6 diciembre, 2025

6 diciembre, 2025

La lección

Laberintos de poder

No fue para la política electoral tamaulipeca, la mejor manera de cerrar el año.

A querer o no, para el 2015 este escenario, aunque haya quienes lo nieguen, ya quedó marcado. Por el lodo.

Curioso: bastó una sola embestida para sembrar la desconfianza, la prudencia, las dudas y hasta el temor abierto entre los personajes que formaban alegre coro en pos de una candidatura a la Cámara Baja del Congreso de la Unión. A una diputación federal, para ser más claro.

Es una lástima.

La expectativa que apenas unas semanas atrás había surgido de una contienda ajena a la política de basurero, se hizo añicos. La hicieron pedazos cuando apenas empezaba a vivir.

Quizás usted tuvo la oportunidad de presenciar ese panorama casi festivo y ciertamente oxigenante. Dentro del Partido Revolucionario Institucional -lo cito por ser el que tiene la bandera del poder local- se sucedían en forma cotidiana las reuniones bajo techo o a cielo abierto, era notoria la integración de grupos de simpatizantes, la aparición contínua de sondeos sobre tendencias, empezaban a menudear las aceptaciones tácitas y directas sobre aspiraciones y en general, algo que ya se había convertido en pieza de museo: asomaba la transparencia, que empezaba a hacer a un lado una acartonada visión de disciplina partidista.

Y ¡bang!

La inesperada andanada mediática desatada sobre uno de los más sólidos aspirantes a una candidatura por el PRI, Homero de la Garza Tamez, no sólo revolvió las aguas, las convirtió en terreno pantanoso.

De la noche a la mañana, las reuniones cesaron, los desayunos se interrumpieron, los comités anticipados se desmembraron y quienes sentían poseer los méritos para buscar el voto, enmudecieron. En su lugar, surgieron las peticiones de «no me menciones», la decisión de mantener un perfil bajo y como dice la voz popular, la postura comodina de «nadar de muertito».

Sí. Qué lástima.

Lo lamento porque para esa pasividad tricolor que se ofrece como reacción, sólo puede haber dos explicaciones.

Una de ellas es que se mantiene vigente el sometimiento a una decisión centralista, que en las décadas cercanas ha cosechado más fracasos que éxitos. Indeseable, pero se entiende a la luz de la historia partidista.

La otra es mucho más escabrosa.

Que los aspirantes no se atrevan a sacar la cara por miedo a ser exhibidos.

No importa en qué forma o en qué terreno, si esa es la respuesta, debe mover a la inquietud de la ciudadanía.

Ojalá que no sea así, ojalá que los aspirantes priístas muestren su capacidad de enfrentar estas contingencias y sigan adelante en la búsqueda de sus objetivos electorales.

Y si creen que hacerlo no es posible, atrévanse a girar la vista hacia un partido rival. A uno de sus caudillos, Francisco Javier García Cabeza de Vaca, le han dicho -le hemos dicho- de todo. Y ahí está, presente, vigente y actuante.

Mal para el PRI que la lección esté en el PAN, pero peor será que sus figuras no la aprendan…

VIEJA HISTORIA

No es nueva la postura oficial sobre no aumentar las compensaciones a servidores públicos estatales.

Manuel Cavazos Lerma, Tomás Yarrington Ruvalcaba y Eugenio Hernández Flores las mantuvieron igual de principio a fin de sus mandatos. Sólo el último las incrementó en el tercer tercio de la administración en un 10% para la burocracia de trinchera. Es decir, para quienes más trabajan y menos ganan.

El resto siguió igual. No, no hay nada nuevo bajo el sol…

Twitter:  @LABERINTOS _HOY

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