CIUDAD VICTORIA, Tamaulipas.- A principios del siglo pasado a falta de albercas en Victoria y quizá hasta antes que existiera el Comité Pro Albercas de Tamatán en 1944, los muchachos de Victoria hicieron en cada poza del caudaloso río San Marcos una alberca.
Las secas del río llegaban hasta los sembradíos del ejido Benito Juárez y pasaban por Los Charcos y Teocaltiche y las fincas que se ubicaban más allá de la Alameda.
Para llegar a las pozas, es necesario imaginar los alrededores del río San Marcos, antes que estuviera desmontado y las veredas eran la única guía para localizarlas, quienes vivían en la parte oriente de Victoria, es decir hacia debajo de la calle Ocho, visitaban la poza de Los Pizarrines, un lugar que se puede situar a la altura de la loma que existe dentro del Jardín Anacahuita en el Parque Siglo XXI, por allá estaba también La Cueva del Indio y el Paredón, entre la calle Cinco y el puente.
Los de arriba, tenían más sitios para refrescarse, entre ellos nadar en el Puente Negro, El Olmo y otros espacios de difícil ubicación, pero casi todos los jóvenes de aquella generación desobedecieron a las madres, sí tienen recuerdos de las pozas del Puente Negro o eran los rebeldes de aquella época en la sociedad.
La Peñita era un paseo familiar, al igual que el Cañón del Novillo, donde varias familias conservaban alguna propiedad y la compartían los domingos entre las gorditas “paseadas” y las gaseosas que entonces no tenían tan mala fama, como en la actualidad.
Decía el profesor Raúl García García (1919 -2007), en su libro “No son cuentos”, que en aquella época los muchachos no utilizaban traje de baño y los pantalones cortos seguro eran para los más pequeños de la casa, por tanto, el traje de Adán, era lo más recurrido y si te cachaba el policía, que lo único que hacía era mantener el orden, los chicos cubrían sólo aquello que las manos abarcaran.
En aquellos años, mantener el equilibrio con la naturaleza era favorable y las generaciones de ayer lo entendieron bien, porque no necesitaban dinero para divertirse; en agosto las maguacatas, los mezquietes, el guamúchil, servían de botana en lo que esperaban que los más atrevidos sacaran las acamayas del río.
Se decía que éstas abundaban en la poza de Cantarranas, el sitio que hace algunos años no era más que un pequeño manantial extraviado en la parte trasera del Colegio Antonio Repiso.
Durante la administración del alcalde Arturo Diez Gutiérrez, se trabajó en la zona para abrir su espacio y es el pequeño estanque donde se colocan bagres durante el San Marcazo, en Semana Santa.
El paseo de mayor distinción para mitigar el calor comenzó en Tamatán, cuando los terrenos actuales del parque aún eran propiedad de don Manuel González en el año 1921 y se comenzó a utilizar un almacenamiento de agua de la hacienda para nadar.
Los terrenos los adquirió el Gobierno del Estado, durante la administración del General César López de Lara y así se construyó, más tarde, la Escuela Normal Rural de Tamatán y el Zoológico.
El parque se estableció en el año 1945, con la firme intención de tener en Victoria el parque más importante de Tamaulipas.
Se dice que planeaban la construcción de un gran restaurante, de un jardín con plantas endémicas, es decir, plantas de la región, juegos infantiles, albercas, un lago que disfrutaron muchas generaciones, un golfito y el zoológico, que con los años se remodeló porque las condiciones para mantener a los animales en jaulas, eran obsoletas en el nuevo milenio.
Todo funcionó bien hasta el año 1963, cuando las labores del patronato llegaron a su fin y la responsabilidad de este espacio pasó a manos del Estado.
En las décadas posteriores, se incorporó el paseo en trenecito y se acabaron los tiempos de la alberca en Tamatán, para dar espacio a una pista de patinaje.
En la actualidad el espacio se dividió entre el parque y el zoológico.
Las pozas del río se acabaron, también el guamúchil, el mezquite y los ébanos.




