No es el primero ni será el último. Documentos de esa naturaleza han sido y son frecuentes en nuestro Estado.
Desde hace días, más de los deseables, circula en las llamadas redes sociales un trabajo en video que exhibe las difíciles circunstancias que sufre Tamaulipas en el terreno de la inseguridad pública.
No se quemaron las pestañas sus autores para elaborarlo. Simplemente se dedicaron a recopilar todo lo malo sobre esta patria chica que en ese sentido se ha difundido en los noticieros y programas similares de televisión. Denuncias, críticas, señalamientos, acusaciones, entrevistas, forman un montón de imágenes y condenas sobre los problemas, muchos de ellos trágicos, que aquejan a la Entidad.
Quienes en ese video opinan, en una frase recurrente hacen pedazos al Estado: “Es imposible ir a Tamaulipas”, afirman.
Ciertamente, lo que es imposible es cerrar los ojos a la realidad. Quienes aquí vivimos, trabajamos y nos esforzamos por sacar adelante a esta muy querida tierra, sabemos qué sucede en ella. Nadie tiene que venir a confirmarlo ni nos lo tienen que restregar en nuestros ojos.
Pero al lado de esa realidad, camina un antivalor: La injusticia.
No es justo presentar una sola cara de la moneda de lo que es Tamaulipas. No es justo presentar a nuestro solar como una sucursal del infierno en donde todos sus habitantes tenemos lazos familiares con el Diablo. No, no es justo.
En ese mundo atroz que se han encargado de pintar para nuestro Estado, existen cientos de miles de personas, padres de familia, obreros, campesinos, estudiantes, profesionales, maestros, servidores públicos, amas de casa y un sinfín de paisanos más que día tras día demuestran que la luz también ilumina al suelo tamaulipeco.
Usted, como su vecino, cada día lleva a sus hijos a la escuela o confía en verlos partir a la misma, asiste a su trabajo, descansa en un parque, va a la iglesia, se entretiene en un cine, se divierte en un partido de fútbol, sea en el estadio o en un llano; degusta unos tacos en un carretón o si puede lo hace en un restaurante, participa en las fiestas familiares, visita a los amigos y compadres. Todo lo hace, porque es posible, porque Tamaulipas, por sobre sus graves problemas, no se rinde. Usted y sus vecinos, amigos y familia son la mejor prueba de que aquí son todavía muchísimos los que queremos vivir en paz.
Y con todo y lo grave que es esa injusticia, es todavía peor. Le diré por qué.
Imagine la contraparte de ese video. Es decir, quiero pensar que a alguien se le ocurriera elaborar un documento en el cual se integraran todas esas acciones positivas y cosas buenas que también suceden y en gran medida, en nuestro Tamaulipas.
¿Sabe quiénes verían ese documento?… ¿Sabe lo que pensarían de él?
La primera respuesta es que casi nadie le prestaría atención, porque lamentablemente lo bueno no vende y lo malo es lo que cautiva. La segunda respuesta es que pensarían –es lo más probable– que su contenido es mentira o que es una manipulación gubernamental. Desde hace mucho tiempo perdimos la buena fe en quienes nos rodean y eso nos hace ciegos a las bondades que aún tiene este mundo.
Vaya, ni siquiera somos capaces de reconocer los valores que poseemos nosotros mismos, los de nuestros compañeros de trabajo, nuestros amigos o inclusive nuestros seres queridos. Nos domina, parodiando al viejo Jedi de la Guerra de las Galaxias, el lado oscuro, Disculpe el sentimentalismo, pero a veces es conveniente caer en él para no amargarnos más.
¿En verdad no piensa que es injusto que etiqueten tan mal a todos los tamaulipecos?…
Twitter: @LABERINTOS_HOY




