Hace ya muchas lunas cuando el que esto escribe ocupó el cargo de Primer Regidor dentro del Ayuntamiento de Llera, que presidía por aquel entonces el señor Tomás Rico Ibarra y siendo joven, recuerdo bien que elaboré un plan de trabajo a desarrollar, mismo que fue presentado en junta de cabildo, pero como no fue del agrado del señor alcalde, el proyecto se perdió; siendo entonces cuando tuve que presionar ante el Congreso del Estado para vida de que al menos fueran aceptadas algunas propuestas, pero como en aquellos años la única palabra que contaba y valía era la del señor alcalde, pues con pena y todo desistí en mi empeño después de muchos intentos realizados. Pues aunque no lo crean, pero por no pertenecer al grupo político del llamado primer edil, apestábamos a muerto y cualquier intento por cumplir con nuestro desempeño era eliminado por simple inercia política.
A Tomás Rico jamás le pareció que formáramos parte del ayuntamiento que presidió y manejó a su antojo, razón por la cual tuvimos que irnos al Congreso del Estado, platicamos con varios funcionarios públicos de la administración estatal, siendo así como logramos que se le pusiera atención a un gran número de carencias que a querer o no se vio orillado a aceptar.
Lo anterior arreció el coraje y la indiferencia en nuestra contra, llegando, incluso, a ordenar a quien fungía como tesorero municipal el señor Mauro Camarillo Velázquez nos negara el pago quincenal de nuestros honorarios como regidor.
Platicamos el asunto con el diputado de nuestro distrito y nada.
Insistimos ante el entonces Secretario General de Gobierno y de nada sirvió.
Nos fuimos a México y de allá llegó la orden para que se cubrieran nuestros honorarios, pero al señor Rico Ibarra le valió una pura y dos con sal.
Rezamos dos que tres padres nuestros y tampoco.
Ante esta actitud cerrada del señor primer edil en contra nuestra, formulamos un último intento por lograr que se nos diera el mismo trato que al resto de los regidores, pero ahora con la amenaza de tomar la presidencia municipal.
De todo esto último dimos cuenta por escrito al señor gobernador, como al secretario General de Gobierno y al diputado del entonces quinto distrito electoral al que pertenecía Llera, y aunque usted no lo crea, pero hubo buenos resultados, pues la tesorería municipal abrió sus arcas y fue así como ya no tuvimos obstáculo alguno para cobrar nuestras quincenas, aunque eso sí, el llamado primer edil nos eliminó de toda participación administrativa y cultural.
El coraje de don Tomás era que quien esto escribe formaba parte del grupo político que encabezaba el señor don Guadalupe Arcos Acuña, enemigo político de la entonces primera autoridad municipal.
Por supuesto que de todo esto Guadalupe estaba informado y teniendo buenas amistades dentro de la esfera gubernamental hizo todo lo humanamente posible para que se nos brindaran las atenciones políticas y administrativas a las que teníamos derecho como regidor e incluso le hice saber que cansado de estas actitudes en mi agravio un día entro a su despacho y le reclamó su postura.
Rico Ibarra, lleno de coraje se puso de pie y me invita al río a partirnos la progenitora.
Le acepto su amenaza y le propongo que en ese mismo instante nos fuéramos al río, pero ahí tienen que fue entonces cuando Tomás, retomando la calma me dice: Mira, hoy no puedo hacerlo porque tengo esta responsabilidad y se vería mal que tú y yo nos agarráramos a chingazos, pero una vez que deje de ser presidente y tú regidor nos vamos al río. Como tu quieras Tomás, le respondí.
Al concluir nuestras respectivas funciones y despuesito de haber rendido su tercer y último informe de gobierno fui a buscarlo al que había sido su despacho por tres años y donde se encontraba entregando al nuevo alcalde Mauro Camarillo Velázquez el despacho presidencial, pero me dice: Estás loco Othón o qué tienes?
De ninguna manera, Tomás, lo que pasa es que tú y yo tenemos un pendiente. No hubo respuesta.
HASTA PRONTO Y BUENA SUERTE