamaulipas el año pasado. Sin embargo, el priismo no debería perder de vista que el escenario nacional pinta con tonalidades complejas.
Una cuestión puede favorecer al tricolor: los demás partidos no se encuentran tampoco en su mejor momento. El PAN todavía sufre el desgaste de haber ejercido el poder y no dar resultados durante 12 años en Los Pinos. Por su parte, el PRD se fragmenta y se pulveriza (ya se habla que IDN formará su propia organización partidista).
Además, Morena se incorpora al escenario electoral y habrá que estar al pendiente de lo que sume en las urnas (algunas encuestas lo ubican ya con 10 por ciento de la votación total, lo que afectará principalmente al perredismo y a la chiquillada de la izquierda -el PT está en la lona-).
Por si fuera poco, habrá que ver la reacción del Partido Verde y de Nueva Alianza ante el PRI. Por ejemplo, es prácticamente un hecho que los ecologistas lanzarán como candidato a diputado federal por el Séptimo Distrito a Azael Portillo Alejo, quien, seguramente, moverá su estructura, a la que se sumará el voto de una sociedad civil interesada en la temática ambientalista (Madero y Altamira sufren con los problemas de contaminación).
Un ingrediente adicional en ese distrito: priistas de Madero no están de acuerdo en que una vez más sean desplazados de la candidatura a diputado federal, ya que desde el 2000, cuando Gustavo González Balderas ganó, no ha habido otro maderense como representante en el Congreso de San Lázaro por la vía de la mayoría relativa (Sergio Posadas, ciertamente, perdió hace dos años).
En resumen, el ambiente político electoral se encuentra más que candente. Y ojo: el próximo domingo 21 de diciembre se espera que el PRI lance su convocatoria para definir los detalles para la elección de sus candidatos a diputados federales.

 

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