EL ALACENERO
Es el que compra y vende en la calle. ‘si es hombre primero ocurre a sus libros de cuentas que a su familia. No tiene más que un vicio; la codicia, pero este es bastante público’. A esta clase pertenecen los vendedores de fósforos y calendarios que ocupan las alacenas cuando están cerradas y cuando están abiertas vemos en todas ellas, por temporadas, tarjetas, máscaras, matracas, los bueyes y mulas de los nacimientos.
LA RECAMARERA
Parte de la servidumbre en las casas lo era la recamarera. ¡Ay infeliz de la que nace hermosa! Impelida por la miseria busca donde servir; si es fea, dice el articulista, es admitida en todas partes, sin temer peligro; si es bonita, entonces ya es otra cosa: ‘un amo puede recibirla con no muy rectas intenciones; la madre de familia y la ama la miran a la cara y viendo su hermosura le dirán con un gesto de disgusto’: -Ya no busco, ya encontré-
EL MÚSICO DE CUERDA
‘D. Epifanio, esta noche quiero tener un ratito de diversión, es mi cumpleaños, ajusto 34, como que nací el merito año de la independencia’. –¿A cuenta de qué niña?- ‘Yo soy buena paga y muy puntual. Pagaré adelantado’ –No tenga vd. Cuidado- ‘Pues ni vd. tampoco por lo que respecta a la paga, aunque dice el dicho que música pagada hace mal son’.
EL POETASTRO
Escribe uno de los autores (no identificado) de la obra colectiva: ‘Cuando algún curioso te pregunte quién es el poetastro, respóndele sin dilación y sin escrúpulos de conciencia: el poetastro es un viviente medio racional que lo sabe todo, todo… menos las primeras páginas del Catecismo de Ripalda’.
EL VENDUTERO –SUBASTADOR-
Es quien encabezaba las pujas de objetos y muebles en las subastas públicas. Algunos anuncios: ‘un vestidor de madera para señoras con tres puertas; dos docenas de calcetines para hombres sin costura; un reloj de cuerda para quince días y música de bronce; una hermosa lámpara con 24 luces de cristal’.
El autor relata un remate de un reloj, en la que el vendutero conmina a efectuar las pujas por la joya supuesta de oro, la cual inicia con cuatro pesos y culmina con 100 pesos pagados por el escritor, quien al comprobar que es estafado dice que se vengará, publicando al rematador en la obra Los Mexicanos Pintados por sí Mismos.
LA COQUETA
Añade sobre la mujer que busca miradas de los hombres; ‘sus favores no nacen de los puros y de los íntimos afectos de la alma, sino de la vanidad o de la corrupción. La coquetería no es el amor, a éste lo pintan desnudo y vendado y aquella no sé que necesita más, si ojos para contemplar sus triunfos o joyas y adornos para emplearlos en sus artificios.
¿Qué pretende Simona cuando empañando el pudor, confiesa con descaro en una reunión de varones que algún ausente es de su gusto, escandalizándose luego cuando se les declaran los deseos que ellas han causado?, cuestiona.
EL ABOGADO
El litigante era visto como hombre de palabra fácil, belicoso mercenario solo si habría dinero de por medio: ‘Lo mesmo aboga por cristiano o moro/ E pruebas non le exige al litigante/ Ca solo le demanda: ¿habedes oro?
Cuando un volumen (libro) a cavar te pones, Non buscas el saber, cavas la viña, por en ella hallar fruto e doblones. Castigo eterno es tu única esperanza/ Ca los pecados, ome, patrocinas/ y encareces del cielo la venganza.
EL ARRIERO
Representa a quien tiene la ‘triste’ tarea de ver con mulas desapacibles, que tras meses de trabajo, lejos de ser domadas son las que han educado al arriero, quien de igual carácter violento, ‘que el día menos pensado le soltará una coz a su mejor amigo’.
A diferencia del arriego de burros, quien adquiere la mansedumbre y sueva índole, que es el mejor ornato de la inmensa familia que forman los pollinos’.
