4 noviembre, 2025

4 noviembre, 2025

Lo que más cala

Laberintos del poder

¿Cuál efecto le han provocado los primeros nombres de precandidatos a una diputación federal?

Olvide por un momento el partido y por favor, céntrese en las personas.

¿Le causaron agrado, rechazo, enojo, simpatía, credibilidad o desconfianza, entre otras posibles reacciones?

Si ninguno de los efectos citados líneas arriba le parece adecuado para lo que ha percibido de los nombres y apellidos manejados por todos los membretes que participarán en las elecciones del 2015, no se preocupe. No está mal. Lo que sucede es que usted forma parte del masivo grupo de ciudadanos invadidos hasta el tuétano por una palabra muy mexicana que cada día gana más adeptos en el entorno político: el valegorrismo, por decirlo de una manera menos cruda.

En cada edición de unos comicios, especialmente los llamados federales, es más evidente la indiferencia de los potenciales votantes por quiénes son los contendientes en busca de un puesto de elección popular. Puede ser el aspirante «El Chicharito» Hernández o puede ser Perico de los Palotes. Lo más seguro es que la gente exhiba un desgano inquietante y hasta desprecio, por los procesos electorales.

Se pueden citar cien explicaciones de esa actitud de los ciudadanos, porque sobran los motivos para el desencanto y forman un ejército las decepciones, pero en realidad, bajo mi perspectiva, no es eso lo más importante.

Lo más trascendente, lo que más cala, es esa costumbre atávica de los partidos a aferrarse a los mismos nombres y a las mismas trayectorias, por desgastados que estén y por improductivos que hayan sido en sus funciones, como si la política electoral fuera coto de caza de un grupo de barones y damas de alcurnia. De nadie más.

Le invito a un pequeño ejercicio para tratar de entender el porqué del desdén de los virtuales votantes por esos personajes.

¿Recuerda algún beneficio directo que hayan dejado en sus encomiendas anteriores? ¿viene a su memoria alguna obra impulsada por alguno de ellos o ellas? ¿Podría citar cuáles leyes impulsaron en los casos en que ya fueron legisladores?
Lo dudo, a menos que sea usted realmente un politólogo de cinco estrellas o un fanático a morir de algunos de quienes han sido citados, Insisto, sin mencionar partidos.

Y ya se ve, esos partidos no tienen ni la menor intención de cambiar su ancestral visión.

No está en mi ánimo ser oscurantista ni pitoniso de tinieblas, pero le apuesto triple contra sencillo a que las elecciones del 2015 en Tamaulipas serán de las más raquíticas en sufragios, si no es que las más pobres.

Y se lo aseguro, no me alegra ni en lo mínimo tener esa certeza…

LA DIFERENCIA

Homero de la Garza Tamez no es santo de devoción de muchos, hay que aceptar esta realidad, empezando por él mismo.

Sus adversarios lo definen como insensible con la gente, otros como carente de simpatía y algunos más, en el caso de sus más feroces detractores, como soberbio.
Sus razones tendrán esas personas para opinar de esa manera, pero frente a esos señalamientos, hay un factor que nadie puede desmentir sobre el mismo: Homero es uno de los funcionarios públicos más entregado a su trabajo y más responsable en sus tareas, que hemos conocido los tamaulipecos.

¿La política no es su fuerte?… Tal vez, pero ojalá que en un comparativo entre el balance de un político y un servidor público como Homero, se hubieran tomado más en cuenta los resultados en el cumplimiento del trabajo y no la campechanería o «cuatismo» de los que hace gala un político profesional.

¿Cuál es la diferencia?
El servidor auténtico cumple con sus encomiendas. El político, sólo sabe dar atole con el dedo…

Twitter: @LABERINTOS_HOY

Facebook
Twitter
WhatsApp

DESTACADAS