Porque la necesitamos. Corazón sin gas no sopla. Y carro sin gasolina es puro catarro. Según el diputado panista, Érik Marie Villanueva, ha cantado el lema para todo el País de una campaña “Que baje la gasolina”. Se trata de mover las conciencias de los automovilistas alejados de la mano de Dios, porque no gozan de los privilegios de los que reparten el queso grullere en México. Y es que los autos de los poverachos no’más no arrancan ni en neutral porque les falta gasolina para caminar. Así, los autos de los famélicos mexicas andan a “camichú, arre mi burrito porque no le di su alfalfa y porque no le di su maiz”.
La gasolina barata fue una falacia, una más de los campañosos que saturan nuestros oídos y corazones con promesas incumplidas. La gasolina no está por las nubes, está de la patada porque truena más que un saltaperico, de esos tronadores que le rompen el pellejo y los bolsillos.
Eso de que baja la gasolina es como decir que la suban más. Con un parque vehicular como el que nos conmueve en Victoria no sabemos de dónde sale tanto money para cargar y recargar nuestros tanques, estos tanques de camello que apenas gotean y ya están tosiendo.
Como la rola “Dame más gasolina, quiero más gasolina…” el populacho no camina porque le falta la gasolina para andar.
Vamos a ver cómo le va al diputado de los azulejos de Toronto, con su campaña que, según dicen, se inicia mañana en todo la República Grullere. Si usted lector, no sabe por qué le llamo República Grullere, es porque el queso grullere está todo perforado por los ratones.
Gasolina mala y cara. Y lo peor, cada día aumenta. Y así quieren que los pobres conozcan a fondo el País, si apenas alcanza para el fondo, los calzones y las trusas. Y con este calor, está más que peor, las verijas se enroscan y el queso llega a los entresijos.