EL CAJISTA
Es el que organiza los tipos de plomo para formar palabras y frases en la imprenta. Con humor el indagador describe un error en una esquela en la que el tipógrafo cambia puntos, comas y palabras. Muere la señora Da. Cruz Pesado de Alegre y el cajista imprime pruebas y publica que ‘falleció el 35 de los corrientes, con el nombre de Da. Cruz Pesada: y Alegre’.
LA ESTANQUILLERA
Vendedora de puros, confites y otros artículos, la estanquillera debe ser joven, hermosa y decente; con su juventud conquista el puesto que ocupa, con su hermosura aumenta el número de marchantes y la decencia de su cuna es garantía de que no ocupará otra faena doméstica y de que solo se entregará a la venta de tabaco.
EL RANCHERO
Es aquel a quien se califica como el más feliz en el mundo. Es uno de aquellos hombres que dicen con la mayor frescura: ‘Beba amito, hasta que se llene, coma su mercé cuanto quera que aquí no tenemos hambre. Hombres como Don Alfonso, laboriosos, francos, urbanos a su modo, dadivosos, ingenuos, cándidos y sencillos.
EL MAESTRO DE ESCUELA
Uno de los autores escribe que llega a ser maestro por una circunstancia que creyó benéfica y la refiere: ‘Nombré media docena de celadores de entre los discípulos más ladinos, distribuí silabarios, libros segundos y catecismos Ripalda, ordenando en filas primero a los grandes y a los pequeños atrás. Vendría la palmeta, instrumento de castigo corporal…Las hincadas y los encierros se sucedían y el cepo tenía siempre una víctima.
Con la escuela convertida en reynado ‘de la guillotina y terror’. ¡Desgraciados de aquellos que aún están bajo la férula de un pedagogo ignorante, bárbaro y brutal! Constantemente veía delante de mí un calvario cuando menos, formado de tres niños que de rodillas, hincados en cruz, sostenían piedras enormes en las palmas de sus manos…
LA CASERA
Personaje infaltable en las vecindades y casas de renta, la casera es descrita como la encargada de estas, de cobrar y regañar escuincles. Como doña Jimena quien en una fiesta organizada comenta cuando en su juventud asiste a un baile de bienvenida al virrey Iturrigaray, en que ella bailó con el ‘Oidor’ de Méjico o de otro más al que asistió en honor del héroe insurgente Agustín de Iturbide.
EL CRIADO
Uno de los hombres más nobles y serviciales, que lo mismo aconseja y se entrega sin horarios a su amo. Es el que va cambiando de dialecto, costumbres y de fisonomía.
LA PARTERA
Oficio de los más demandados en el antiguo México, el de partera es trabajo que el autor asigna a las mujeres que perdieron sus hijos o que mayores de 40 años de edad toman afecto a la obstetricia. Secundina es la que asiste al nacimiento de un chiquillo ‘hasta dejar al nuevo ciudadano curado del ombligo…’, no sin antes haber refunfuñado: ‘Ay, como paren en esta tierra’ cuando fueron a buscarla a su casa.
EL MINISTRO
Es el alto funcionario federal ‘que como requisito no debe tener alma. Si es ministro de Hacienda, le debe faltar el alma porque de tenerla, perecía sin remedio en manos de las viudas, cesantes y jubilados y si es de Relaciones, ‘si estas son buenas necesita no tener alma para romperlas y si son malas, preciso es que falte el alma para instaurarlas’.
EL CARGADOR
El cargador, escribe otro autor que no firma su artículo, no lee porque no sabe; no se mueve sino cuando tiene carga, así como un gobierno no se mueve cuando le viene una responsabilidad con que cargar, por lo demás tiene la obligación de permanecer en una esquina ‘ y a diferencia de un gobierno, debe ser honrado, so pena de perder su carrera, quien lleva sobre el cuello un cordel con una placa al pecho con un número, no con un nombre’.
EL MINISTRO EJECUTOR (ACTUARIO)
Ejecutor de embargos para garantizar el pago de créditos no cubiertos lo es el ministro ejecutor, quien a lloridos de marrano debe poner oídos de matancero. Soporta insultos y ante la falta de señalamiento de bienes del ejecutado, el fedatario es el que debe designarlos. Su trabajo empieza a las 7:00 horas –para poder ubicar a los embargados- y les dice: ‘tengo el sentimiento de visitar a vd. tan de mañana..’




