Ayer se conmemoró la expropiación petrolera decretada en 1938 por el entonces presidente LÁZARO CÁRDENAS en lo que en su tiempo fue calificada como una medida nacionalista que mereció el apoyo de todo un país que veía en ello la ratificación de su soberanía ante poderosos intereses nacionales. Pero habría que ver si hoy existen motivos reales para tal celebración.
Como cada año ocurre desde entonces, el presidente en turno, en este caso ENRIQUE PEÑA NIETO, repitió desde Tabasco que “el petróleo es nuestro” y que “PEMEX es propiedad de los mexicanos”. El sobado discurso mueve a risa.
Desde hace décadas, Petróleos Mexicanos ha sido botín de políticos corruptos que “administrando” nuestra dizque riqueza, amasaron enormes fortunas con la entrega discrecional de contratos a socios o amigos, cómplices, en el mejor sentido de la palabra. Un viejo caso lo ejemplificaron en Poza Rica quien era el superintendente de la refinería de aquella población, JAIME J. MERINO, quien en sociedad con el entonces dirigente de la sección 30 del sindicato, PEDRO VIVANCO, no solo se enriquecieron escandalosamente sino que impusieron un clima de terror en esa ciudad veracruzana que culminó con el asesinato de un reconocido periodista de apellido ALTAMIRANO.
Ese suceso colmó el vaso y tuvieron que huir del país llevándose sus caudales.
Durante el gobierno de JOSÉ LÓPEZ PORTILLO, su hermana MARGARITA, según crónicas de la época, recurrió al tráfico de influencias para que la máxima industria nacional adquiriera dos barcos a precio inflado, lo que le habría reportado jugosa comisión. Al descubrirse la irregular operación, el que pagó el pato fue JORGE DIAZ SERRANO que en ese tiempo era director de PEMEX y que “aguantando vara” pasó varios años en la cárcel.
Más recientemente, otro director, que había transitado exitosamente en la industria privada, se vio tentado ante el emporio que estaba en sus manos y no tuvo empacho que con cargo a la empresa se pagara costosas operaciones de cirugía plástica. Tuvo que renunciar.
Luego, cuando el guanajuatense panista que prometió sacar de la administración pública a las “tepocatas y las víboras prietas y gobernar para los jodidos”, sus hijastros fueron relacionados con empresas proveedoras de PEMEX y la operación de una plataforma de perforación marina cuya debacle, durante una tormenta, derivó en la muerte de varias trabajadores. VICENTE FOX QUESADA y su familia terminaron salpicados de la corrupción.
Ahora, en el actual gobierno priísta de PEÑA NIETO, una de las principales reformas que se promovieron y que fue aprobada con la anuencia de los partidos de oposición, cuyos dirigentes se dice fueron generosamente gratificados, las puertas de la mexicanísima empresa quedaron abiertas al capital privado que podrá participar en labores de explotación, refinación y distribución de los hidrocarburos. Es claro que, además de algunos cuates locales, el esquema favorecerá a empresas extranjeras.
Durante años, el precio de los combustibles para consumo local se deslizó mensualmente al grado de que ahora para una gran parte de los mexicanos resulta imposible llenar el tanque de sus vehículos. Y todo porque casi toda la gasolina que aquí se adquiere es de importación como si no fuéramos dueños de esa “riqueza” que en teoría debería tenernos en la prosperidad.
Así, la efeméride del 18 de marzo resulta hueca, sin sustento y demagógica. ¿Será que para los únicos que no queda claro el fracaso de las políticas petroleras son la gente que está en el gobierno sin distinción del partido que sean?
Que alguien lo explique