Según la estrategia pre electoral del Partido Revolucionario Institucional (PRI), el jueves próximo habría “destapes” para definir el segundo paquete de las candidaturas a diputados federales por la vía uninominal.
Estas corresponden a los distritos I, III, VI y VII, cuyas cabeceras se localizan en Nuevo Laredo, Río Bravo, Ciudad Mante y Ciudad Madero, respectivamente.
También ese día el Partido Acción Nacional (PAN) tendrá elecciones internas para designar a sus ocho abanderados a legisladores federales, por el mismo principio (mayoría relativa); mientras el resto de la mentada “chiquillada” simularía hacer lo propio para disfrazar la imposición de sus candidatos.
Sin embargo, quienes gustan del análisis político serio centrarían su atención solamente en los dos primeros casos: tricolor y albiceleste.
De ahí la necesidad de que los aún aspirantes entiendan que no es agitando las aguas como lograrían las nominaciones en juego, pues son los altos mandos de cada organización los que al final de cuentas habrán de definir públicamente el asunto; aunque a decir verdad, ambas ofrecen la impresión de ya haber determinado las candidaturas.
Y lo que quizá más traten de evitar, durante esta misma semana, es, precisamente, el anárquico desbordamiento de pasiones.
Situación tricolor
Al menos así ocurre en el membrete tricolor.
No obstante hay, aún, quienes seducidos por el canto de las sirenas animan en lo oscurito la promoción de sus figuras.
Ellos deslizan conjeturas sin entender que lejos de fortalecer su imagen lo único que provocan es poner en entredicho su participación en la justa selectiva.
La falta de sensibilidad política, en ellos, ha sido una constante.
Igual que la imprudencia y la emisión de presunciones a la ligera, por lo que es indispensable que el dirigente estatal, Rafael González Benavides, tome cartas en el asunto y de una vez por todas le haga saber a sus huestes que en este proceso selectivo, por salud del mismo partido, ningún aspirante puede ni debe manejarse por “la libre”, so pena de ser marginado.
Esto quiere decir que todos, absolutamente todos aspirantes, están obligados a conducirse en una misma línea, a menos que en el fondo su compromiso sea con otros personajes y con proyectos políticos distintos al que hoy los encarama… y, por cierto, al que son desleales.
La disciplina, bien lo sabemos, en cualquier actividad es necesaria para alcanzar el éxito; y no es jugándole las contras al jefe, queriendo “madrugar” en el aspecto político-electoral o navegando por rutas distintas como se llega a buen puerto, sino atendiendo las directrices del timonel que sí sabe a dónde va y a dónde conduce el navío.
La mesura, necesaria
El comentario surge porque ahora que el futurismo está en todo su apogeo y cuando los diagnósticos señalan la necesidad inmediata de implementar estrategias acordes a la realidad, el conjunto de aspirantes a diputados federales bien harían en cerrar la boca (sobre lo que viene), a fin de que los “destapes” que faltan se den bajo el principio real de unidad y concordia partidistas.
Usted, como el que esto escribe, sabemos que hay personajes de altos vuelos que podrían argumentar tener las mejores intenciones de cumplir a cabalidad esta recomendación hecha con anterioridad por el propio dirigente nacional partidista (César Octavio Camacho Quiroz), pero su conducta los delata porque equivocan el procedimiento en tanto que primero apuestan a su promoción futura y luego al ejercicio de sus obligaciones.
Además les debe quedar muy en claro que están para resolver problemas y no para crearlos; y que las políticas en el estado las marca el jefe político, en tanto que ellos están obligados a llevarlas a los hechos con estrategias adecuadas, tanto como en el tiempo que se les marque desde el nivel superior.
Por tanto, valdría la pena que los acelerados frenaran sus elucubraciones y tomaran el ejemplo del dirigente priista estatal, quien en cada reunión e intervención pública que tiene refleja conocimiento profundo de la problemática, sencillez y talento.
Él sí sabe que las candidaturas se darán en su momento.
No antes ni después, y que estas son parte de un proceso que hay que manejar en forma gradual, por ser la manera más eficaz de foguear, promocionar e impulsar a los futuros diputados.
Legisladores
libertinos
Cierto es que los diputados federales gozan de fuero constitucional; que son los responsables de vigilar el cabal cumplimiento de las leyes; que son ellos quienes derogan y promueven la legislación vigente en el ámbito nacional y que gozan de libertad plena, como cualquier otro ser, para criticar, analizar, denunciar o simple y llanamente reconocer todo lo que ocurre en su entorno. Dentro y fuera del recinto legislativo; en sus lugares de origen, en sus comunidades o en sus distritos.
Pero también es cierto que no por su investidura pueden recurrir a la difamación, a la mentira, a la diatriba para darse a notar o ganar reflectores; para que los periodistas les regalemos espacios, o para denostar a quienes no acceden a sus caprichos y chantaje político.
