29 diciembre, 2025

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Catarrines Boys, la pasión naranja

Apoyar al equipo local era moda, partían de Victoria más de 10 autobuses, llenos de victorenses decididos a motivar al Corre de visitante, así la porra fue conocida a nivel nacional…esos viajes eran inolvidables

CIUDAD VICTORIA, Tamaulipas.- En sol preferente, media sombra o las gradas del estadio se vivió en Victoria el sentimiento de la afición por el Correcaminos… antes los Cuerudos habían dejado escuela.

Las porras iban y venían de un lado a otro, no faltaban los «saludos» para el árbitro y los encontronazos con los aficionados del equipo visitante.

Entre aquellos que desagarraron la garganta en apoyo del futbol o contagiaron su entusiasmo a los asistentes, están los Catarrines Boys, ellos amenizaban los partidos de Cuerudos y Correcaminos, eran músicos y llevaban sus trompetas y la batería, en apoyo del Corre.

Algunos dicen que los patrocinaba don Santos Mata, quien no faltaba apoyando desde la sombra con un tambor.

Los Catarrines Boys alegraban el ambiente tal y como lo hacen hoy Legión Plebe, la Porra Universitaria, Miowns o Marea Naranja.

En la década de los 80 existía también la porra oficial de Miguel Caballero. Él tenía un taller eléctrico y en los partidos la sirena que se escuchaba de fondo en las transmisiones radiofónicas de don Carlos Adrián Avilés eran parte de la animación que él provocaba.

Apoyar al equipo local era moda, partían de Victoria más de 10 autobuses llenos de victorenses decididos a motivar al Corre de visitante… y esos viajes eran inolvidables.

Estaba también la porra de La Lila, un hombre importante en la animación del Correcaminos.

Y si la suerte iba mal para el equipo, los victorenses comenzaron a alejar la mala vibra y Cruz Valadez cuenta que entonces entraba «La Chana» a la cancha, un ícono del atletismo tamaulipeco, para borrar la sombra que no dejaba crecer al Corre.

«Las malas rachas del equipo se iban con una barrida, entraba «La Chana» con incienso y pasaba por las porterías, quitando todo lo malo», describe Valadez.

Un partido sin flautas no se disfruta igual sin el «¡Qué pasó!». Es un hombre que vende flautas, gorditas y migadas desde 1970, llegó a los partidos de futbol en el estadio por invitación de Enrique de la Garza Ferrer y José Eleuterio Mansur Guevara, comenzó cuando el Correcaminos jugaba en Tercera División.

Pero antes ya había elaborado las primeras banderolas en blanco y café para apoyar a Cuerudos, el equipo de Victoria, donde José Luis Plascencia, «El Flaco», se hizo famoso en el ambiente futbolero local.

Jugaban también Navarro, Equihua, Martín del Campo, Javier Hernández y otros.
Las porras se escucharon más cuando Milo, Emigdio Sánchez, hizo el primer gol de Correcaminos en el Estadio Marte R. Gómez. Fueron tiempos de oro para la afición victorense, pasaban por las calles en grandes grupos a un solo punto de encuentro, el estadio, donde la cita era desde las nueve de la mañana.

No importaba pasar en el estadio casi medio día en domingo. Y eran verdaderos sacrificios en el verano, cuando la raspa de sabores y la coca ya no era suficientes para contener la sed, se compraba el puro hielo en vaso, en ausencia de las botellas de agua que se comercializan en la actualidad.

La permanecía del Correcaminos en Primera División de 1987 a 1995, hizo vibrar al Marte R. Gómez, con triunfos y derrotas, dejando a su paso una cascada de memorias, pero sobre todo hizo que su porra se conociera a nivel nacional, porque fueron verdadera pasión naranja.

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