Pese a lo que piensan algunos politólogos acerca del peso que tendrá la irritación social en el resultado de los comicios federales del 7 de junio, para los estrategas y operadores del PRI de Tamaulipas las circunstancias locales son menos adversas que las de las elecciones del 2012 y el 2013 y en la mayoría de los distritos electorales favorecen a los priistas.
En el municipio de Madero, por ejemplo, hace 2 años el candidato del PRD a la alcaldía, Joaquín Hernández Correa, junto con Irma Flores Treviño, ésta abanderada del Partido del Trabajo, le ayudaron al tricolor, no se sabe si voluntaria o involuntariamente, a dividir los votos e impidieron que el PAN, encabezado entonces por el empresario Agustín De la Huerta Mejía, derrotara a Esdras Romero Vega en la disputa de la alcaldía.
Ahora, en lugar del vástago de la Quina, el que les echará la mano al tricolor será el ex dirigente estatal del Partido de la Revolución Democrática, Cuitláhuac Ortega Maldonado. Aunque el escenario es muy distinto al de la pelea del ayuntamiento, la participación del perredista ayudará a dividir las votaciones y evitará que muchos de los votos de resentimiento contra el ex invencible vayan a parar a la cuenta de Silvia Cacho Tamez y Acción Nacional.
En Tampico el que se encargara de restar fuerza al partido blanquiazul será el dirigente del movimiento Tamaulipas por la Paz, Eduardo Cantú Elías.
Aunque este último no tiene los simpatizantes que Joaco en la urbe petrolera, como candidato del Movimiento Ciudadano va a quitarle sufragios a los panistas y contribuirá de alguna manera a allanarle el camino del triunfo a la virtual candidata tricolor a diputada, Mercedes del Carmen Guillén Vicente.
Como en Madero, en Tampico el PRD, que ha demostrado que es una comparsa del Revolucionario Institucional, desempeñará una función parecida.
María Elena Figueroa Smith o Guadalupe Graciela Tovar Trejo, la que resulte elegida candidata a diputada, tendrá que realizar una campaña muy intensa para capitalizar la inconformidad social y el voto de castigo contra el PRI, sus principales aliados, si quiere conservar en su poder la curul que actualmente ocupa Germán Pacheco Díaz en el palacio legislativo de San Lázaro.
Una misión verdaderamente complicada y, a decir de muchos, imposible.
El riesgo que corre el PRI es que, como numerosos votantes están convencidos de que votar por el Partido del Trabajo, el Verde Ecologista, Nueva Alianza y el Movimiento Ciudadano, es ayudar a ganar al tricolor, vayan a emitir el sufragio a favor del PAN, el principal partido de oposición, ya que eso, aunque remoto, podría meter en dificultades a los contendientes del ex partido de la Revolución.
Quizá por ello los jerarcas del PAN están considerando la idea del voto útil.
La entrega al PRI y al gobierno durante la gestión de los chuchos, Jesús Zambrano Grijalva y Jesús Ortega Martínez, por otra parte, desacreditó al PRD ante los ciudadanos y las triquiñuelas del gobernador de Guerrero, Ángel Aguirre Rivero, y del alcalde de Iguala, José Luis Abarca, responsables del caso Ayotzinapa, han colocado al aún principal partido de izquierda del país al borde del colapso.
En el actual proceso de selección de candidatos a diputados federales, los guías perredistas, ahora liderados por Carlos Navarrete, títere de los jesúses, tuvieron la oportunidad de rectificar y limpiar la imagen, pero sólo lo hicieron a medias.
Ayer, durante los trabajos del IX Congreso en el que se definieron las candidaturas de diputados de representación proporcional excluyeron de la lista de los aspirantes al ex jefe de gobierno del Distrito Federal, Marcelo Enbrard Casaubón, para no cargar con el pecado del escándalo de la llamada línea dorada del Metro de la capital de la República, y al señor de las ligas, René Bejarano.
Desafortunadamente, mantuvieron a la cabeza de los precandidatos plurinominales al ex dirigente Jesús Zambrano, no obstante que, como Ebrard, es uno de los principales causantes del descrédito y la crisis política por la que atraviesa el Partido del Sol Azteca.
Ebradistas y bejaranistas ya deben de estar ansiosos de que llegue el día de la elección para cobrarles la factura a sus verdugos, aunque de antemano saben que la venganza para lo único que serviría sería para ayudar a sus adversarios, el PRI y al PAN, sobre todo al primero, que piensa que, si las cosas siguen por ese camino, podrían elevarse las probabilidades de recuperar el gobierno de la capital de la República, que tiene 18 años en poder del partido orinegro.
Como consecuencia de ese problema, en nuestra entidad desde que el PRD perdió las alcaldías de los municipios de Río Bravo y Ciudad Madero, no ha vuelto a ganar cargos de elección popular de mayoría, señal de que, además de la falta de trabajo político, ha perdido el respaldo de los electores.