Quizá por ello mucho llamen mi atención las palabras que en vida pronunciara el ideólogo Jesús Reyes Heroles.
Dijo: “La ambición es móvil de la acción política; pero la ambición de buena ley, la ambición humana de servir y destacar, no de servirse y parecer”.
Cito lo anterior porque en todo el tiempo que los diputados federales de extracción albiceleste han despachado en el Congreso de la Unión —al menos los de origen tamaulipeco—, no he sabido de alguno de ellos que al menos se suba a la tribuna para proponer la elaboración de algún proyecto de ley tangible o que hayan defendido (con la ley en las manos) causas de sus representados sin anteponer el interés propio o de los grupos de ultraderecha, que son precisamente quienes les marcan la línea a seguir.
Por otra parte, debo aclarar que el fuero constitucional no les da patente de corzo para dar rienda suelta a su libertinaje.
Ni para agredir a los periodistas que no aplauden cuanta ocurrencia tienen; o para conspirar contra la libre expresión.
Acuerdo alterado
La placeada que por todo el país pretende realizar Margarita Esther Zavala Gómez del Campo —la cónyuge (todavía) del auto mentado “Hijo desobediente” Felipe Calderón Hinojosa—, amerita al menos una amonestación por parte del presidente del Comité Ejecutivo Nacional (CEN) del membrete albiceleste, Ricardo Anaya Cortés; y quizá hasta la inhabilitación para ocupar cargos partidistas, pues su promoción política es un claro atentado contra su propio partido.
Hace días, en este mismo espacio, le comenté que Margarita fue rechazada tajantemente como aspirante a una candidatura a diputada federal, tanto por la vía uninominal como por la plurinominal, y de inmediato llevó su berrinche ante los medios de comunicación masiva.
Se quejó de que fue precisamente el “delfín” de su marido, Gustavo Enrique Madero Muñoz, quien obstaculizó su candidatura, por lo que amenazó con disputarle a Ricardo Anaya Cortés la dirigencia nacional, a manera de revancha.
¿Cómo la ve?
Pregunto, ahora de moda están los chismes de lavadero.
Enemigo en casa
Sin poder disimular la fobia que sienten por la prensa crítica, algunos aspirantes a las candidaturas legislativas andan inquietos porque quizá resulten anulados con un simple plumazo, tanto como propietarios como suplentes.
Muchos dan la apariencia de participar en este proceso pre electoral más a la fuerza que por convicción propia; y si aún no resuelven sus conflictos de intereses y sus lealtades divididas entre su pasado y su presente, es porque carecen del carácter para decidir en qué equipo juegan, a quién sirven, qué intereses representan en realidad.
Y es que luego de abjurar de sus promotores —con posturas por demás ambiguas—, los aspirantes nacidos para perder han sufrido tal desgaste que sus figuras hoy sólo mueven a la incredulidad, a la desconfianza, al descrédito, por lo que podrían también ser marginados para ocupar las suplencias.
Así, durante el ensayo que practica el Comité Ejecutivo Nacional (CEN) —pese a que sus jerarcas pudieran negarlo como tal—, un buen número de aspirantes que ya se sienten marginados a duras penas puede contener su inconformidad.
Por lo mismo dan bandazos y muestran su ambivalencia política.
Ellos mismos han querido imponer un viejo y gastado libreto que choca con los aires de libertad política exigidos en cualquier institución democrática; y no comulgan con la prensa crítica porque ésta ha puesto el dedo en la llaga, que es donde más les duele.
Con su miopía extrema, esos ilusos también están perdiendo la oportunidad de coadyuvar a la transformación del PRI, que de agencia de colocaciones podría convertirse en un auténtico y legítimo partido representante de la sociedad.
Y son esos mismos frustrados —los que no tienen confianza en sí mismos y menos en sus semejantes—, quienes están echando por la borda la quizá última oportunidad que tienen para crecer en el ámbito político nacional, puesto que de potenciales innovadores partidistas podrían convertirse en detractores, dado que la misma estructura partidista y los miles de simpatizantes del tricolor ya están cansados de tanto rollo.
Esta situación, por otra parte, bien que la aprovechan las huestes de Acción Nacional y del Partido del Sol Azteca, pues según los análisis serios bien podrían aprovechar los escurrimientos causado por berrinches e inmadurez política.
Estemos alertas, pues, porque el enemigo ha aparecido en casa.
Posicionamiento
cuestionable
En los ocho distritos en que la legislación electoral federal divide a la geografía tamaulipeca, se percibe un insólito ambiente que podría arrojar resultados inesperados en la jornada comicial de julio próximo.
No sólo por la elección de los diputados federales uninominales, sino porque Movimiento Ciudadano (MC) podría situarse como segunda fuerza política estatal ante el debilitamiento que asoman los membretes albiceleste y del Sol Azteca, y, más a su favor, la miseria ofertada por los partiditos innombrables.
