CIUDAD VICTORIA, Tamaulipas.- En 2009, Aurelia de la Fuente acarició su última crónica en la sección de sociales. La escribió en su máquina Olivetti, en hoja blanca para que la capturaran “las ponchadas”; cerró el estuche portátil y sintió que le arrancaban las entrañas.
“Nunca más he vuelto a la redacción… aún siento feo”, dice Aurelia, al recodar el último día dentro de una sala de redacción.
Había cubierto un evento con las esposas de abogados y Vicente González, uno de sus compañeros, guardó la imagen para describir a la mujer de cuatro décadas en la crónica social de Tamaulipas.
Hablar de ese momento aún hace que Aure, como le llaman en los medios, se deshaga del sentimiento a través de las lágrimas.
Ahora, Aurelia es la Mujer más Distinguida del Año 2015, un evento al que nunca pensó asistir luego de darle cobertura a todos.
La noticia le llegó vía telefónica hasta Oregón, Estados Unidos, donde radicaba junto con su hija Lolita Águila. Y fue Juan, el hijo menor, el portavoz de ese reconocimiento en Tamaulipas.
Una de esas primeras entrevistas en la sección de sociales la hizo a Wicho Cisneros, el autor de la famosa canción “Gema” y veintiún años más tarde él regresó a Victoria y le dedicó a Aure, en su presentación, una canción, pues recordaba que fue el primer entrevistado de una joven reportera en Victoria.
Eran tiempos en los que Aurelia de la Fuente no tenía mayor testigo de sus trabajos que la libreta y la taquigrafía que aún utiliza.
Sus manos reflejan esas largas horas sentada frente a la máquina de escribir por los tendones de sus dedos resentidos ante el golpeteo del teclado mecánico.
Ser periodista la llevó a entrevistar también a doña Amalia Caballero de Castillo Ledón, quien recibía la presea “Pedro José Méndez” en Victoria y a través de su columna “Entre los Juzgados”, hizo periodismo social y apoyó sin saber, a los más necesitados.
Como aquella vez que encontró a través de una ventana a varios hombres calentando sus manos en una raquítica fogata en el penal. Eran enfermos de tuberculosis y lepra, rezagados de toda atención para la época, pero la noticia alertó y no sólo recibieron atención en Tampico, también el sistema para el Desarrollo Integral de la Familia compartió con ellos los desayunos escolares para mejorar su salud.
Al llegar a sus 30 primaveras ya estaba casada y era madre de dos niños, Lolita y Juan, quienes crecieron esperándola en la carriola, dentro del auto, y aburridos en la redacción mientras su madre terminaba de escribir.
Aurelia refleja la modestia en todos los sentidos, calla muchos de sus logros, pero recuerda los momentos al lado de todos aquellos compañeros periodistas, entre quienes sólo había cinco mujeres: Leonor Martínez, Ema González, Aracely Solano, María Elena Lerma y Aurelia de la Fuente; el resto hombres miembros de la Asociación de Periodistas.
“En ese tiempo siempre me trataron bien, mis compañeros me consentían, yo era la única mujer reportera en El Heraldo, también las personas eran amables, íbamos a eventos sociales y designaban una mesa para los medios, a veces nos esperaban y no iniciaban hasta que llegábamos. La sociedad de entonces era más selectiva; cuando empecé, la primera dama era doña Conchita, era una persona seria, pero muy amable, la conocí en casa de la señora Elia Castillo Mireles”, recuerda.
Con el tiempo la señora Nina de Balboa, también primera dama, Laura Montalvo de Quintanilla y Tula de la Yata, esposa de un diputado, eran las principales promotoras de los eventos sociales y todas llegaban alguna vez a casa de Aurelia de la Fuente para que asistiera a los eventos.
Aure, con más experiencia en el oficio y reconocimiento social y con el poder de los periodistas de entonces no dejaba la sencillez ni a sus amigos, María Elena Lerma y Ramiro Vargas Corona.
“El Día del Periodista nos ofrecían una cena sólo para María Elena y para mí, éramos las únicas mujeres”, dice con admiración.
En manos de Aurelia de la Fuente estuvo la nota del nacimiento de Carlos López Aceves, su abuelo era don Raúl Aceves Carmona, el dueño del periódico Heraldo de Victoria, el medio para el que entonces trabajaba Aurelia.
“Ese día don Raúl llegó y me pidió que hiciera la nota del nacimiento de su nieto y dijo ‘escriba que nació el nuevo heredero del Heraldo’, la boda de la señora Bibi Arreola y Carlos Adrián Avilés, el nacimiento de Carlos Avilés Arreola, y bueno, sus hijos y las piñatas. Las cosas han cambiado ahora, a veces veo las notas escuetas y veo que sólo dice dónde y quién, ya no hay elementos como antes. Antes teníamos que publicar sólo texto, a veces, no había fotos, hoy las imágenes lo dicen todo y en ocasiones está ocurriendo la boda y por Facebook ya están compartiendo las fotos”, compara.
La crónica social poco a poco se extinguió ante las nuevas costumbres y modernas formas de comunicación.
Pero el resto de las historias de Aure y la inspiración que tomó de Rosario Sansores, Elena Poniatowska, Gabriela Mistral y otras poetisas de Latinoamérica, están en las fotografías en blanco y negro, en su memoria, en la memoria de sus hijos, Lolita Águila de la Fuente, su yerno Juan Cruz Olazarán, Juan Águila, Mayra de Águila y sus nietos.
La familia que tuvo que esperar, aún los domingos, el regreso de su madre reportera.