6 diciembre, 2025

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La tormenta perfecta

Catalejos

La pregunta que más se repitió ayer en los pasillos de la grilla matamorense fue quién propinó el golpe que tumbó a Daniel Sampayo Sánchez.

Queda claro que provino del Comité Ejecutivo Nacional, pero en Matamoros nadie tiene claro cuál fue el grupo que patrocinó la embestida final contra las aspiraciones del candidato frustrado, quien todavía ayer por la tarde intentaba mover cielo, mar y tierra, para rescatar su posición.

Desde luego no tuvo éxito. El «nocaut» fulminante desconcertó no sólo a su equipo sino a toda la clase política de Matamoros, que por la noche se fue a dormir justo como despertaron: con más dudas que certezas.

Más allá de las distintas versiones sobre las causas -debatibles todas ellas- sorprende que la cúpula tricolor haya tomado tal determinación con un método tan poco ortodoxo, tachar a un precandidato que se suponía consensuado por los grupos locales, fue visto con muy malos ojos.

Y es verdad, los «sampayistas», por ejemplo, alegan que a Sampayo Sánchez lo exhibieron de forma gratuita. El Partido Revolucionario Institucional (PRI) nacional faltó a uno de sus mandamientos más sagrados: cuidar las formas.

Tampoco entienden de dónde salió la posible candidatura de Jesús de la Garza Díaz del Guante, si el registro de aspirantes fue tan minucioso, cuestionan, en qué momento cumplió «Chuchín» con todos los requisitos que se exigían.

Más aún, cuál criterio utilizan para considerarlo, cuando en los sondeos previos ni siquiera figuraba.

La etapa que viene para el PRI en Matamoros es la más dura. La operación cicatriz va a ser más compleja de lo que pudieron haberse imaginado. Los grupos locales regresan a un escenario harto conocido para ellos: el de la desconfianza.

Porque muchos de los reproches ayer iban dirigidos para Rafael González Benavides, y para el doctor Víctor García Fuentes. No faltó quien viera la mano de «Toño» Martínez detrás del «sampayazo» en su debut como nuevo enlace en Matamoros.

Otra hipótesis es una suerte de venganza por lo ocurrido en la elección municipal en la que Salvador Treviño mordió el polvo.

Si hace unas semanas los nubarrones se levantaban sobre los panistas, ahora el priismo padece una «tormenta perfecta» que hace todavía más complicada su tarea para el 7 de junio.

A estas alturas, lo único que queda claro -sin conocerse todavía los dos «boxeadores» que subirán al «ring» en la pelea principal- es que la elección federal en Matamoros merece reservar los pronósticos.

Mucho influirá el control de daños que pueda concretar el PRI en los próximos días y el perfil que finalmente elijan para representarlos. Menuda tarea será explicar a su militancia el cambio repentino.

También falta ver quién se convierte en el candidato panista y en qué circunstancias resulta elegido.

Los bombazos siguen atravesando el cielo político de Matamoros, y a juzgar por las circunstancias actuales, al menos en el mediano plazo, no hay paz posible.

Comentarios: mdominguezf@gmail.com

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