¡Ah!, pero en el ámbito nacional, Morena —sólo el segundo Morena, no el Movimiento de Regeneración Nacional—, pudiera escalar hasta la segunda posición (apenas abajo del tricolor), por los constantes yerros albicelestes en la resolución de las candidaturas federales, estatales y municipales en juego.
Ahondo en la conjetura:
1) El conflicto interno que vive el PAN por la desacertada conducción de su dirigente Ricardo Anaya Cortés; y
2) La arrogancia de quienes ya se sienten legisladores federales por el PRI y nada representan para el electorados de los distritos por los que habrán de jugar oficialmente.
De cualquier forma esta entidad sigue apareciendo en la radiografía política de la República Mexicana como un bastión albiceleste, en cuanto a posiciones de elección federal se refiere.
Pero ese posicionamiento, hasta donde he analizado, es insuficiente para garantizar que habría “carro completo” a favor del PAN en este proceso electoral, por lo que advierto que no debiera menospreciarse la fortaleza que el PRD y Morena ha logrado colgándose de la imagen de Andrés Manuel López Obrador.
En fin, son simples apreciaciones.
Plurinominales
No hay fecha definida, todavía, para que el Partido Revolucionario Institucional dé a conocer la lista de sus 200 candidatos a diputados federales plurinominales.
Son 40 por cada una de las cinco circunscripciones.
Y en el caso concreto de los priistas tamaulipecos, se prevé que al menos cuatro figuren en rol de la segunda jurisdicción —que la entidad comparte con Aguascalientes, Coahuila, Guanajuato, Nuevo León, Querétaro, San Luis Potosí y Zacatecas—, aunque sólo uno podría ser ubicado en los primeros cuatro lugares, que regularmente son quienes logran acceder al Palacio Legislativo de San Lázaro.
Esto sin ser electos en las urnas. Sin hacer campaña, ni sufrir desgaste alguno en el proceso electoral.
En la repartición llevaría mano el estado vecino del oeste, ya que su capital, Monterrey, es cabecera de la circunscripción y al PRI le apura recuperar la supremacía en esa entidad que amenaza otra vez teñirse de azul.
Por eso, considero, los priistas neoleoneses saldrían ganando en la asignación de las candidaturas de representación proporcional.
De cualquier forma habrá de considerarse la aportación política y electoral del resto de las entidades integrantes de la jurisdicción, pues en el pasado fueron precisamente éstas quienes más contribuyeron a que el tricolor lograra ser mayoría, aunque relativa, en el Congreso de la Unión.
Y ahí están las estadísticas que no admiten lugar a dudas.
¿Mal necesario?
Sobre la conveniencia o inconvenientes de sostener en la práctica político-electoral las candidaturas plurinominales, se ha expuesto todo tipo de comentarios y análisis —más en contra que a su favor—, pero la autoridad en la materia —léase el Instituto Nacional Electoral (INE)—, ha decidido no escuchar todavía esas voces, ni dar paso a las discusiones en el desarrollo de su ejercicio.
Esto amerita análisis por separado, por lo que retomo el tema del inconveniente o la conveniencia de tener diputados plurinominales.
Sobre este particular, el investigador Evaristo Garza Mayagoitia sostiene que al excluir las diputaciones plurinominales se podría alcanzar un beneficio económico y social en la estructura del país, como coinciden también el señor de Los Pinos y los grupos de interés.
“Si logramos llevar la eliminación con una estrategia adecuada, donde la cámara baja funcione sin diputados plurinominales, se provocará una mayor representación de los intereses del pueblo mexicano y no de los partidos políticos”, dice el investigador.
Y ahonda sobre el tema: “por otro lado se podrá llegar a la toma de decisiones de forma más rápida y sencilla, mejorando la calidad legislativa y ahorrando tiempo en discusiones obsoletas por falta de acuerdos entre la gran cantidad de diputados (500)”.
Su estudio abarca disciplinas de índole legal, legislativa, electoral y administrativa, entre otras, por lo que deduce que el sistema actual de la Cámara de Diputados utilizando específicamente la participación de los legisladores plurinominales, genera una serie de deficiencias administrativas notorias, las cuales no se apegan a los fines del Poder Legislativo.
Merced a lo anterior, sugiere:
“Se debe realizar un análisis profundo sobre los verdaderos beneficios de eliminar a los diputados plurinominales, para que de esta manera podamos llegar a tener una cámara de diputados y, por lo tanto, un poder legislativo más eficiente en beneficio de la mayoría de los mexicanos”.
Sobre todo convencido de que los diputados plurinominales no tienen una verdadera representación poblacional, sino que son, simple y llanamente, marionetas de sus partidos.
Hasta aquí, por hoy, mi comentario al respecto, pues no pretendo ser aguafiestas del ceremonial priista.
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