El fenómeno de la violencia de género en México, en concreto la violencia sexual, fue elegido por la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH) como uno de los temas a analizar en el marco de su 154 Periodo Ordinario de Sesiones, que se celebra este mes de marzo en la ciudad de Washington, DC.
Al retomar una solicitud del Centro de Derechos Humanos, Miguel Agustín Pro Juárez, de la Comisión Mexicana de Defensa y Promoción de los Derechos Humanos, del Centro de Derechos Humanos de la Montaña “Tlachinollan y de Asociadas por lo Justo (JASS), integrantes de la CIDH, sociedad civil y representantes del Gobierno de México tendremos oportunidad de reflexionar sobre las manifestaciones de la violencia de género que persisten en nuestro país, las herramientas, programas y políticas públicas para prevenir, erradicar y combatir este grave fenómeno, pero, principalmente, sobre los eventuales esquemas de trabajo conjunto que pudiéramos poner en marcha para lograr una mayor efectividad en el combate a este flagelo.
Porque, ciertamente, si algo nos han enseñado a lo largo de estos años las audiencias convocadas por la CIDH, es la necesidad de escuchar las voces y preocupaciones de la sociedad organizada y la academia, si es que queremos avanzar en la agenda de derechos humanos.
Por supuesto, la audiencia que hoy nos ocupa no es la excepción, y antes bien nos permite identificar posibles vías de acción en un tema complejo.
Como lo ha reconocido la ONU, la violencia contra las mujeres es la violación de los derechos humanos más habitual, más tolerada y, sobre todo, con mayor invisibilidad. Es, además, la expresión máxima de la discriminación y la desigualdad histórica que han padecido las mujeres y se encuentra enraizada en la convivencia social, caracterizada todavía por persistentes prácticas androcentristas.
Desafortunadamente, México comparte con otras latitudes la recurrencia de este fenómeno. De acuerdo con la última encuesta nacional realizada en la materia, 46 de cada 100 mujeres de 15 años y más refirieron haber sufrido algún tipo de violencia por parte de su pareja. Esta cifra traduce perfectamente el delicado contexto que tenemos por delante y que, por supuesto, debemos contrarrestar.
Desde la Comisión Nacional para Prevenir y Erradicar la Violencia contra las Mujeres (Conavim) sabemos que la premisa que debe privar en el combate a este flagelo es simple y contundente: todos los actos de violencia en contra de las mujeres, independientemente de sus tipos y modalidades, revisten gravedad y deben ser erradicados.
Con esto en mente, la Conavim se ha dado a la tarea de favorecer el cambio cultural para la igualdad de género, buscando abrir puentes que permitan una mejor coordinación de la política nacional para garantizar el derecho de mujeres y niñas a una vida libre de violencia.
Así, en el marco del Programa Integral para Prevenir, Atender, Sancionar y Erradicar la Violencia contra las Mujeres 2014-2018, la Conavim impulsa, como una de sus principales políticas públicas, la creación y fortalecimiento de los Centros de Justicia para las Mujeres, los cuales buscan dar una respuesta integral a la necesidad de justicia de las mujeres víctimas de violencia y sus familias.
Además, desde 2013, la Conavim tiene en operación la línea 01800 Háblalo, a través de la cual se ofrece un servicio integral de alcance nacional dirigido a las mujeres en situación de violencia, brindándoles orientación legal y atención psicológica gratuita y confidencial.
Por supuesto, sabemos que la tarea es compleja y requiere de un trabajo consistente, pues se trata de la ardua tarea de generar cambios culturales. También sabemos que las políticas públicas son siempre perfectibles y deben ir adelantándose a los nuevos retos que presenta en cada momento la sociedad.
No obstante, tenemos claro que resulta fundamental la conjunción de esfuerzos en torno a un objetivo: cambiar el paradigma de la violencia en contra de las mujeres. Este es el cambio cultural que buscamos acelerar y de ahí la importancia de espacios como el que ahora genera la CIDH.
En esta tarea nos mueve la convicción de que las mujeres son clave para el desarrollo social. El país, el mundo, no pueden avanzar mientras la mitad de su población sea víctima de violencia. Este es el tema toral de la audiencia convocada por la CIDH, y por el cual, de vuelta en México, seguiremos trabajando en alianza con la sociedad civil.