VICTORIA, Tamaulipas.- Una muñeca despertó en ellas el instinto maternal, eran unas niñas que anhelaban convertirse en madres, lo deseaban, y ya convertidas en mujeres casadas era el paso natural, pero (VIH-SIDA).
Lizeth G. y Olga D. se conocieron hace un año. La primera de Tampico acababa de tener a su segundo bebé, y la segunda, de Victoria, había empezado la gestación de su primogénito. Su primer encuentro no fue fortuito, se trató de una reunión de apoyo para madres con VIH-Sida.
De acuerdo a la estadística de la Secretaría de Salud, en Tamaulipas hay 600 mujeres que reciben tratamiento contra el VIH, más del 90 por ciento de ellas son amas de casa, y en los últimos dos años se han presentado al menos 25 casos de embarazadas con el padecimiento.
Lizeth fue la primera en experimentar la maternidad, y también la primera en enterarse que era portadora del virus.
“Yo me casé a los 23 años, hace 10, y mi marido es de Veracruz, por la cercanía con Tampico nos conocimos, nos empezamos a tratar y fue una relación muy bonita, tanto me gustó que terminamos casándonos”.
“Los primeros años todo era bonito, tuvimos a nuestra primera hija a los dos años de casados. Así que dejé mi trabajo en la maquiladora y me dediqué a la crianza de mi bebé. Mi esposo siguió trabajando en un taller mecánico para mantener a la familia”.
La vida de la pareja transcurría normal, con pleitos ocasionales como los que tiene cualquier matrimonio, así lo describe Lizeth.
“Nos peleábamos, pero al final nos reconciliábamos, estábamos muy enamorados, o al menos yo lo estaba. Un día fui a buscarlo al taller, y me di cuenta que estaba allí otra mujer esperándolo. Me enojé, pero me dijo que era una clienta, y le creí”.
“Hace dos años me volví a embarazar, pues imagínate, estaba feliz, y mi esposo también. Fuimos al médico a confirmar y allí fue donde me enteré que no sólo estaba embarazada, sino que también tenía el VIH”.
La noticia de ser portadora del virus la impactó, no era algo que hubiera contemplado alguna vez en su vida.
“Yo no sabía del VIH, sólo sabía que le daba a los homosexuales, eso pensaba, así que nunca pensé que me pudiera dar a mí. Mi marido tampoco era homosexual, entonces no sabía qué pasaba, estaba en shock”.
“El médico nos empezó a hacer preguntas, y no había motivos, luego recordé a aquella mujer y ya en la casa le pregunté a mi marido si me había sido infiel, y aunque tardó en reconocerlo, al final lo aceptó, que tuvo otras mujeres”.
El médico de la pareja les recomendó que ella empezara a tomar antirretrovirales de inmediato, aún se podía evitar que el bebé naciera infectado.
“Fue muy difícil, embarazada, con la noticia de que mi marido me había engañado y aparte infectado. Estaba enojada, triste, eran muchos sentimientos, no sabía si separarme, si tener al bebé, quería morirme”.
“Al final decidí quedarme con él y con el bebé, era una situación muy difícil para todos”.
Lizeth decidió tener al bebé y buscar que estuviera sano, y su lucha dio frutos unos meses después.
“Una se enfrenta a todo, desde médicos y enfermeras que no te quieren atender, que les da miedo por el virus, luego no querían atenderme en el parto, estuvo muy difícil, pero hubo un médico que se animó, el ginecólogo me ayudó en todo, y pude tener a mi bebé, y lo mejor, ha pasado un año y hasta ahora las pruebas indican que no tiene Sida, se salvó”.
“Aún hoy me es difícil, no le digo a la gente de mi padecimiento porque se asustarían, como lo han hecho quienes ya saben. Me han discriminado en la familia, en los hospitales, por eso mejor ya no digo, no quiero que a mi bebé lo discriminen tampoco”.
EL DINERO NO SIEMPRE AYUDA
Hace un año Lizeth estuvo en Victoria, y fue en la capital donde conoció a Olga D., una mujer de 28 años de edad, casada hace cinco años, pero con una posición económica que le permitió dedicar el primer quinquenio de su matrimonio a viajar, a ponerse bella, y disfrutar sin preocupaciones.
