El domingo pasado inició el periodo de campañas federales. Durante los próximos 56 días (han transcurrido cuatro de los 60 que establece la ley) los casi 3 mil candidatos de los diez partidos nacionales, más los 22 candidatos independientes, saldrán a pedir el voto de la ciudadanía. Las campañas concluirán el 3 de junio, para dar lugar al “periodo de reflexión”, que de acuerdo con la ley comprende los tres días previos a las elecciones.
¿Qué está en juego durante las campañas federales? La respuesta formal es la integración de la Cámara de Diputados, la cámara baja del Congreso. El próximo 7 de junio, la ciudadanía elegirá a sus 500 integrantes, 300 mayoría relativa y 200 de representación proporcional. De acuerdo con la Constitución, las cámaras del Congreso están sujetas a ciclos electorales diferentes; la de diputados se renueva cada tres años mientras que el Senado cada seis.
Pero la renovación parcial del Congreso tiene un enorme significado político. Una vez concluidas las campañas y el periodo de reflexión, la ciudadanía definirá con su voto el nuevo equilibrio de poderes: qué tanto apoyo u oposición encontrará el presidente Peña Nieto en el Congreso durante la segunda mitad de su gobierno. Y, dado que ningún partido ha conseguido la mayoría en la Cámara de Diputados desde 1997, el electorado también decidirá con qué tipo de oposición deberá entenderse el presidente y su partido para sacar adelante los cambios legislativos, incluyendo el presupuesto, durante los próximos tres años.
Las elecciones sirven para premiar o castigar al partido en el poder. Son el principal instrumento de rendición de cuentas en manos de la ciudadanía. De acuerdo con la Constitución mexicana, el electorado no tiene que esperar hasta que concluya el sexenio para manifestarse en las urnas respecto a la conducción política del país. Las elecciones de medio término abren la oportunidad para que los partidos políticos y candidatos recojan el sentir de los votantes y lo traduzcan en un mandato fresco para, desde la Cámara de Diputados, incidir en las acciones del gobierno federal.
Por ello, aunque el presidente Peña Nieto no aparecerá en la boleta, las campañas que apenas comienzan están destinadas a convertirse en una discusión nacional respecto al rumbo que ha tomado el país en lo que va de su gobierno. Las elecciones de medio término tienen regularmente ese carácter plebiscitario.
El día de la jornada electoral, la ciudadanía dará a conocer su veredicto a favor de la continuidad o del cambio en el rumbo del país. Dadas las diferentes opciones que hay en la oposición, el electorado también podrá pronunciarse sobre el tipo de cambio que desea. El mensaje de las urnas repercutirá más allá de los confines de San Lázaro, la sede de la Cámara de Diputados. El presidente y los senadores también estarán atentos. Las elecciones de medio término suelen ser un punto de inflexión en la vida de un gobierno, ya sea para apretar el paso o para hacer los ajustes que el electorado demanda.
A todos conviene que el día de las elecciones, la ciudadanía emita un veredicto informado y razonado. El voto sin información no puede ser un voto libre. Asimismo, el voto libre requiere de la ponderación de las ventajas y desventajas de cada una las opciones. Las sociedades democráticas viven en permanente deliberación sobre los asuntos públicos. Pero las campañas electorales son un momento especial, el periodo en que la discusión y el debate se intensifican para que la información relevante fluya a la ciudadanía.