19 marzo, 2025

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Refuerzan su fe y la tradición

María Mandujano Gámez desde que recibió la figura de su madre fue la primera en instalar un nacimiento en la colonia Nacozari, donde rezan y ofrecen un cena el 24 de diciembre para mantener viva la enseñanza católica

VICTORIA, Tamaulipas.- En la colonia Nacozari, un niño Dios con 53 años de antigüedad, disfruta cada año la elaboración de su Belén.

Es propiedad de María Mandujano Gámez, una mujer de 88 años de edad, originaria de Tula, Tamaulipas.

Llegó a Victoria en la década de los 40, cuando la colonia Nacozari no era más que monte.

En aquellos años Amanda Gámez, la madre de doña María, era la única mujer que colocaba un nacimiento en el 28 y 29 Bravo. Al partir de este mundo depositó la tradición en su hija María y heredó al niño Jesús.

«Yo llegué a Victoria en 1940, todo aquí era Monte, primero vivíamos en el 27 y luego nos cambiamos a la calle 28.
La Navidad en aquel tiempo se celebraba con un rosario, se acostaba al niño y seguía la cena. Había piñatas «dulcitos», a veces pobremente pero siempre le hacíamos su fiesta al niño. Nosotros siempre mantenemos nuestro nacimiento».

Doña María tenía 35 años de edad cuando su madre -doña Amada- compró el niño Dios en el Mercado.

De ese tiempo sobreviven también José y María, los padres del niño Dios, un borreguito y unas casas de cartón que hace muchos años vendieron en El Obrero.

«Desde aquel tiempo fuimos comprando figuras. Un año en la tienda del Obrero vendieron muchas cositas de éstas, primero habían vendido ropa y luego muchas figuritas. Yo no recuerdo el año, pero ahí comprábamos o en el mercado».

En la familia hay una fe católica que trasciende generaciones, entre ellos han existido anécdotas impresionante como el día en que se incendió la casa de su sobrina, al caer una vela de la corona de adviento.

«Cuando apagaron el fuego yo recogí a mi niño Dios, estaba quemado y su cuerpo tenía ámpulas como si se tratara de la piel de una persona. Yo veía a mi niño y lloraba con el porque la pintura se había levantado como si fuera la carnita del niño Dios. Por muchos años lo guardé, se despedazó todo. Al verlo con esas ámpulas a mi se me rompía el corazón», dice Guadalupe Reyna Cervantes, sobrina de doña María.

El niño Jesús de la señora María también sale a pasear y cada día 2 de febrero, día de la Candelaria, llega a la iglesia para realizar la bendición de los niños.

«Nosotros celebramos con los vecinos, realizamos las posadas, todos los que quieran venir son bien recibidos. El día 24 rezamos el rosario y hasta después es la cena. Y cada año antes del día 16 de diciembre, fecha en que inician las posadas nos preparamos para arreglar el nacimiento».

El tono grisáceo del paixtle, es el suelo de los pastores, borreguitos, pollos y patos. A un costado esta el pino de navidad en color blanco y en la parte más alta los padres del niño Jesús.

«Cuando mi madre falleció sólo me dio la encomienda de seguir siendo católica, que no dejará mi religión, su creencia. Porque ésta es la primera de Dios y ella siempre recomendaba eso para que no se fuera uno por otro camino. Ella era muy creyente», dice doña María, emocionada también porque su niño Dios llama la atención en el año 2014, cuando muchas familias buscan hacer renacer las tradiciones católicas.

El resto del año doña María deja al niño resguardado dentro de un pequeño espacio en el ropero. Le abre la puerta para mantenerlo expuesto y ahí llega para hacer alguna encomienda o solicitar su bendición.

«El niño Jesús es amor, caridad y bondad», dice María, quien reconoce que hoy la gente no tiene la misma devoción; sin embrago, ella cada año elabora con alegría en nacimiento para festejar el nacimiento del señor Jesucristo.

«Si uno es pobrecito le pone lo que pueda, pero siempre que lleve el significado del nacimiento del niño Jesús».

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