Un encuentro entre ambas mujeres era poco probable, y una amistad menos, sin embargo, las unió el padecimiento.
“Afortunadamente había tenido una vida sin problemas económicos, como hija de familia salí de mi casa casada, con un hombre que también tenía solvencia económica para mantener mi estilo de vida”.
“Mi marido era un hombre guapo, atractivo, adinerado, y nunca nos cuidamos, estábamos casados, y con la promesa de sernos fieles, aunque ni él me fue fiel”.
A finales del 2013, Olga se embarazó por primera vez, y lo notó al darse un retraso en su regla.
“No sabía que estaba embarazada, pensé que era estrés u otra cosa, así que fue al médico porque algo no era normal. Me hicieron exámenes y efectivamente estaba embarazada, pero también me dijeron que tenía SIDA, me quise morir en ese momento”.
Pensó que había contraído el virus en algún accidente, al cortarse con algún aparato o saludar a alguna persona afectada. Años después se enteró que la transmisión fue sexual, a través de su esposo.
“Recuerdo que yo llegué a casa aterrada con el diagnóstico, y mi esposo me dijo ‘no hay problema, de algo nos tenemos que morir’, yo pensé él es mi ídolo, para mí era un súper hombre que me apoyaba y dice que no hay problema, hasta después me enteré que él ya tenía cinco años con VIH y yo no sabía, se lo calló”.
El esposo de Olga sabía de su condición, era bisexual y durante el tiempo que estuvo casado seguía sosteniendo encuentros con otros hombres.
“No hubo una relación monógama, no hubo fidelidad. Yo sabía que él andaba con otras mujeres, una de ellas sí supe que era positiva, pero la realidad es que él tenía una doble vida, era bisexual, tenía también parejas hombres. Las mujeres nos hemos puesto una venda en los ojos para negar que eso pasa, y claro que sí pasa. La sexualidad es algo muy abierto”.
“Él me lo dijo, me confesó que tenía Sida y no me lo había dicho por temor. Yo sigo con él pero más como amigos, no como marido y mujer, por humanidad y porque no le falte nada a nuestro hijo”.
La pareja acordó permanecer unida, en una relación que beneficie a su hijo, que hoy tiene un año de edad.
“Encontré un motivo por el cual seguir, yo encontré ese motivo en mi hijo, y en el objetivo de ser activista, de ayudar a otras mujeres, porque a mí me dejó muerta en vida, tuve que resurgir de las cenizas y volver a tener autoestima. Esta caída tan fuerte me hizo resurgir, ha sido muy doloroso, tienes que tomar fuerza para seguir”.
“Anteriormente el SIDA era una sentencia de muerte, era lo que todo mundo pensaba, y veías a personas hoy y mañana ya no estaban. Morían por depresión, no por la enfermedad. Esto me fortaleció para tener una mejor calidad de vida, hacer ejercicio, cuidarme, y sobre todo darle una buena calidad de vida a mi hijo”.
Olga cuenta que el camino no ha sido fácil, hay discriminación, señalamientos, y por ello prefiere mantenerse en el anonimato.
“No quiero que nadie dañe a mi hijo, que afortunadamente él está bien, recibió el tratamiento a tiempo, y yo quiero que haga su vida normal, que no le falte nada, y para eso estoy yo, aquí de pie, para luchar por él”.
Las preguntas que deben responderse sobre el VIH SIDA
¿Qué es el VIH perinatal?
Perinatal significa el momento inmediatamente antes e inmediatamente después del nacimiento. VIH es la sigla, en inglés, de virus de inmunodeficiencia humana. El VIH es el virus que ataca el sistema inmunitario y provoca SIDA (síndrome de inmunodeficiencia adquirida). Las palabras “VIH perinatal” significan que el VIH ha sido transmitido al bebé recién nacido por la madre.
Las madres que tienen VIH y que no reciben tratamiento y que no dan de mamar tienen una probabilidad de alrededor del 25% de transmitir el VIH a sus bebés. La buena noticia es que el tratamiento con un grupo de fármacos que se llaman antirretrovirales puede reducir esta probabilidad al 2% o menos.
