Ante el presidente de México, Enrique Peña Nieto, durante la ceremonia de entrega de la medalla Belisario Domínguez, que el Senado de la República, entregó al poeta, Eraclio Zepeda, el Senador, Zoe Robledo Aburto, durante su mensaje, hizo una profunda autocrítica al quehacer político de México.
El Legislador chiapaneco hizo una radiografía del México actual, sumergido en una profunda crisis de credibilidad, haciendo una similitud del personaje de un cuento de Eraclio Zepeda, Pacífico Muñoz, don chico que vuela.
Narra el Senador, que «don chico era un hombre sencillo y obstinado que se molestaba ante las dificultades para visitar pueblos lejanos. La patria de don chico era una de montañas escarpadas, de ríos traicioneros y de caminos muy angostos. Por eso, don chico pensaba que caminar era inútil, el ir a caballo era simplemente una tontería; lo indispensable en esas tierras, era volar».
Y agrega, que la idea del vuelo se le fue arraigando en la cabeza como un sombrero de ensueños, hasta que un día con la firmeza que da el total convencimiento anunció: “…Señoras y señores: Voy a volar…”. Y puso manos a la obra.
Dijo que tras intensas reflexiones y cálculos matemáticos construyó sus alas de carrizo y de palma, cuando quedó todo listo, el navegante hizo saber que volaría al cielo. El problema fue que al saber que don chico iría al cielo, comenzaron a hacerle muchos encargos, le pidieron que llevara queso, trago, café a los difuntos.
Rápidamente fue creciendo el volumen de dulces, de tostadas, de sandías.
Entonces, llegó el gran día, y don chico subió al campanario de la iglesia para emprender el vuelo; pero la carga excesiva lo evitó, el hombre volador se desplomó, y la tragedia se consumo de inmediato. Alguien, de entre los mirones pronunció una frase misteriosa y lapidaria, lo mató el sobrepeso, si no fuera por los encarguitos, don chico, vuela.
Con esa narración, el Senador, Robledo Aburto hizo referencia a que México ha intentado muchas veces volar, pero no ha podido por el sobre peso, «el sobre peso como las instituciones extractivas que han arraigado un estado permanente de desigualdades totales: desigualdad en la concentración de la riqueza; desigualdad en la distribución del ingreso; desigualdad ante la ley; desigualdad en la calidad de los servicios; desigualdad en el ejercicio de los derechos políticos.»
Y reconoció que «otro de esos encarguitos ante los ojos de la sociedad, uno muy pesado es nuestra clase política. Nuestra clase política, que, como las sandías y los quesos, no nos ha permitido emprender un vuelo histórico digno de nuestra nación».
Subrayó que «esta clase política en la que nos incluimos los integrantes de todos los poderes de la república, que pocas veces ha estado a la altura por diferentes circunstancias; ha ido acumulando intereses, que, como los dulces y las frutas de don chico, constituyen una carga pesada que es necesario y que es urgente eliminar».
Expuso que «hoy hay una crisis de credibilidad que parece abonar esta propuesta: que se vayan todos. Yo no comparto esa propuesta. Soy un convencido de la dinámica creadora de la política, pero ésta para echarse a andar debe de partir de una autocrítica honesta y rigurosa para remontar las dificultades, el único camino es la política».
Propuso «empecemos ya, más democracia para resolver los problemas de la democracia; una democracia realmente participativa y ciudadana como el mayor contrapeso al abuso de poder. Empecemos ya, porque no puede haber democracia sin partidos; pero no puede haber partidos sin confianza ciudadana, y sin representación efectiva».
Y en clara alusión a los escándalos de corrupción que sacuden al país, el Senador, propuso «empecemos ya saneando los mecanismos de acceso al poder para que no se haga política con dinero ni dinero con la política». Empecemos ya con funcionarios públicos sensibles, humildes, convencidos de su responsabilidad y de su deber en la rendición de cuentas.
Agregó «empecemos ya entendiendo que el poder no es patrimonio personal de los políticos ni licencia de impunidad ni patente de privilegios»
Demando poner fin al fuero de todos, empezando por el Senado de la República.
«Empecemos ya, entendiendo que sin transparencia no hay democracia, asumamos tres compromisos, en los tres poderes y los tres niveles de gobierno: declaración patrimonial en la inversión pública; declaración de impuestos de los últimos cinco años y declaración de intereses, empecemos ya».
Sin duda una profunda autocrítica, que ojalá se escuchara en todos los niveles del Gobierno, para que México pueda volar, eliminando los contra pesos de una clase política, que no está a la altura de las demandas de los mexicanos.