Ricardo Cadena fue claro después de la derrota el jueves en casa ante Lobos BUAP: “A Puebla vamos a ir a jugarnos el trabajo”… los jugadores, cuerpo técnico y directiva lo entendieron y hoy gozan de una semana más con chamba.
El pase a la semifinal bien puede dividirse en dos partidos o mejor dicho, en tres fases, dos de ellas sufridísimas; la primera en Victoria, donde con un planteamiento medroso, temeroso, mezquino, los de Ricardo Cadena cayeron al son de 1-2.
El segundo episodio fueron los 45 minutos bravos, envalentonados, frontales, de propuesta ofensiva y alegría al ataque que se dieron ayer en el Olímpico de la BUAP; con eso a los naranjas les bastó para clavar dos goles por conducto de Alvarado y Tatá que hoy los tienen en la antesala de la gran final.
La tercera parte fue una que nos deja más dudas que soluciones, incógnitas y desconfianza; no sé si por estrategia o porque jugadores como Ocampo y Eddie Hernández no hicieron su chamba, pero Correcaminos se la pasó tirado en su campo, exigiendo a Pinto que se vistiera de héroe e incluso Hugo Sánchez que la sacó de la línea.
Habrá que averiguar si el hondureño estaba lesionado o enfermo, pues sería la única explicación que justificaría su apatía dentro del campo, el no cumplir lo que en teoría debió haber hecho, liquidar a los Lobos en un contragolpe y cuando la tuvo en tres cuartos de cancha la intentó guardar, la cubría mal y la perdía muy fácilmente.
Ocampo como es costumbre, su irregularidad lo convierte en un jugador impredecible, como puede armar una genialidad, puede ser un fantasma en el campo. Ayer fue lo segundo.
A Cadena hay que pedirle de favor que no se le olvide nunca que las liguillas se ganan concentrados, comprometidos, con pantalones, manteniendo esa actitud los noventa minutos de juego y durante un mes que dura el torneo que vale, el que lleva a Primera División.
Ayer se ganó mucho en confianza, pero nada en concreto.
Se avanzó a semifinales, se ganó muy justo, sin convencer, sin aplastar cuando se pudo hacer, se dio un paso más rumbo al objetivo pero éste sigue lejos, pues como todos sabemos, aquí lo único que vale es ascender.
Y como siempre digo, bajo su propio riesgo confíe, ilusiónese y enamórese, a final de cuentas a eso venimos a esta vida y si prefiere mantenerse al margen, también es muy respetable, pues hay gente que no tolera otro golpe más.
Una semana más de fútbol, de alegría, de distracción, de orgullo naranja, en la que todo puede suceder.