Si estoy considerando la posibilidad de quedar embarazada o si estoy embarazada, ¿debería realizarme una prueba de VIH?
No tiene obligación de realizarse la prueba, pero los médicos recomiendan que todas las mujeres embarazadas se realicen una prueba para detectar la infección por el VIH. Si usted descubre que tiene la infección por el VIH, es posible que elija no tener hijos. Si ya está embarazada cuando lo descubre, tiene tiempo para considerar la posibilidad de comenzar el tratamiento y tomar otras medidas para reducir la probabilidad de que su bebé contraiga la infección por el VIH.
¿Cómo puede mi bebé contraer el VIH perinatal?
Si usted tiene VIH, su bebé puede contraer el VIH de varias maneras: durante el embarazo, durante el trabajo de parto y el parto o durante el amamantamiento. La mayoría de los bebés contraen la infección por el VIH durante el trabajo de parto y el parto. Es posible que las probabilidades de transmitir el VIH a su bebé sean menores si tiene una cesárea. Hable al respecto con su médico.
¿Cómo puedo averiguar si mi bebé tiene VIH?
Durante el embarazo, los anticuerpos (parte del sistema inmunitario que combate los gérmenes) de la madre se transmiten a su bebé. De modo que todos los bebés nacidos de mujeres con VIH tendrán, al principio, un resultado positivo en las pruebas para detectar anticuerpos contra el VIH. Esto no significa que el bebé tenga la infección. Los bebés conservan los anticuerpos de su madre hasta que pueden fabricar los suyos. Esto sucede entre los 6 y 18 meses.
Si el bebé no tiene la infección, perderá los anticuerpos de su madre y comenzará a tener resultados negativos en las pruebas para detectar el VIH en algún momento entre los 6 y los 18 meses.
Si el bebé tiene la infección por el VIH, aún perderá los anticuerpos de su madre, pero comenzará a fabricar anticuerpos contra el VIH. El bebé tendrá un resultado positivo en las pruebas para el VIH y continuará teniéndolo.
Otros análisis de sangre, que se llaman reacción en cadena de la polimerasa (PCR, por sus siglas en inglés) y cultivo de virus, pueden usarse también para hacer un control a los bebés, a fin de detectar la infección por el VIH. Estas pruebas podrían indicar a su médico si su bebé tiene la infección durante los primeros 6 meses. Estas pruebas no están disponibles en todas las clínicas, de modo que pregunte a su médico si se encuentran disponibles.
¿Debería poner fin a mi embarazo si averiguo que soy VIH positiva?
No necesariamente. Debería hablar al respecto con su médico. El tratamiento con medicamentos antirretrovirales puede reducir la probabilidad de que le transmita el VIH a su bebé.
¿Pueden los medicamentos evitar que mi bebé contraiga el VIH?
Los medicamentos no pueden proteger totalmente a su bebé del VIH, pero pueden reducir en forma significativa la probabilidad de que su bebé contraiga el virus. Un medicamento antirretroviral que se llama zidovudina (que también se llama AZT) puede reducir la probabilidad de transmitir el VIH de madre a hijo a menos del 2%. La zidovudina hace más lento el crecimiento del virus, de modo que el sistema inmunitario (que ayuda a combatir los gérmenes y las enfermedades) del bebé puede volverse más fuerte. La zidovudina se usa, a menudo, en combinación con otros fármacos contra el VIH.
¿Dañará la AZT a mi bebé?
Los médicos y los investigadores consideran que la AZT es segura para los bebés por nacer. No se considera que la AZT provoque defectos de nacimiento en los bebés cuyas madres tomen el fármaco durante el embarazo. Sin embargo, el medicamento no se ha utilizado en mujeres embarazadas durante un período lo suficientemente largo como para saber exactamente qué sucederá con sus hijos cuando crezcan. Hable con su médico sobre los beneficios y sobre los riesgos de la AZT.
¿Debo amamantar a mi bebé si tengo VIH?
Debido a que el VIH puede transmitirse al bebé a través de la leche materna, es mejor alimentar a su bebé con biberón si usted tiene la infección por el VIH.




